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ÁNGEL RON | Presidente del banco Popular

"Estamos obligados a crear empleo para sostener nuestro Estado del bienestar"

"Los mercados se tranquilizarán cuando la Reserva Federal suba los tipos de interés y concluya la incertidumbre"

Ángel Ron, en un salón del hotel de la Reconquista de Oviedo. MARÍA GÓMEZ

Ángel Ron (Santiago de Compostela, 1962), gallego con apellido de origen asturiano y casado con una mujer de Cangas del Narcea, fue responsable del Banco Popular en Asturias y Cantabria, con sede en Oviedo, en los años 90. En 1998 se convirtió en el más joven director general de la banca española. Desde 2004 es el presidente de Popular, el sexto mayor por activos del país.

-La situación económica internacional vuelve a arrojar algunas incógnitas. ¿Debe preocuparse España?

-El impacto de las nuevas incertidumbres afortunadamente nos ha sorprendido con España en el lado bueno. La UE crece poco, pero crece. Y nuestra exposición a China es baja. Se necesita que los mercados se estabilicen y que las políticas de los bancos centrales se alineen y que se rebaje la incertidumbre. Cuando la Reserva Federal (FED), de Estados Unidos, suba los tipos de interés los mercados se tranquilizarán.

-¿Es preferible que la FED suba ya sus tipos de interés, ahora situados en casi el 0%?

-Una parte de la volatilidad que estamos viendo cesará cuando se deje de especular con la fecha en la que la FED subirá tipos, una vez que ya ha dicho que los subirá. Y esta incertidumbre está afectando al dólar y al resto de monedas. Las políticas monetarias expansivas no son suficientes. Son las reformas económicas las que hacen sostenible la recuperación. La subida de tipos tendrá impacto negativo en el crecimiento, pero, en la medida en que sigamos con la senda reformista, tendremos capacidad para absorberlo y no será dramático.

-¿La recuperación española carece de riesgos?

-España tiene riesgos propios por su situación política.

-¿Más que por la economía?

-Hay cuatro niveles de riesgos. Los hay globales (bajo crecimiento internacional, China, la caída del precio del petróleo, que daña a los países productores...), crisis política (la desafección de la ciudadanía con las instituciones, que es general en Europa y que se expresa con el crecimiento de los populismos), falta de una hoja de ruta clara para la unión política en la UE y los riesgos propios, como el caso de Cataluña (aunque considero irrealizable su independencia) y la posibilidad de que de las elecciones generales de diciembre salga un parlamento español muy fragmentado. La prima de riesgo y las caídas de la bolsa están reflejando estas incertidumbres españolas. Los inversores prefieren esperar y los que suelen ganar en casos de volatilidad son los especuladores.

-España necesita crecer y no estamos para poner objeciones, pero el modelo vuelve a ser el de siempre: demanda interna y turismo, mientras hemos vuelto al déficit comercial exterior.

-Tenemos que crecer y lo estamos haciendo, impulsados por efectos externos transitorios y también por otros propios. Pero ésta es la primera vez que hemos vivido una crisis dentro de una unión monetaria. Cedimos soberanía y no tenemos moneda propia para devaluarla ni capacidad para emitir dinero nosotros. Así que se optó por la devaluación interna, bajando salarios y bajando los precios de los activos. Como el paro, aunque ha bajado, sigue muy alto y como el valor de los activos en poder de las familias ha caído, la recuperación se percibe sólo como un efecto estadístico y no real. Hemos recuperado el 39% del PIB destruido en la crisis (se estima que no recuperaremos el 100% hasta finales de 2016) y una parte menor del empleo desaparecido. La decepción social tiene fundamento.

-¿Necesitaremos abordar un cambio de modelo o será posible seguir creciendo con salarios bajos?

-Un cambio de modelo lleva una generación. Ni podemos ser siempre un país de bajos salarios ni una economía que sólo viva del turismo porque esto entraña un riesgo muy alto y no siempre va a haber conflictos en países competidores que arrastren el turismo internacional hacia España. Y porque, aunque podemos desarrollar más el turismo cultural, el sector tiene un recorrido tasado: la capacidad de gestión de turistas tiene un límite. Necesitamos mejorar la productividad y la competitividad. Y para esto tenemos dos palancas: seguir con las reformas y apostar por la formación, la investigación y la innovación, que son condiciones decisivas en un mundo que será más complejo y en el que los ingresos de la gente dependerá de su formación. Pero ahora tenemos que crecer, lo que nos permite ganar tiempo para que nuestro patrón de crecimiento evolucione.

-Usted reclama un apuesta por la industria.

-En un mundo de enorme competitividad, la industria ejerce de barrera de entrada porque exige "know-how" (saber hacer) que protege de la competencia. La industria tiene además efectos multiplicadores en el empleo y desarrolla la innovación. España es puntera en algunos sectores industriales (automoción, alimentación, algunas actividades químicas...) y la potenciación de la industria nos permitiría afrontar el desafío de la globalización y al problema del envejecimiento de la población. La sostenibilidad del Estado del bienestar nos obliga a crear empleo. Y no podemos vivir siempre de la devaluación interna porque eso nos llevaría a entrar en recesiones sucesivas. Ahora el crecimiento nos permite restablecer el círculo virtuoso: quien encuentra empleo se anima, consume, esto genera un efecto psicológico e induce una influencia positiva en el resto de los sectores. La industria tiene un efecto estabilizador. Pero ésta es una tarea de los empresarios, aunque los gobiernos deben crear las condiciones óptimas.

-Con tipos de interés oficiales en el 0,05%, márgenes estrechísimos y un tamaño de oficinas y plantillas diseñado para volúmenes de negocio muy superiores a los actuales, ¿afronta hoy la banca el escenario más endiablado posible?

-Fue peor en plena crisis, cuando ni el Estado se podía financiar y mucho menos la banca. Pero para una situación de tiempos normales sí estamos ante el peor escenario posible. Es muy difícil gestionar un sector cuyo producto (el dinero) vale cero y cuyo margen es muy reducido, y más cuando a este entorno de tipos de interés tan bajos (y que aún va a durar) se suma un aumento de la regulación que te exige incrementar el capital del banco. Esto va a convertir a la banca en un "utilitie": se le tendrá que pedir una baja rentabilidad porque será un sector muy seguro y porque se le ha cargado de tales regulaciones que sus retornos serán necesariamente menores. No se debe machacar a las entidades supervivientes de la crisis con la pretensión de que ésta no se repita. El exceso de regulación puede ser negativo.

-La UE pretende que la economía europea reduzca su elevada dependencia de la financiación bancaria para que un colapso crediticio no arrastre al conjunto de la actividad con la fuerza con que lo hizo en 2008. ¿Pero eso no supone alentar una "banca en la sombra" no sujeta a la regulación que se está aumentando a los bancos?

-En EE UU la banca aporta el 25 ó 30% de la financiación a empresas, mientras en la UE supone el 50% y en España, el 70%. Si se buscan canales diversos de financiación, el problema es que nadie tiene ni la experiencia ni los niveles de información sobre sectores y clientes que tiene la banca y que nos permite discernir, aun con errores, la información que aporta el cliente que pide financiación. Esto es muy difícil de sustituir con mercados secundarios y el salto de la financiación bancaria a los mercados organizados lleva tiempo y exigirá una regulación severa para evitar casos que ya se vivieron en la emisión de pagarés. Hay quien cree que es mejor favorecer la "banca en la sombra" porque no tiene depósitos y, en caso de crisis, el sector público no debe poner dinero. Pero la banca es un amortiguador de las crisis porque tiene que preservar su base de clientes y se queda en el país, mientras que la "banca en la sombra" espera a recuperar su cartera y se va.

-¿La solvencia de la banca española está garantizada?

-Ahora el problema de la banca española no es de solvencia (no se ven problemas a corto y medio plazo), sino de rentabilidad y de retribución del capital, aunque la solvencia hay que retroalimentarla con los resultados. Para mejorar la rentabilidad con los tipos y los márgenes en mínimos hay dos palancas. Una es reducir los costes, pero sólo hasta donde sea posible porque si hay un exceso habrá problemas, y más cuando las exigencias regulatorias imponen disponer de más personal cualificado. Y la otra es esperar a que la recuperación económica exija dotar menos provisiones.

-El gobernador del Banco de España, Luis María Linde, acaba de decir que no ve una nueva ronda de fusiones inmediata pero no la descartó para los próximos años.

-Yo tampoco la veo de forma inmediata porque ahora se generan beneficios, aunque escasos. Hemos pasado de 55 a 14 entidades y sólo seis tienen una verdadera implantación nacional. Pero hay exceso de capacidad. Es probable que las más rentables sobrevivan y acaben absorbiendo a las demás.

-¿Serán fusiones nacionales antes que transfronterizas pese a que el Banco Central Europeo (BCE) y la UE propugnan una mayor integración bancaria europea?

-Primero se harán dentro de los países porque para acometer las transfronterizas se necesita tamaño y que haya antes homogeneidad en las normas de los países. Así que preveo primero más fusiones nacionales y luego, a medio o largo plazo, habrá concentraciones europeas.

-Más fusiones ¿no plantearán problemas de oligopolio, de exclusión bancaria en áreas rurales y poco pobladas, y de formación de bancos sistémicos del tipo "demasiado grandes para dejarlos caer" y con capacidad de arrastre sectorial en caso de crisis?

-Estoy de acuerdo con el tercer caso. En esta crisis se dijo que había que combatir la existencia de grupos "demasiado grandes para dejarlos caer" y hoy la regulación, junto con los tipos de interés ultrabajos, están forzando a que sólo puedan sobrevivir grupos muy grandes. Respecto al posible oligopolio, no veo que pueda haber riesgo para la competencia. Aunque sólo quedaran los seis grupos más grandes actuales, habría competencia. Yo nunca he visto al sector ponerse de acuerdo para restringir la competencia. En cuanto a la exclusión financiera, el riesgo es bajo. No creo que ocurra. España es el país más bancarizado de Europa por el número de oficinas y de cajeros automáticos. En 100% de la población prácticamente tiene relación y está vinculada a la banca. Y todo el sistema de pagos del país está asociado al sector bancario. La reducción de oficinas por concentración del sector será para evitar redundancias pero no creo que queden zonas desasistidas. El riesgo de exclusión vendrá más por la digitalización bancaria porque habrá segmentos de población mayor que, por razones culturales y falta de hábitos y conocimiento en el manejo de las nuevas tecnologías, seguirán precisando oficinas físicas.

-El Banco Popular no ha tomado posición en el debate sobre el cobro o no de doble comisión por la extracción de dinero en cajeros por los no clientes. ¿En cuál de los dos sectores de bancos se encuadrarán?

-Hemos tomado la decisión de esperar a que se regule una vez que el Gobierno ha decidido hacerlo y damos la bienvenida a esta decisión porque permitirá ordenar la situación. Nuestro objetivo es que nuestros clientes tengan el mayor número de cajeros. Tenemos 2.800. Los cajeros son una inversión que hay que rentabilizar y lo que estamos haciendo es pactar su uso con otras entidades bancarias que no los tienen. En todo caso, es un asunto que se ha exagerado: el 80% de las operaciones se hacen en cajeros de la red propia del banco en el que el cliente tiene su cuenta.

-La banca sufrió un daño reputacional en la crisis con los desahucios, venta de productos complejos y otros casos. ¿Está recuperando ahora la credibilidad?

-Se está recuperando lentamente la reputación. Parte del esfuerzo nos corresponde a nosotros. Debemos hacer una definición de lo que los ciudadanos deben esperar de un banco: mayor contribución a la sociedad y en financiar a la economía productiva, apoyar con crédito a empresas y familias y respaldar proyectos que generen renta, PIB y más cohesión social. Pero la ciudadanía no debe esperar que seamos una sociedad sin ánimo de lucro. Los desahucios tienen que ver con la responsabilidad social corporativa. Nosotros renunciamos a hacer lanzamientos forzosos, aunque esto no significa que no ejecutemos hipotecas. Hemos buscado acuerdo de alquiler social. Hemos hecho 800. Y hemos hecho además contribuciones al Fondo Social de Vivienda. Estamos hablando de un problema grave de la sociedad y el sector tiene capacidad de gestionarlo.

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