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La lucha contra el cambio climático aboca a grandes recortes a las térmicas regionales

Asturias, la región más perjudicada por el vuelco en la política energética al depender de las centrales de carbón dos tercios de su electricidad

La lucha contra el cambio climático aboca a grandes recortes a las térmicas regionales

Los acuerdos que los países puedan alcanzar en la Cumbre del Clima que hoy comienza en París para frenar el calentamiento global conducirán a transformaciones a gran escala en los sistemas energéticos en el horizonte de los próximos quince años. El compromiso que Europa lleva a ese cónclave implica, entre otras medidas, la obligación de reforzar el avance de las energías renovables y recortar el uso de los combustibles fósiles en la generación eléctrica a medio plazo. La producción asturiana del kilovatios, altamente especializada en el carbón, con más de un millar de empleos y responsable de la emisión de unos doce millones de toneladas anuales de CO2, parte como la más expuesta de España a registrar recortes en los próximos lustros.

La reunión de París se inicia con el objetivo de que la suma de los compromisos de los más de 190 países participantes permita que a finales de siglo la temperatura media del Planeta suba menos de dos grados respecto a la registrada en la época preindustrial. La UE, y con ella España, acude con la siguiente oferta: que en 2030 sus emisiones de gases de efecto invernadero sean un 40% inferiores a las de 1990, que la eficiencia energética mejore un 27% y que la cuota de renovables en la energía final consumida sea también del 27%. Aunque Bruselas no ha fijado disciplinas individuales por países, la industria eléctrica española agrupada en la patronal Unesa y la consultora Boston Consulting han elaborado un informe sobre las transformaciones que, para adecuarse a esas metas, tiene ante sí el sector.

Más renovables. El referido documento determina que España deberá aumentar un 88% la potencia instalada de energías renovables, principalmente la eólica y la solar fotovoltaica. "Teniendo en cuenta que los ingresos de estas tecnologías en el mercado eléctrico no cubrirían sus costes de generación, harían falta mecanismos de apoyo y nuevas fuentes de financiación para las renovables", avisa el informe.

Plus de vida para las nucleares. El escenario que proyecta Boston Consulting considera que la potencia nuclear se mantendrá estable, lo que implica prolongar la vida útil de todas las centrales atómicas españolas, que cumplirán 40 años antes de 2030.

Menos carbón. El despliegue de las energías verdes, combinado con la continuidad de la generación nuclear, jibarizará el llamado "hueco térmico", la cuota de mercado de las centrales alimentadas por carbón y gas. Aunque al mismo tiempo el avance mismo de las tecnologías renovables, de funcionamiento intermitentes, exigirá un respaldo de potencia térmica firme que el informe cifra en 36 gigavatios. Ahora bien, los expertos de Boston Consulting trazan un escenario en el que las principales perdedoras son las térmicas de carbón, más intensivas en CO2 que los ciclos combinados de gas natural y a los sobrecostes que implicará el endurecimiento del comercio de emisiones que también prepara Europa. Se estima que durante los próximos quince años la capacidad instalada de generación con carbón se reducirá el 54% y que la producción anual agregada de estas centrales se hundirá el 77% respecto a 2014 (de 44 a 10 teravatios/ hora).

De confirmarse, esa reducción impactará a medio plazo, mediante cierres o recortes de actividad, en las siete regiones que tienen térmicas de carbón, a menudo alimentadas por minerales importados: Andalucía, Aragón, Asturias, Baleares, Castilla-La Mancha, Castilla y León y Galicia. La información que ha trascendido sobre el informe de la patronal eléctrica no precisa cómo podrían ser esos impactos regionales, pero el perfil del sector convierte a Asturias en la comunidad más expuesta a la necesidad de un vuelco energético. Dos tercios de la producción eléctrica de la región proceden de sus grandes térmicas (Aboño, Soto de Ribera, Tineo y Lada), si bien esa tasa se ha reducido tras el desarrollo de los parques eólicos en el Occidente y con las instalaciones de cogeneración. A principios de siglo, el carbón aportaba más del 90% de los kilovatios producidos en Asturias.

El sector eléctrico tiene un peso singular en el producto interior bruto (PIB) asturiano y es la tercera actividad industrial con mayor facturación, por detrás del metal y de las fábricas agroalimentarias. La abundante producción de kilovatios ha sido además un factor para la localización y consolidación de negocios industriales intensivos en consumo eléctrico. Y ha sido también un foco frecuente de quejas y protestas desde ámbitos ecologistas y vecinales por las emisiones contaminantes (óxidos de nitrógeno y de azufre, causantes del fenómeno de la lluvia ácida, y partículas en suspensión). Las inversiones en plantas de desulfuración y otras mejoras ambientales, unidas al cierre de los grupos más viejos e ineficientes, han rebajado esas emisiones de las térmicas. Las de CO2, responsables del cambio climático, son equivalentes a 12 toneladas por asturiano y año. Ninguna otra región alcanza un nivel semejante.

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