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ANÁLISIS

Irlanda crece más y mejor

El país, rescatado en 2010, es el auténtico líder de la recuperación europea

España e Irlanda estarán este año entre los países del euro con un crecimiento económico mas vigoroso. Si se cumplen las previsiones de la Comisión Europea, el producto interior bruto (PIB) irlandés avanzará el 3,6%, por encima de lo estimado para España por Bruselas (2,8%) y por el Gobierno de Mariano Rajoy (3,3%). Ambos han sido presentados por las autoridades comunitarias y por los gobiernos nacionales como ejemplos de eficacia de los ajustes y reformas de estos años, aunque en los dos casos cabe preguntarse también hasta qué punto la mejora observada obedece al recetario de la austeridad o a factores distintos y en algunos casos ajenos a la acción política doméstica.

España e Irlanda compartieron un rasgo en los años previos a la crisis: la prosperidad de entonces se asentó en buena medida sobre burbujas inmobiliarias que intoxicaron los sectores financieros y endeudaron severamente a las familias. Ambos países necesitaron del auxilio de la zona euro: Irlanda, un rescate completo (67.000 millones de euros) en 2010; España, un rescate específico en 2012 para sanear las cajas de ahorros (41.300 millones). Siguiendo la disciplina asociada a tales ayudas, los dos gobiernos emprendieron recortes (salarios públicos, gasto social...), subieron impuestos (IRPF, IVA y otros), retrasaron la edad de jubilación (de manera progresiva, hasta los 67 años en España y a los 68 en Irlanda) e indujeron el descenso de los sueldos en el sector privado.

Las cifras "macro" dicen que las dos economías crecen este año a ritmos notables. Irlanda lo hace ya desde 2014 (4,8%) y ha conseguido reducir el paro desde el 14,7% en 2012 al 9,6% que se prevé este año. Ahí radica una de las diferencias entre uno y otro país: los irlandeses han sido capaces de rebajar un 35% su tasa de paro en tres años; la de los españoles, que ha pasado del 26,1% en 2013 al 22,4% que Bruselas espera para 2015, supone una carga mucho más pesada y que desciende a menor velocidad.

Irlanda ha crecido apoyada más en su capacidad exportadora que en el consumo doméstico, al contrario que España. La irlandesa es una de las economías europeas más abiertas (la exportación aporta el 46% del PIB, frente al 23% de España), potencia que se explica en buena medida por la presencia de grandes multinacionales que en las últimas décadas eligieron el país para establecerse por sus atractivos: el idioma, la cualificación de la fuerza laboral y, muy especialmente, el tipo del impuesto de sociedades, del 12,5% frente a una media europea del 25%. Irlanda consiguió mantener ese privilegiado trato a las empresas, que le convierte en una suerte de paraíso tributario al que algunas transnacionales exportan con ingeniería fiscal los beneficios obtenidos en otros países europeos, España incluida.

Ese "dumping" fiscal ha permitido a Irlanda seguir captando abundante inversión extranjera en estos años. Y la recuperación de EE UU y Reino Unido, los grandes clientes de sus exportaciones, añadió combustible al motor exterior irlandés, favorecido además, como también el de España, por la caída del petróleo y la devaluación del euro. La política expansiva del Banco Central Europeo, cuestionada por los "halcones" de la austeridad, ha procurado la medicina monetaria y propiciado la reducción de los déficits español e irlandés al rebajar los costes de la deuda.

España e Irlanda crecen, pero difieren en el cómo: España lo hace más apoyada en el consumo y en el turismo; Irlanda, en la exportación y en las empresas de base tecnológica. Como ha hecho notar el economista de Fedea Florentino Felgueroso, esa diferencia deja rastro en el renglón de la productividad: según Bruselas, la de la economía española crecerá ese año un "raquítico" 0,4%, mientras la de Irlanda avanzaría por encima del 1%. Felgueroso lo llama "volver a las andadas" en España.

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