Con un consumo que apenas representa el 34% del PIB (frente al 60 a 70% de los países desarrollados), las autoridades anunciaron a fines de 2012 el objetivo de duplicar la renta per cápita en 2020 respecto al nivel de 2010.

"Burbuja" inmobiliaria. El plan de estímulo de 2008 impulsó la expansión de las infraestructuras y la edificación. La construcción permitió contrarrestar con prontitud la destrucción de 20 millones de empleos a causa de la crisis internacional. También suponía generar actividad no dependiente de la declinante demanda externa. Muchas infraestructuras podían contribuir a su vez a mejorar la competitividad exterior. Y la edificación y promoción de nuevas ciudades se consideró capital para atraer más población rural hacia las áreas urbanas con el fin de potenciar la sociedad de consumo y la economía de servicios. Con este mismo propósito, en marzo de 2013 se anunció la reforma del sistema de registro de residencia ("Hukou"), que data de 1958, y que condiciona la migración interna del campo a la ciudad. La apuesta constructiva generó una gran "burbuja". En 2007, el año previo a la crisis internacional, trabajaban en la construcción 20 millones de chinos. En 2015 son 60 millones. En 1978 vivía en las ciudades el 20% de la población; hoy es el 55% y se pretende llegar al 70% en quince años. El sector de la construcción se sobredimensionó hasta aportar el 23% del PIB, cuando la gran "burbuja" española de la vivienda y la obra pública no superaba el 13,6% del PIB cuando estalló en 2008.

"Burbuja" de deuda. La apuesta constructiva favoreció un elevado endeudamiento público y privado, la asunción de riesgos crecientes por la banca, la aparición a partir de 2011 de una inquietante "banca en la sombra" -un sector financiero no regulado y de dimensiones que se sospechan desmedidas- y la entrada de capitales externos que practicaban el "carry trade": endeudarse a muy bajo interés en euros o dólares para invertir en China (tanto en empresas como en el mercado inmobiliario) con elevadas tasas de retorno. También se disparó el crédito de la banca extranjera. El endeudamiento público desmedido se concentró en los gobiernos locales. Carentes de capacidad recaudatoria suficiente, el ejecutivo central consintió en que se apalancaran para promover infraestructuras y promociones urbanísticas. Por vez primera también se les permitió acudir al mercado de bonos. Se trataba de sostener, al precio que fuese, un crecimiento del PIB por encima del 7%, considerado el umbral mínimo para no destruir empleo. Además de endeudarse, los gobiernos locales financiaron obras vendiendo suelo, lo que aún alimentó más la vorágine constructora. El esquema fue, por lo tanto, muy parecido al de España a partir de los años 90. Hoy se estima que la deuda ligada al sector de la vivienda supera el 100% del PIB chino. La deuda pública se triplicó desde 2008. Supera los 20 billones de yuanes (4,45 billones de euros). Además del sector constructor, las empresas -muchas públicas, y todas ellas muy condicionadas por la política gubernamental, en una economía de capitalismo dirigido e intervenido- incurrieron también en elevados endeudamientos para ampliar capacidad y generar actividad. La oferta de suelo también lo favoreció. La deuda corporativa equivale hoy al 157% del PIB frente al 98% en 2007. Aunque el consumo está creciendo en China, sobre todo por el creciente censo de millonarios (más que en ningún otro país, en razón del tamaño de la población), al extremo de que los consumidores chinos acapararon el 25% de las ventas mundiales de productos de lujo en los últimos años, la cultura del ahorro es muy acusada en el país. Las facilidades crediticias impulsadas por el Gobierno acabaron por ello dirigiéndose en el caso de los particulares hacia la inversión inmobiliaria como fórmula de ahorro. El endeudamiento total de la economía china (gobiernos locales, empresas y familias), que era muy bajo hasta la crisis de 2008, se acerca hoy al 300% del PIB y crece a gran velocidad. La deuda empresarial es la más elevada del mundo en términos absolutos y relativos.

"Burbuja" bancaria. El enorme endeudamiento colectivo fue la consecuencia de una lucha contra la crisis externa, a la que la banca nacional se sumó, siguiendo la política expansiva oficial a partir de 2008, con un aumento desmesurado del crédito. Los activos de la banca china pasaron así de 9 billones de yuanes en 2008 a 30 billones en 2014. No se conoce la dimensión de la banca paralela o "banca en la sombra" -que algunos analistas consideran una bomba de relojería-, pero algunas estimaciones hablan de otros 40 billones. La ralentización de la economía china (la demanda internacional se sigue desacelerando y la apuesta por la demanda interna tardará en ser robusta) disparó este año los fallidos bancarios, que en el primer semestre crecieron el 28%, hasta los 83.000 millones de euros. Y a todo esto se sumó la "burbuja bursátil".

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