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El parado senior no encuentra la salida

Los desempleados de más de 40 años aseguran tener extremas dificultades para reengancharse al mercado laboral aun teniendo formación

Adela Sánchez y Mari Cruz García. RICARDO SOLÍS

El mierense Celestino López tiene 57 años y lleva los cinco últimos sin empleo. No cede al desaliento ni pierde la esperanza de reengancharse al mercado laboral, pese a que en alguna entrevista le han dicho que ya es "muy viejo" para trabajar. Pero López forma parte del grupo de parados que están encontrando más dificultades para hallar trabajo, el de aquellos que superan los 45 años. Este colectivo, formado por 40.821 asturianos (el 44% del total de parados), es el que menos se ha beneficiado de la caída del desempleo en el último año. "Nadie te quiere a esta edad; te miran como si fueras el demonio o como si pidieras algo raro, cuando en realidad estás ofreciendo tu experiencia", afirma el mierense.

El último trabajo de López fue en la farmacéutica Diasa, asentada en Turón y descrita en su día como un emblema de la reconversión industrial. "Pasé la prueba para el mantenimiento de exteriores y fue como llegar al cielo", afirma López. Poco sabía entonces que su descenso al infierno laboral empezaría en 2009 y terminaría un año después, con la quiebra de Diasa. López no ha vuelto a trabajar desde entonces, a pesar de que busca empleo cada día. Recibe el subsidio de desempleo para mayores de 52 años. Una ayuda para soportar las cuentas domésticas. Su mujer sí trabaja.

Según el Consejo Económico y Social (CES), la mayor parte de los desempleados de este grupo de edad vienen de la construcción y la industria. A menudo tienen un menor nivel educativo, lo que supone más trabas a la reinserción laboral. Por su edad, suelen tener además familiares a cargo e hipotecas por pagar.

Y si se es mujer las dificultades se multiplican. La corverana Adela Sánchez, mayor de 40 años, es incapaz de conseguir un puesto pese a que ha ampliado su formación. Es administrativo y está a un paso de acabar Empresariales. Pasó diez años en Tenerife, donde trabajó en hostelería, y regresó hace cuatro con una hija de ocho años. "No recuerdo cuando fue la última vez que vi juntos 300 euros... He cotizando solo por treinta minutos en el contrato, sin poder llevar al colegio a mi hija. Empecé a buscar trabajo como limpiadora porque creía que así tendría más flexibilidad horaria. Pero te das cuenta de que lo que te ofrecen no es trabajar, sino ser una esclava", opina. En la actualidad limpia para un banco: trabaja dos horas y media a la semana, por las que ingresa 60 euros. "¿Trabajar dos horas a la semana y cobrar 60 euros al mes es un trabajo? Yo me considero una parada. Nuestra generación es la peor tratada", protesta Sánchez.

Dolores García Jiménez, de 53 años y vecina de Las Vegas, entiende que haya que "dar oportunidades a los jóvenes" pero sostiene que "la edad supone experiencia". "En todos los sitios te piden experiencia y juventud; es imposible", critica. Casada y con dos hijas, lleva años parada. Trabajó como auxiliar de geriatría, en comercio y hostelería, pero dejó el mundo laboral hace doce años, cuando nació la menor de sus hijas. "Ahora no hay nada, ni para limpiar. A esta edad, ¿dónde me van a coger?", lamenta.

La corverana Mari Cruz García, de 47 años, tuvo su último trabajo. "Llevo mucho sin ingresar un euro. Sobrevivo con ayuda de la familia. Hice un curso para desempleados de moldes de escayola y me he presentado a pruebas para uno de cocina y otro de talla de madera", explica. Para todos ellos, una jubilación precaria se acerca mientras que el mercado laboral se aleja.

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