El acero barato que llega desde China está poniendo contra las cuerdas la actividad siderúrgica en algunos países. Uno de los que están sufriendo en sus carnes esta competencia, que desde Europa se califica de desleal, es México. La industria siderúrgica del país norteamericano ha aplicado ya drásticos recortes de producción y ha despedido a miles de trabajadores. Para tratar de aminorar los efectos de estas importaciones, el Gobierno mexicano acaba de aprobar un aumento del 15% en sus aranceles para penalizar la compra de estos productos en el país asiático.

La afluencia de acero oriental también está amenazando la actividad siderúrgica en la región inglesa de Teesside. La planta que allí controla SSI, con ciento sesenta años de historia, va camino de la liquidación y planea dejar en la calle a dos mil trabajadores.

La producción de acero en China alcanzó el año pasado los 822,7 millones de toneladas, más que la suma de los cuatro países que le siguen en el ranking: Japón, Estados Unidos, India y Corea del Sur. El bajón de la demanda interna ha obligado a los fabricantes chinos a buscar mercado fuera de sus fronteras y lo están haciendo tirando los precios. La fabricación de acero en España durante el año pasado fue de 14,2 millones de toneladas.