Martín González del Valle, barón de Grado, era un hombre muy conocido en la villa moscona, donde pasó algunos de sus descansos vacacionales, ya que su padre era el marqués de la Vega de Anzo, un título que ahora tiene su sobrina, Pilar González del Valle. De su apego por el concejo quedan patentes algunos ejemplos como costear la iluminación exterior de la capilla de Los Dolores y la plaza que le da entrada para hacer al histórico edificio más visible.

De hecho, el barón de Grado creó un fuerte vínculo con la asociación Amigos de Grado, que a principios de la década de los noventa del pasado siglo le premió con el galardón Moscón de Oro por su labor al frente de Hidroeléctrica del Cantábrico y en el Banco Herrero. También acudió, siempre que pudo, a la ceremonia de entrega de los premios, de los que también fue jurado. Una relación que no terminó ahí debido a su estrecha amistad con el que fuera presidente del colectivo, el fallecido Javier Prada.

Y Martínez del Valle ayudó en todo lo que pudo en las aspiraciones de Amigos de Grado. "Era una especie de mecenas y su vinculación fue muy grande, siempre estuvo a nuestra disposición y lo hizo de una manera fluida, de tú a tú", afirma Claudio Menéndez de la Riera, presidente del colectivo.

El barón de Grado influyó considerablemente en la compraventa del edificio del Sagrado Corazón para rehabilitarlo como escuela de música. Desde el patronato de la Fundación Marquesado de la Vega de Anzo medió en favor de los objetivos de la asociación por su interés en promover actividades culturales. Además, Martín González del Valle sufragó los gastos y cedió los derechos de venta a Amigos de Grado del libro sobre la capilla de Los Dolores, escrito por la historiadora Isabel Ruiz de la Peña.