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Distinción verdadera

El paisaje social y empresarial de Asturias ha tenido desde hace muchas décadas una referencia muy especial en Martín González del Valle, barón de Grado. Era inteligente, culto y afable, desde luego, pero destacaba sobre todo su constante afán en hacer bien su trabajo, o, como antes se decía, en cumplir con su deber, y en hacerlo con la mayor pulcritud, un apremio personal que se mantuvo vivo en él hasta el último día. Preguntaba mucho, escuchaba lo que le decían con verdadera atención y respeto, hablaba lo necesario y siempre bien, cuidaba en extremo las formas (a las que convertía en significados) y había llegado a una perfecto combinación entre la adecuación a los tiempos cambiantes y la preservación de sus antiguas lealtades, algo que, sean cuales sean esas lealtades, es siempre un rasgo de nobleza, reflejado en un delicioso libro, "Vivencias y semblanzas". La desaparición de este viejo y frondoso árbol deja en nuestro bosque un hueco muy visible, de esos que son imposibles de llenar, porque Don Martín era de veras distinguido, o sea, distinto.

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