Una mujer de éxito, la empresaria de origen venezolano y muy unida a Asturias Ana María Llopis, resume su filosofía de vida en dos consejos que le dieron sus padres cuando era una niña. El padre de la actual presidenta de Dia le dijo que no es más inteligente quien más sabe, sino aquel que mejor se adapta, y su madre le advirtió que lo importante del tiempo no es la cantidad, sino la calidad. Con esas bases ha logrado romper muchas barreras a favor de los derechos de las féminas. "He sido pionera en muchos consejos de administración, la primera mujer en entrar en algunos de ellos y eso no es fácil", aseguró ayer, en Oviedo, durante una conferencia organizada por la asociación de empresarias Asem y el Ayuntamiento de la capital para conmemorar el Día Internacional de la Mujer.

La directiva defendió a capa y espada que la diversidad de géneros enriquece a cualquier compañía y la ayuda a innovar. "En los países donde hay más igualdad, se avanza más porque hay más ideas desde puntos de vista diferentes y, al final, más progreso", destacó. También puso en valor que las mujeres, desde hace cientos de años, están acostumbradas a encontrar soluciones para sacar el máximo provecho de su tiempo. "Somos multifuncionales y unas malabaristas que siempre hemos estado manejando la casa, la familia, el trabajo, todo a la vez, por eso en las crisis respondemos de forma más efectiva, estamos entrenadas para este tipo de situaciones", señaló.

Para defender que la diversidad de géneros debe ser clave, tiró de diversas investigaciones que demuestran que las reuniones laborales son más productivas cuando participan varones y féminas. "Los hombres las preparan mejor si en ellas participan mujeres, se generan mejores respuestas y las discusiones son más amplias; está estudiado y comprobado". Y se obtienen mejores resultados, añadió, cuando hay al menos tres mujeres en el consejo de administración. "Cuando estás tú sola eres considerada como 'la consejera'; cuando luchas para que entre otra, se las empieza a denominar 'las consejeras', pero cuando ya hay tres son consejeros como el resto", explicó utilizando de su propia experiencia.

Pese a que reconoció que en materia de igualdad ha habido importantes avances en los últimos años, Llopis puso el acento en que aún existen barreras difíciles de superar. Una de ellas es que a las féminas se les deniega más a menudo el crédito cuando lo piden para montar su negocio. Esto ocurre, según afirmó, porque los varones acostumbran a pedir más financiación y las féminas suelen ser mucho más contenidas. "Eso a los bancos les da la impresión de que los proyectos de los varones son mucho más ambiciosos", expuso.

Firme defensora de los derechos de las mujeres, también reconoció que éstos deben venir acompañados de algunos deberes. Entre ellos, "educar a los hombres con el objetivo de eliminar esos sesgos que nos separan". La autocrítica la llevó a su propia empresa, donde aseguró que le gustaría que hubiera mucha más presencia femenina en el consejo de administración general. "Lo que me parece muy triste y denigrante es que sea necesario que se mida y se hagan estudios para demostrar que las mujeres son capaces de hacer negocio, pero aún son necesarios para demostrar nuestra valía", reprochó.

Tampoco le gustan las cuotas femeninas, aunque reconoció que en estos momentos son "absolutamente necesarias" para acceder a ciertos puestos de responsabilidad. "Nadie mete en un consejo de administración a una mujer que no valga, y si fuéramos realmente imparciales no harían falta, porque la mujer, por su valía, llegaría a donde tiene que llegar", destacó en defensa de las cuotas. Esas dificultades, explicó, han provocado que muchas mujeres hayan optado por buscar su salida laboral al abrigo de la Administración porque "allí funciona el puro mérito y no cuenta tanto el amiguismo".

Las referencias a Asturias en su discurso eran obligadas. Confesó ser una enamorada de la villa de Lastres, donde tiene una casa a la que, explicó, acude en los veranos para "desconectar, escuchar música, leer libros, cuidar el jardín y salir a la mar". Ana María Llopis abrió y cerró su discurso con la misma reivindicativa frase entresacada de un discurso de Clara Campoamor: "Las mujeres sólo pedimos lo que nos corresponde, que es la mitad de todo".