-¿No es desalentador que tras sucesivas reformas y un rescate europeo por 40.000 millones, la banca española aparezca en el penúltimo lugar de la UE por solvencia según la Autoridad Bancaria Europea?
-Lo importante es la tendencia. En España las ratios de capital crecen de forma endógena mientras la morosidad cae y hay crecimiento. En otros países la morosidad sigue subiendo, como Italia. Y en otros, como Alemania, la morosidad es baja, pero la rentabilidad también, por lo que cualquier aumento de la mora le impactará más. A la banca se le exigieron aumentos de capital y ahora lo importante es el análisis del modelo de negocio. Y en España el sector se ha reestructurado y en otros países, no. No sólo importa la capitalización, también la rentabilidad. La banca española está fuerte en términos de solvencia.
-Muchas voces vaticinan nuevas fusiones bancarias en España. Incluso parece sugerirlo el Banco de España. Pero el presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, no las ve, salvo que la excepcional política de tipos de interés ínfimos se prolongue cuatro años.
-Comparto la tesis de Goirigolzarri. Aunque el Estado no tiene vocación de permanecer en Bankia y BMN, y aunque algunas entidades de las antiguas cajas han podido quedar pequeñas o descolocadas (aunque son solventes), no preveo otra ronda de fusiones inmediata, salvo que persistieran mucho tiempo los tipos en el 0%, lo que obligará a ajustar costes. España ha hecho un gran esfuerzo de reestructuración y otros países no empezaron.
-La recuperación española se desacelera aunque sigue vigorosa. ¿Estaría en riesgo si cambian los factores extraordinarios como el euro y el petróleo baratos y los tipos tan bajos, y más cuando la deuda sigue alta y al alza?
-Esos tres factores exteriores son vientos de cola que nos están ayudando mucho, además de los esfuerzos propios que ha hecho España. Si esos tres factores cambiasen, nos afectaría. Pero España ha hecho muchos ajustes. En términos de flujo, nuestro saldo por cuenta corriente mejora, el empleo crece, los precios de la vivienda y de los activos se han estabilizado y parece que empiezan a crecer. La economía española, por lo tanto, está en la buena dirección, aunque persisten dos grandes problemas: una deuda total muy alta, pese a que el sector privado está reduciendo la suya, y un paro que aún sigue siendo muy elevado. La previsión es que seguiremos creciendo aunque quizá algo menos.
-Algunas reformas, como la financiera, comenzaron estando usted en el Gobierno, y el giro a los ajustes se inició en septiembre de 2009, antes de la crisis de deuda soberana de Europa en 2010. ¿Se sintieron poco reconocidos?
-Eso fue así y, cuando en septiembre de 2009 decidimos que el IVA subiera en julio de 2010, una vez que España saliera de la primera recesión, nadie nos apoyó. Los Gobiernos hacen lo que pueden y la sociedad (las familias, las empresas) se ajusta también por sí misma. Empezamos la reforma financiera, que luego se prosiguió. Tuve la suerte de servir en el Gobierno e hicimos lo que pudimos. No me siento molesto, sino todo lo contrario, porque las cosas vayan mejor.
-¿Cómo percibe a Asturias?
-Tenemos una economía con motor diésel y que en el largo plazo es bastante estable. No hubo muchos excesos en la época del "boom", como sí ocurrió en el Mediterráneo, y sufrió menos las consecuencias de la crisis. Pero tenemos dos retos: el demográfico (envejecimiento y pérdida poblacional) y desarrollar pymes con capacidad para competir en el mercado global.
-Si en la próxima legislatura se revisa el modelo de financiación autonómico, ¿no es probable que las regiones hoy más favorecidas, como Asturias, se resientan?
-Es probable que nos perjudique, pero el objetivo de Asturias no deben ser las transferencias que recibe, sino la capacidad de generar riqueza propia.
Viene de la página anterior
