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La Asturias que innova

Los guardianes de internet

La compañía ovetense Inixa trabaja para evitar ciberataques a empresas y grandes corporaciones desarrollando programas informáticos para blindar la información

Los guardianes de internet

El trabajo de Julio Rilo, director general de la compañía ovetense Inixa, es como una carrera de fondo entre buenos y malos detrás de la pantalla de un ordenador. Haciendo un símil con la saga de la Guerra de las Galaxias, Rilo explica que está en el lado luminoso de la fuerza y que su labor consiste, precisamente, en frenar al lado oscuro. Su empresa se dedica al desarrollo de software (programas informáticos) para prevenir y repeler los ciberataques a otras empresas o corporaciones. Tienen que ir siempre un paso por delante de esos delincuentes de la red y no pueden bajar la guardia ni un segundo porque las consecuencias pueden ser nefastas. Un asalto de un malhechor informático podría ocasionar pérdidas millonarias para sus clientes, el robo de ingentes cantidades de datos, el cierre o, incluso, comprometer la seguridad nacional. "Esto es como el juego del gato y el ratón, creas un protocolo de seguridad que parece fuerte, pero a veces hay alguien que lo consigue romper y tienes que volver a empezar", resume.

Los ataques son cada vez más frecuentes y con mayores tasas de éxito. Y no es necesario ser un gran profesional. Hace unos meses, en Valencia, cuenta Rilo, una empresa tuvo que paralizar durante horas su actividad porque "un chiquillo desde una furgoneta con un portátil logró bloquear una red wifi. No midió las consecuencias de lo que estaba haciendo", explica. Y añade: "Estaba jugando, no quería hacer daño, pero ocasionó un gran problema porque cada camión que no salía de la empresa suponía unas pérdidas de unos 50.000 euros, y en toda una mañana no pudo salir ninguno", explica.

Inixa nació en 2006 de la mano de varios profesionales informáticos, un año en que los ciberataques aún no estaban muy extendidos, pero sus fundadores supieron ver que ese iba a ser un gran problema global a corto plazo. Ahora cuenta con 25 trabajadores, la mayoría en su oficina de Oviedo, donde se desarrolla la mayor parte de su actividad innovadora. Tilene también dos oficinas comerciales, una en Madrid y la otra en Valencia.

Para desarrollar su labor es fundamental el apoyo que Inixa encuentra en la Cátedra de Inteligencia Analítica Avanzada de la Universidad de Oviedo, que dirige el catedrático de Álgebra de la Universidad de Oviedo Santos González y a la que están ligados nombres como el de Efim Zelmánov, distinguido hace unos años con la medalla Fields (considerado como el Nobel de esta disciplina) o la catedrática de Matemáticas Consuelo Martínez. Los miembros de la Cátedra y la compañía ovetense participaron hace unos días en una feria en Madrid sobre ciberseguridad (llamado Ciber Camp).

Inixa es el guardián del sistema informático, por ejemplo, de Aena. Los datos de los casi cuarenta aeropuertos que esta compañía tiene en España son protegidos gracias a unos cortafuegos en forma de máquinas criptográficas que se han ideado, diseñado y ensamblado desde Oviedo. También el Gobierno de Perú o Corporación Alimentaria Peñasanta (Capsa), entre otras muchas firmas e instituciones, están en su nómina de "protegidos".

Todo son grandes corporaciones. "Son las que nos escuchan", bromea Rilo. Uno de los principales problemas que se encuentra a la hora de desarrollar su tarea comercial, relata, es el rechazo de muchos directivos que no ven en la seguridad de sus sistemas informáticos una amenaza real para su negocio. "Falta concienciación sobre el problema entre la alta dirección. Hay algo que se gestiona muy bien en este tipo de empresas, que es el riesgo financiero, y eso mismo tendría que ocurrir con la ciberseguridad. Pero no se está haciendo, y muchas empresas son aún reacias a invertir", critica. Y eso que las consecuencias pueden ser funestas. Según Rilo, uno de estos envites de los delincuentes de la red puede llegar a provocar que una compañía tenga que bajar la persiana. "A no ser que tenga un buen plan de contingencia tras un ataque la empresa puede llegar a cerrar en unos diez días", señala.

El número de ciberdelincuentes está creciendo de una forma brutal durante los últimos años. Y no solo eso, sino que más de la mitad de los ataques que acometen tienen éxito. "Ahora las pregunta que tiene que hacerse toda corporación es cuándo voy a sufrir un ataque, qué impacto voy a tener, y si tengo al personal formado", destaca el empresario.

¿Qué buscan estos delincuentes informáticos? "Lo que quieren es información, que al final es dinero hoy en día", señala Rilo. "Si alguien roba un portátil en un aeropuerto lo normal es que tire el aparato y se quede con la agenda de contactos, eso vale dinero", expone.

Muchos de los ataques a empresas están dirigidos por la competencia. "Por doscientos euros hay compañías que contratan a ´hackers´ del este de Europa que entran en los ordenadores de sus competidores y pueden ver en qué nuevos desarrollos están trabajando", explica. Estos son unos ataques que se denominan "dirigidos", pero Rilo asegura que, contra de lo que se pueda pensar, los no dirigidos son los más peligrosos. "Se trata de barridos brutales que se hacen desde China o Rusia y que solo buscan ordenadores para esclavizarlos. El objetivo siempre es el mismo: contactos, contraseñas, datos bancarios...", señala.

Ahora Inixa busca avanzar en nuevos métodos de seguridad y está dando el salto a la criptografía homomórfica, que consiste en un mejor cifrado de los datos mediante las matemáticas. También investiga sobre la biométrica, que se basa en usar una parte del cuerpo como contraseña para entrar en un sistema informático. Algo que ya adelantaron muchas películas de ciencia ficción, como el acceso mediante huellas dactilares, el iris, la autentificación por voz o, incluso, la lectura de las venas mediante unas cámaras llamadas hiperespectrales. Unos aparatos, estos últimos, a los que se pueden dar múltiples usos, como detectar bacterias en la leche. Un avance que Inixa también está empezando a investigar.

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