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ANÁLISIS

El "fracking" revoluciona el mercado del crudo

El petróleo baja un 17% desde septiembre gracias a la alta producción de EE UU y la réplica de Arabia Saudí

Un pozo de "fracking" en EE UU.

La cotización del barril de petróleo en su modalidad Brent, de referencia para Europa, ha bajado desde septiembre casi el 17%, acentuando una tendencia que se inició en junio. El precio ha caído por debajo de los 84 dólares y las petroleras están trasladando ese abaratamiento a los carburantes. Aunque con la parsimonia de otras veces por el efecto "cohetes y plumas" que han descrito los organismos reguladores del negocio energético: cuando el petróleo se encarece, la gasolina sube de manera instantánea, "como un cohete"; cuando el crudo se abarata, el precio en las estaciones de servicio baja tan despacio "como las plumas".

La primera tentación para explicar por qué baja el crudo es asociarlo a las incertidumbres de la economía. El petróleo cotiza en mercados de futuros y si hay expectativas de una menor demanda, quienes comercian o especulan con materias primas apuestan a que los precios descenderán en los meses siguientes. Pese al enfriamiento económico en algunas regiones del mundo, principalmente en Europa y en ciertos países emergentes, parece que el petróleo ha estado bajando y puede seguir haciéndolo, no por cuestiones coyunturales, sino por cambios de más calado en la oferta: el impacto en el mercado de las ya enormes producciones estadounidenses de crudo no convencional, extraído mediante la técnica del "fracking", y la estrategia que ante ello están siguiendo algunos de los grandes productores de Oriente Medio, en especial Arabia Saudí.

La Agencia Internacional de la Energía ha estimado que EE UU, primer consumidor de petróleo del planeta, se convertirá también el próximo año en el primer productor. Lo hará posible el uso del "fracking", técnica de extracción que consiste en la inyección de agua y productos químicos en el subsuelo para, mediante la fracturación de ciertos tipos de rocas, liberar el petróleo o el gas que están alojado en ellas. Es un procedimiento muy contestado por los ecologistas debido a sus riesgos ambientales, particularmente en Europa, donde apenas se está utilizando a pesar de la altísima dependencia de las importaciones de hidrocarburos.

Miles de pozos estadounidenses bombean a diario petróleo no convencional que está llegando a los mercados y comprometiendo las rentabilidades de los grandes exportadores y su capacidad para regular el precio manejando la oferta. Abriendo o cerrando el grifo según sus intereses.

El desarrollo del "fracking" en EE UU y en otros países como Canadá ha sido posible, entre otras razones, porque el precio ha estado en estos años por encima de los 70-80 dólares por barril. Muchas explotaciones de petróleo no convencional no resultan viables si el precio baja de ese nivel. Y eso es lo que, según la opinión dominante entre los expertos, está provocando Arabia Saudí, por ahora el primer productor mundial, con casi 10 millones de barriles diarios.

Los saudíes, que aportan un tercio de todo el crudo que maneja el cartel de la OPEP, aumentaron su producción el pasado septiembre y apuestan a bajar los precios para erosionar a sus nuevos competidores estadounidenses. Sus bajos costes de extracción les permiten mantener esa ofensiva durante un tiempo prolongado. Sacrifican ingresos a corto plazo para preservar su cuota de mercado.

Tal estrategia tiene enjundiosos efectos colaterales. Otros países de Oriente Medio pueden seguir la senda saudí, porque sus explotaciones también son altamente eficientes. Pero para Rusia, Irán o Venezuela es un problema. Tienen costes de extracción más elevados, de modo que el petróleo barato amenaza sus economías y sus cuentas públicas. Hay quien ya ve una conspiración entre EE UU y Arabia Saudí contra de ese trío de países.

La zona euro sale beneficiada. La rebaja del petróleo favorece su recuperación y además esteriliza los efectos negativos de la depreciación del euro para la importación de crudo. El "fracking" termina así por ayudar a la región del mundo más refractaria al uso de esta controvertida tecnología.

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