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La nueva danza de las fusiones

El regulador reclama una nueva ronda de concentración y el sector se resiste, aunque la ve inevitable si continúa la política de tipos en el 0%

La nueva danza de las fusiones

El sector financiero español acometió desde 2009 una de las mayores concentraciones bancarias jamás hecha: redujo el sector (sin contar las cooperativas de crédito, en las que también hubo fusiones) de 58 a 13 entidades. Pero el Banco de España cree que las condiciones del mercado, los bajísimos tipos de interés, la insuficiencia del dinamismo de la economía, el elevado riesgo que aún perdura en los balances y el preocupante estrechamiento de márgenes por la insólita política de tipos de interés aconseja acometer una nueva ronda de integraciones. A lo largo de 2015, el gobernador, Luis María Linde, y el subgobernador, Fernando Restoy, hicieron sucesivos llamamientos a nuevas concentraciones.

El argumento es que, pese a los saneamientos realizados (25% del PIB), la reducción del 40% de las entidades (77% sin incluir cooperativas) y la supresión del 30% de las oficinas que había y del 28% del empleo (se eliminaron 80.000 de los 278.000 puestos de trabajo), la capacidad instalada (sobredimensionada en los tiempos de la euforia) sigue superando, a juicio del regulador, el volumen de negocio, y que, con los tipos del pasivo cercanos a cero, ya no hay forma de enjugar la caída de los intereses del activo salvo reduciendo costes (mejora de la eficiencia).

Algunos bancarios, como el presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, y el director del área de Relaciones con los Reguladores y Supervisores del Banco Santander, José Manuel Campa, sostienen que sólo será necesaria una nueva concentración si la política monetaria ultraexpansiva del BCE se prolongase 3 ó 4 años. Ángel Ron (Popular) tampoco percibe fusiones inmediatas pero sí más adelante. Los bancos pequeños se resisten a hablar de ello, salvo Abanca, que ha dicho que está dispuesto pero para comprar a otros.

El Banco de España mantiene que aún hay demasiadas oficinas por habitante en España (siempre hubo más que en el resto de Europa) y el director general adjunto de tecnología y operaciones del Santander, Adolfo Ramírez, opinó en diciembre que para ser rentable el sector aún debería bajar a 11.000 oficinas.

Las fusiones es una forma de mejorar la rentabilidad ganando cuota de mercado y reduciendo costes por supresión de redundancias en servicios centrales, oficinas duplicadas y, en consecuencia, empleo. Además de este efecto inquietante, las principales críticas a seguir concentrando el sector son tres: reducción de la competencia hacia una suerte de oligopolio, riesgo de exclusión financiera en zonas poco rentables, y creación de gigantes bancarios con mayor riesgo sistémico en futuras crisis. El regulador minimiza la relevancia de estas objeciones.

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