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El grafeno es oro para el móvil

Físicos de la Universidad investigan la potencialidad del material como ingrediente básico de una generación de dispositivos electrónicos más rápidos y potentes

Jaime Ferrer y Víctor Manuel García, ayer, en un laboratorio del Departamento de Física de la Universidad de Oviedo. MIKI LÓPEZ

En el territorio de la electrónica molecular, el grafeno es más valioso que el oro. No sólo en sentido figurado. Es, literalmente, un componente tecnológico "más estable", mejor. O eso dicen en Departamento de Física de la Universidad de Oviedo, en los laboratorios donde avanza una investigación que explora las potencialidades del grafeno como sustancia esencial para producir a la larga, en un medio plazo que se mide en décadas, ordenadores y teléfonos "más potentes, más pequeños y rápidos, con más capacidad" que los actuales. Tal y como lo explica Víctor Manuel García, uno de los responsables del proyecto, la aventura partió en 2012 a la búsqueda de una alternativa que supere en fiabilidad al silicio como ingrediente básico de los transistores que hacen funcionar los dispositivos electrónicos. El campo de trabajo de la rama de la física que analiza el uso de moléculas como elementos electrónicos había sugerido hasta ahora que era el oro el material que mejoraba más al silicio, pero el equipo investigador asturiano trata de demostrar por qué da más juego el grafeno.

En la tarea de reemplazar los viejos transistores de silicio por modernos interruptores moleculares, éstos estarían formados muy básicamente por una molécula colocada entre dos hilos de un material conductor, y los investigadores asturianos van a la pregunta por cuál es la sustancia más adecuada para permitir ese flujo eléctrico. El hilo de oro, abunda García, se ha considerado "fácil de tratar, porque no se contamina y es maleable", pero también tiene un problema. "La electromigración". "Al aplicar una corriente, los átomos de oro se pueden mover y generar ruido", un concepto que la física define como una perturbación eléctrica de las señales transmitidas, pero que se disipa cuando el material principal es el grafeno, "bastante más estable que el oro" porque sus "átomos están unidos de manera más fuerte" y puede generar corrientes moleculares menos alterables.

De eso trata el estudio "Diseño y modelización de nuevos dispositivos nanoelectrónicos", un proyecto investigador de la Universidad de Oviedo y el Centro de Investigación en Nanomateriales y Nanotecnología (CINN) dirigido por el catedrático Jaime Ferrer al frente de un equipo en el que también trabajan Víctor García, Rubén Rodríguez y Diego Carrascal. Advierte García de que se mueven en "una tecnología en estado bastante embrionario" y asiente a la nueva generación de ordenadores y teléfonos inteligentes basados en interruptores de grafeno como última línea de meta de su investigación, pero aclara que van a tardar. "Hace unos años se hablaba de 2020", apunta", pero los resultados no son tan buenos como se esperaba y la nueva impresión aplaza la fecha límite, muy aproximadamente, hasta algún lugar de la década entre 2020 y 2030.

De momento, lo suyo es investigación básica en fase de simulaciones teóricas y contraste de resultados con los grupos de universidades españolas y extranjeras que colaboran en el proyecto, la de Zaragoza, las inglesas de Liverpool y Lancaster y la holandesa de Delft. En Oviedo, el equipo está más o menos "a medio proyecto", tiene trabajo hasta 2015 y aspira a iluminar una de las áreas donde se desenvuelve la vanguardia de la investigación nanotecnológica. Traban de avanzar en el territorio inexplorado de la electrónica basada en el grafeno, donde "no conozco", asiente Víctor García, "más estudio que uno que ha desarrollado la Universidad Tecnológica de Delft. Es algo que está empezando". Las primeras conclusiones de la línea pionera de indagación que siguen los físicos asturianos han sido ya publicadas en la revista "Physical Review" y el grupo internacional en el que participan asume un enfoque multidisciplinar con la intervención de químicos, físicos e ingenieros.

Son los primeros pasos hacia la detección de aplicaciones prácticas basadas en la explotación del grafeno, un compuesto al que se le ha dado la capacidad de revolucionar la electrónica del futuro y cuyas utilidades las aplicaciones no se detienen en los dispositivos electrónicos, afina García. "También pueden facilitar otros usos, como la generación de sensores moleculares mucho más precisos".

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