Leticia Fernández Velasco ha encontrado una técnica revolucionaria para descontaminar agua, Miguel Luengo ha descubierto que un videojuego puede agilizar el diagnóstico de la malaria. Los dos son asturianos y tienen 34 años. Ninguno investiga en Asturias, pero están juntos en la lista de los diez "innovadores" menores de 35 más prometedores de España, según el juicio de "MIT Technology Review", la revista que edita el Instituto Tecnológico de Massachusetts. Asturias es, con Madrid, la única provincia con dos investigadores en el "top ten" de la cantera científica española.

La malaria no es un juego, pero un juego puede acelerar el diagnóstico de la malaria y este descubrimiento aparentemente estrafalario ha llevado a la lista a Miguel Luengo, ovetense de 34 años. La herramienta se llama "MalariaSpot" y es un videojuego que ha encontrado el punto de fusión entre algo tan distante como el pasatiempo y la medicina, entre la diversión y el juicio clínico. "Era la primera vez que esos dos mundos se juntaban", asume el científico, "pero parece que no estaba loco", porque funciona.

El mecanismo es simple. Tal y como lo cuenta su ideólogo y fundador, doctor ingeniero de Telecomunicaciones por la Universidad Politécnica de Madrid, investigador especializado en biomedicina e inteligencia artificial y responsable científico de Global Pulse -la iniciativa de Naciones Unidas para aprovechar el "Big data"-, se sube a la red la imagen digitalizada de una gota de sangre y se reta a los jugadores a identificar parásitos. "En lugar de matar marcianos, se matan virus". Así de fácil. La enfermedad se detecta más rápido que al microscopio, se devuelven los resultados -luz roja o luz verde- en cuestión de minutos. Y puede hacerlo cualquiera, y es fiable, porque el método de diagnóstico habitual de la malaria es justo ése, un "conteo manual de parásitos". Sucede que en la ciencia estándar de toda la vida se toma una gota de sangre, se le añade un tinte, se coloca bajo un microscopio y se contabilizan los parásitos. En el videojuego, eso lo hace mucha más gente y mucho más rápido. Aunque los participantes no sean especialistas, aunque alguno se pueda equivocar, aplicando mecanismos de inteligencia artificial al análisis de "lo que hacen muchos jugadores sobre una misma imagen, el resultado es estadísticamente fiable", concluye Luengo. Su iniciativa, "hospedada" en la Politécnica de Madrid, ha cumplido tres años. Se ha probado sobre el terreno en un proyecto piloto en Mozambique y trabaja para perfeccionarse transformando el teléfono móvil en microscopio mediante la incorporación de una lente a la cámara: "Así no haría falta un microscopio gigante", apunta el ingeniero, "podríamos recoger muestras con el móvil en las zonas rurales".

La contribución de la gijonesa Leticia Fernández Velasco consiste en el descubrimiento de que determinados materiales de carbono nanoporosos presentan propiedades fotoquímicas. Sus poros, de diámetro ínfimo, sirven como filtro para retener determinadas sustancias que contaminan el agua. Leticia Fernández Velasco estudió Ingeniería Química en la Universidad de Oviedo e hizo el doctorado en el Instituto Nacional del Carbón (Incar), en La Corredoria. Desde 2013 trabaja en la Real Academia Militar de Bruselas, para el Ejército belga.

Aunque se presume que las propiedades fotoquímicas de los materiales de carbono sobre los que investiga la gijonesa pueden dar lugar a diversas aplicaciones, hasta la fecha las principales pruebas se han realizado en descontaminación de aguas. Y se han revelado como eficaces antagonistas de nuevos elementos contaminantes del agua que son resistentes a las técnicas convencionales de depuración. "Se pensaba que sólo materiales más caros, semiconductores, presentaban estas propiedades", explica la investigadora. Pero no. También estos materiales de carbono ejercen ese papel y además lo hacen incluso bajo radiación visible. Los poros filtran y aportan una ventaja: que ese filtro no llega a llenarse, sino que el material que acumulan se destruye en virtud de un proceso cuyas claves son desconocidas para los científicos. Velasco apunta una hipótesis: "Que una parte de la radiación solar incidente dé lugar a la generación de portadores de carga, los cuales difundirían a través de las capas grafénicas del material hasta alcanzar la superficie, y una vez allí y en contacto con el agua forman especies con un alto poder de oxidación, siendo estos radicales los que destruyen el elemento contaminante".