El recibo de la luz de los consumidores acogidos a la tarifa regulada, unos dieciséis millones, bajará una media anual del 3 % con la nueva fórmula que a partir de abril utilizará el Ministerio de Industria para fijar el precio de la energía, según anunció ayer el departamento que dirige José Manuel Soria. Para la factura de un hogar medio, el ahorro puede rondar los 26 euros anuales.

El Gobierno ha remitido ya a la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) su propuesta de nuevo sistema para fijar el componente energético de la tarifa, que supone la mitad del recibo y que sustituirá a las antiguas subastas trimestrales. Estas últimas han sido suprimidas, después de cuatro años, a raíz de lo ocurrido con la puja del pasado diciembre: el resultado implicaba una subida del recibo superior al 11% y el Gobierno optó por anularla ante la sospecha de que hubo manipulación.

La fijación de los precios pasará a ahora a estar vinculada a la evolución diaria del mercado mayorista de la electricidad. El consumidor pagará el kilovatio según el precio medio que se haya registrado durante el período de facturación (mensual o bimestral) e incluso podrá tener un precio que varíe conforme lo haga cada hora ese mercado. Esta opción sólo será posible para quienes dispongan de contadores electrónicos.

El ahorro que prevé Industria viene del hecho de que se eliminan costes financieros. Desde 2009 y de manera sistemática, los resultados de las subastas han dado como resultado precios superiores a los medios del mercado mayorista diario. Ese plus se atribuye a los seguros de cobertura que llevaba aparejado el sistema para garantizar un precio fijo durante el trimestre. También, con el impacto de la participación de brokers y grandes bancos de inversión en las subastas, que a la postre eran los agentes más numerosos. El Gobierno estima que las citadas coberturas costaban de media 300 millones al año. Esto es, desde 2009 los consumidores españoles habrían pagado de más cerca de 1.200 millones de euros debido al procedimiento de las subastas.

Fuentes de Industria señalaron que el ahorro en el recibo de un consumidor doméstico será del 3% anual. Tomando como base la factura de una familia que consuma unos 4.000 kilovatios/hora al año, la rebaja es de 26 euros.

El mecanismo será "transparente", "de mercado" y "menos costoso para el consumidor", según el Ministerio de Industria. Pero tiene algunas pegas aparentes. En primer lugar, los consumidores van a notar una mayor volatilidad de los precios. El precio de la energía oscilará más de unos recibos a otros, al recoger las variaciones que se producen en el mercado mayorista. En la formación de sus precios influyen factores como la demanda, la cotización del petróleo y otros combustibles fósiles, pero también la disponibilidad de las distintas tecnologías de generación. Por ejemplo, los precios son más bajos cuanto mayor sea la producción nuclear e hidroeléctrica y, también, si el viento sopla con intensidad y es alto el funcionamiento de los parques eólicos. Ocurre lo contrario si las reservas hidráulicas están bajas o si, por paradas programadas o sobrevenidas, hay reactores atómicos desconectados.

Esto es, cabe la posibilidad de que de un recibo para otro el consumidor note una subida o una bajada relevante del recibo sin que las variaciones de su consumo lo justifiquen. Para ofrecer una alternativa a los consumidores, el Gobierno ha dispuesto que las comercializadoras ofrezcan, en el mercado libre, contratos anuales con precios estables de la energía, aunque serán más caros que la tarifa sometida a la fluctuaciones del mercado mayorista.

Las asociaciones de consumidores saludaron el final de las subastas, pero alertaron de que el nuevo sistema también presenta zonas opacas. El mercado mayorista de la luz también ha estado sobrevolado en ocasiones por sospechas de manipulación y, según una corriente de expertos, sus reglas de funcionamiento brindan a las grandes compañías eléctricas ganancias multimillonarias injustificadas, porque se retribuye al mismo precio (el más alto aceptado en cada hora) el kilovatio producido en una central con costes altos (un ciclo combinado de gas, por ejemplo) que el generado por una central nuclear o una presa hidroeléctrica, cuyos costes son mucho más bajos.

El recibo del gas también podría sufrir cambios a corto plazo. La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia ha planteado que la parte regulada de la tarifa (los llamados peajes que fija la Administración) suban el 5,4% para frenar el incipiente desfase entre los ingresos y los gastos del sistema. El Ministerio de Industria ha señalado que no subirá los peajes hasta que concluya una reforma que prepara para el sector.

Así funciona el mercado mayorista de la luz

Los protagonistas

Cada día, las compañías productoras de electricidad y las comercializadoras cruzan sus ofertas hasta casar la demanda y la oferta para cada hora. Se hace a través del llamado "pool" y con la gestión del operador del mercado eléctrico (Omel).

El orden

La oferta y la demanda se van casando siguiendo un orden de prelación por tecnologías. Las primeras en entrar son las centrales nucleares y las presas hidroeléctricas. A continuación lo hacen las energías renovables, principalmente los parques eólicos. Por último, el hueco de demanda que queda cada hora se cubre con producciones de las centrales de carbón y gas natural (ciclos combinados).

El precio

Aunque los costes oscilan mucho entre tecnologías, se fija un precio único cada hora para todas: el de la oferta más cara que haya sido aceptada y que generalmente es de una térmica de carbón o gas. Este funcionamiento -llamado marginalista- hace que las tecnologías con costes más bajos (nuclear e hidráulica) obtengan los mayores beneficios.