El sistema bancario español no precisará acometer una nueva concentración y fusión de entidades, salvo que las circunstancias actuales de bajísimos tipos de interés y estrechamiento de márgenes se prolongase tres o cuatro años más. Sin embargo, el sector sí tendrá "probablemente" que seguir haciendo ajustes y reducción de capacidad (empleo y oficinas) para compensar la merma de ingresos, aunque ya no con la intensidad con que se hizo en los últimos años.

Así opinó ayer en Oviedo José Ignacio Goirigolzarri, presidente de Bankia, durante un encuentro-coloquio que mantuvo con empresarios asturianos, organizado por la Asociación para el Progreso de la Dirección (APD) y el despacho jurídico de origen y capital asturiano Ontier.

La reconversión que llevó a cabo en los últimos años el sector financiero español fue "el más rápido y el más radical" que se haya hecho en Europa, sostuvo Goirigolzarri, y supuso la desaparición de 14.000 oficinas y 70.000 empleos en cuatro años, lo que permitió ganar en eficiencia (peso de los costes en relación a los ingresos). Esto, junto con el fortísimo saneamiento llevado a cabo (las entidades, dijo, "cargaron contra su cuenta de resultados 280.000 millones, equivalentes al 28% del PIB nacional"), y sumado a la fuerte capitalización realizada (100.000 millones), es lo que permite hoy, a juicio del presidente de Bankia, descartar una nueva ronda de fusiones, al menor a corto plazo.

"Hoy no hay un problema de solvencia en la banca española, y así lo han confirmado las pruebas de esfuerzo" del BCE, afirmó, y esto es lo que hace innecesario, a su juicio, plantearse una mayor reducción inmediata del número de entidades, y más cuando el problema de insuficiencia de tamaño, argumentó -y "salvo quizá algún banco pequeño que pueda unirse con otro"-, ya se afrontó con el reciente proceso de consolidación, en el que la dimensión media de las entidades españolas se triplicó en solo cinco años. Sólo si persistiese la atonía de los ingresos por el nivel de actividad y por los márgenes reducidos, podría haber un "nuevo problema de sobredimensión", en cuyo caso, dijo, "la respuesta sería una nueva consolidación".

Sin embargo, Goirigolzarri sí percibe la necesidad de afrontar un desafío continuado por la rentabilidad, más acuciante aún en un contexto de dificultad como el actual, caracterizado por bajos volúmenes de negocio, tipos de interés en niveles ínfimos, unos márgenes operacionales estrechísimos y un proceso inacabado de desendeudamiento de los agentes económicos. "La rentabilidad no puede estar por debajo del coste de capital, porque en ese caso no habría posibilidad de capitalizar las entidades y, por lo tanto, los bancos no podrían financiar la economía". "La sociedad no puede creer que los bancos no deban ganar dinero. Tendrán que ajustar sus beneficios, pero sin rentabilidad la banca no será una ayuda sino una rémora", opinó.

Junto con la mejora de la eficiencia mediante la rebaja de costes y el control de impagados, la banca debe afrontar a su vez, afirmó, el reto de restablecer su reputación, "reconociendo los errores del pasado", dotándose de "un código de valores" y "siendo intolerantes con su transgresión y las malas prácticas bancarias".

"El sistema financiero es imprescindible para el crecimiento y la solidez de la economía", agregó, y de ahí, precisó, "que se hayan salvado bancos" porque es la forma de "salvar a los ahorradores y depositantes". Bankia fue rescatada por el Estado con unos 20.000 millones. "De no haberlo hecho, sólo cubrir los 100.000 euros de ahorro que garantiza la ley por depositante, hubiese costado el triple: 60.000 millones. Y los ahorradores hubiesen perdido el resto del dinero. "Hoy", dijo Goirigolzarri, "Bankia está en condiciones de devolver la ayudas, financia la economía y compite".