Arcelor-Mittal quiere congelar los salarios de sus trabajadores durante este año, propone un alza mínima en 2017 y 2018 (del 0,5%) y pide que, como estos últimos tres años, una parte de las nóminas esté ligada a los resultados de sus plantas (ahora un 8,5% de los sueldos se revisa trimestralmente en función del EBITDA). Esa fue, a grandes rasgos, la propuesta que la multinacional siderúrgica puso sobre la mesa de los representantes sindicales durante la negociación del acuerdo marco que se celebró ayer en la sede de la compañía, en el barrio madrileño de Villaverde. Las centrales pusieron el grito en el cielo tras conocer la posición de la multinacional, que, pese a que van dos meses de negociaciones, aún no había hablado de cifras concretas, y dejaron claro que no están dispuestos a mantener la variabilidad de los salarios. "Ésa es una línea roja que no vamos a traspasar", advirtió ayer, visiblemente enfadado, un sindicalista, tras salir de la reunión.

Ante la cerrazón sindical, la empresa aseguró que aceptaría negociar el porcentaje sobre el que aplicar la variabilización de los salarios. Pero ni a eso quieren entrar los sindicatos, que aseguran que el único acuerdo pasa por retirar esa medida. La multinacional siderúrgica justifica su propuesta asegurando que 2016 puede ser un año "dramático". No por la carga de trabajo, ya que las instalaciones asturianas tienen bastante actividad y pedidos en cartera, sino por el desplome de los precios a causa, ha asegurado ya en varias ocasiones, de la competencia desleal que llega desde China y que está inundando el mercado europeo de acero y sus derivados a un coste mucho menor que el que se fabrica en el viejo continente. La Unión Europea está comenzando a tomar cartas en el asunto y está imponiendo aranceles a este tipo de productos, después de la fuerte presión del sector para que lo hiciera.

Los sindicatos consideran que la variabilización de los salarios, vigente desde hace tres años, se tomó en una coyuntura diametralmente opuesta a la actual. "Por aquellas fechas no había pedidos, estaban muchas instalaciones paradas. Ahora no hay nada de eso; de hecho, las previsiones de trabajo son buenas", apunta un sindicalista.

En un intento por relanzar la negociación, los sindicatos habían ya rebajado hace unas semanas sus pretensiones iniciales de subida salarial. Pedían ahora un incremento del 0,5% para el próximo año, del 1% para 2017 y del 1,5% para 2018. Estos porcentajes no han convencido a la empresa, que, ante las perspectivas de que la amenaza china continúe, reclama un nuevo ajuste en el cinturón salarial.

Pero qué hacer con las nóminas no es el único punto de desencuentro. Los sindicatos y la empresa tampoco se ponen de acuerdo sobre la llamada jornada irregular, aquellas horas que la compañía puede disponer de sus trabajadores más allá de la jornada laboral sin tener que abonar horas extra. Las posturas están muy alejadas. La siderúrgica aseguró a las centrales que "es un tema capital, ya que se trata de una fórmula que ha funcionado", y que no quiere retirarla. Sin embargo, los sindicatos quieren fijarla en 40 horas, la mitad que ahora, y que sólo se pueda usar en vacaciones.

Después de dos meses de negociaciones, los avances han sido escasos y los sindicalistas comienzan a desesperarse y advierten de que "el tiempo se está acabando". La próxima reunión tendrá lugar el día 7 de enero, de nuevo, en la sede madrileña de Arcelor-Mittal.