Los herederos de prestigiosas empresas familiares de la región comparten la receta para garantizado la supervivencia de un negocio de generación en generación. "Lo importante es saber transmitir los valores iniciales a los siguientes gestores y a los empleados", subrayaron ayer Eva Rodríguez, consejera delegada de Hijos de Luis Rodríguez, al frente de la marca de supermercados Masymas; Emilio Serrano, gerente de Destilería Los Serranos, y Eva María González, responsable del departamento técnico de Electricidad Llames. Los tres protagonizaron la segunda jornada del ciclo de conferencias "La Asturias que funciona", organizado por el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA y la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Oviedo. Y coincidieron en reclamar más apoyos por parte de los agentes políticos y financieros tras cinco años de intensa caída del consumo.

"El éxito de cualquier sociedad radica en sus personas, a través de una larga andadura", indicó Eva Rodríguez, primera en tomar la palabra en la sede del Club Prensa Asturiana, abarrotada de público, formado en buena parte por alumnos universitarios, que acuden a las jornadas para recibir una formación complementaria. La licenciada en Ciencias Económicas y Empresariales, que llegó a su actual cargo hace cuatro años, destacó también que lo "más importante es que todos los participantes en un mismo proyecto compartan los mismos valores de esfuerzo y de lucha".

La joven gestora resumió con evidente orgullo la trayectoria de Hijos de Luis Rodríguez, que está detrás de marcas tan conocidas como los supermercados Masymas. "Los inicios se remontan a 1932, cuando mis abuelos Luis y Matrina abren una pequeña tienda de ultramarinos en Oviedo. Un trabajo que él compagina como concesionario de varios productos", relató. Paso previo a que este emprendedor se especializara en el reparto al por mayor y abriera, para ello, un almacén en la calle Benjamín Ortiz de la capital. Ponía así la semilla de una larga aventura empresarial.

"En los años sesenta y setenta, mi padre Juan y mi tío Gerardo asumen el proyecto creado por mi abuelo y abren un gran almacén de 3.000 metros cuadrados en el polígono de Silvota. Además, inician la expansión por Asturias, Galicia, Cantabria y León, bajo el formato de cash and carry", prosiguió Rodríguez, que puso a su sociedad como ejemplo del "necesario apoyo permanente" entre progenitores y descendencia para "lograr el crecimiento" de un negocio familiar. La economista citó la compra de los supermercados Tulipanes de Gijón, a principios de los noventa, como un hito fundamental en este camino. "Se produjo en un momento de crisis, por lo que supuso un evidente riesgo. De golpe y porrazo, pasamos de 47 a 300 empleados", indicó.

La especialista señaló que esta importante adquisición situó a su negocio en una encrucijada. "Lo más difícil fue mantener y transmitir los valores de la empresa. Además, estábamos familiarizados con el producto seco y tuvimos que abrirnos también al fresco", dijo. Para ello, acudieron al mercado en busca "de los mejores profesionales". Otra de las claves del actual éxito.

La expansión continuó durante los primeros años de este siglo y desembocó en la adquisición de un gran almacén de 20.000 metros cuadrados en 2008, justo al inicio de la primera de las dos recientes recesiones. "Nos llevamos una gran bofetada porque bajó fuertemente el consumo y se cerró el grifo de los bancos", explicó Rodríguez. Por este motivo, los gestores de la empresa apostaron por la diversificación de la actividad, una decisión que les permitió avanzar. "Después de darle muchas vueltas, nos decantamos por poner en marcha varias franquicias. Ahora contamos con 32", dijo. "Además, el próximo año iniciaremos nuestra primera experiencia de comercio electrónico", añadió, dejando claro que la innovación es la única forma de no quedarse atrás. "Hay que estar siempre al tanto del mercado, tener la mente abierta y trabajar en equipo", remató.

Emilio Serrano también dedicó buena parte de su intervención a explicar a las vicisitudes de su sociedad, Destilería Los Serranos, otra empresa familiar arraigada, con sede en la localidad riosellana de San Martín de Collera. "La historia es larga y comienza con los esfuerzos de mi abuelo paterno, originario de la localidad toledana de Quintanar de la Orden, cuando fundó con un hermano Anís de la Asturiana", dijo. Con el tiempo, en 1949, varios descendientes dividieron el negocio, levantando cada uno de ellos sus propia fábrica. "Uno de ellos fue mi padre. Yo tengo 80 años y, desde un principio, me dediqué a hacer licores. Llevo en la sangre los alambiques", comentó durante la conferencia, que estuvo moderada por la catedrática de Organización de Empresas Lucía Avella.

Una afirmación que Serrano aprovechó para mostrar su convencimiento de que "el gran reto de cualquier negocio se basa en mantener la esencia de las personas que le dan nombre o lo han heredado". Labor que, a su juicio, cada vez resulta más complicada. "La empresa familiar se encuentra con barreras en un mundo globalizado. En un principio, me gustó mucho la música de libre mercado, pero no tardé en desengañarme", dijo. Y citó la competencia desleal como uno de los grandes peligros a los que tienen que hacer frente este tipo de sociedades. "Se venden como asturianos productos que se hacen en otros sitios. Y eso es algo que no podemos consentir", advirtió.

En este punto, el veterano empresario hizo un alegato a favor de las empresas familiares, responsables del 90 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) asturiano. "Durante los últimos cinco años de crisis, han cerrado unas 7.000 sociedades en el Principado. Hemos pasado de 72.000 a 66.000. Una tendencia que es necesario parar si no queremos acabar muy mal", avisó. Y situó buena parte de la responsabilidad en las administraciones.

No obstante, aportó varias claves para que un negocio de este tipo perdure en el tiempo. "En primer lugar, uno debe estar enamorado de lo que hace", dijo. "Además, en la estrategia a seguir, las prisas y las pausas siempre deben ir acompasadas", añadió. "Debemos guiarnos siempre por una máxima: hay que anteponer lo digno a lo práctico y apostar por la innovación sin que esto suponga caer en la toma de decisiones desmedidas", subrayó. Y remachó con una aseveración rotunda: "Todo emprendedor es actor de su propia obra y debe poner cerebro y emoción".

Además, incidió en la necesidad de buscar productos diferenciados, que permitan abrirse hueco en un mercado cada vez más atomizado. "Toda la vida he hecho aguardientes y puedo asegurar que la calidad empieza donde acaba la norma. Es decir, los que buscamos la calidad tenemos una oferta mejor que la de los que se limitan a seguir la norma. Así que no se nos pueden poner permanentes trabas", se quejó. "Vivimos en una partida de ajedrez que se debe regir por una máxima: hacer negocio es una cosa circunstancial y hacer empresa es construir el futuro", concluyó.

Eva María González, tercera interviniente y otra representante de una importante saga empresarial asturiana, coincidió con sus colegas en que los empleados "deben asumir como propio" el negocio. "Que los miembros de la organización sientan los colores es fundamental. Es básico que sean conscientes de que, sin ellos, no es posible servir al cliente", dijo esta ingeniería industrial (acompañada en la charla por su madre Ángeles Rodríguez), que hace unos años se hizo cargo de la oficina técnica de Electricidad Llames, la sociedad creada por sus padres hace tres décadas. Otro símbolo de éxito por el crecimiento (cuenta con 130 trabajadores) y la diversificación.

"Mi padre comenzó como un autónomo experto en instalaciones eléctricas y, ahora, hemos sido capaces de abrirnos a otros mundos", dijo. Y citó como actuaciones básicas para cualquier emprendedor la "reinversión de beneficios en la medida de lo posible" y eludir "cualquier inversión de riesgo". "Es peligroso caer en negocios sin el suficiente soporte que pueden mandar al traste el trabajo de muchos años. Lo que no quiere decir que haya que dar la espalda a otro tipo de operaciones que, en un principio, parecen complicadas", matizó.

González abogó además por la elaboración de protocolos familiares en el seno de empresas de estas características que fije "unas conductas de gobierno interno". "Crecer siempre es complicado, pero debe hacerse de forma responsable y con los pies en el suelo", finalizó.