Los sindicatos dieron ayer un ultimátum a la dirección de Arcelor-Mittal en España: o la semana que viene se llega a un pacto sobre el nuevo acuerdo marco, o, de forma inmediata, habrá movilizaciones. La amenaza la pusieron sobre la mesa al final de la reunión -la séptima en dos meses- que se celebró ayer en Madrid para intentar cerrar el convenio, y en la que, de nuevo, no hubo avances.

Las diferencias entre las partes están en dos puntos clave. La empresa quiere mantener a toda costa el tramo variable del salario y contar con una amplia bolsa de horas de las que disponer de sus trabajadores sin tener que abonar horas extra. Los sindicatos rechazan de forma frontal ambos planteamientos y piden a la multinacional que dé marcha atrás y aplique ya un "incremento real" de los salarios, acorde con la fuerte carga de trabajo que están soportando las instalaciones asturianas. Además, criticaron "la poca flexibilidad" de la compañía al negociar.

El escollo principal es el de la variabilidad salarial. Las centrales quieren que se elimine de raíz, ya que aseguran que se trata de una medida excepcional que se adoptó hace tres años, cuando el mercado del acero mundial estaba en caída libre. Uno de los dos hornos altos de la multinacional en Veriña (Gijón) estaba, por aquel entonces, parado, lo mismo que muchas de sus instalaciones. La situación ha dado ahora un giro radical y, aunque pesa la amenaza del acero barato chino que inunda los mercados internacionales, las previsiones de producción para los próximos meses son buenas y las fábricas están trabajando a todo gas, defienden los sindicatos.

La multinacional sólo está dispuesta a revisar esa variabilidad de los salarios por la que una parte de las nóminas (el 8,5%) se vincula a los resultados de las factorías y a una serie de "parámetros técnicos". Los objetivos a cumplir, con diferentes ponderaciones, son: resultados económicos, frecuencia de accidentes, servicio al cliente y absentismo. La nueva propuesta que presentó ayer la compañía es ligar esa parte variable de los sueldos única y exclusivamente a la evolución del Ebitda. Pero la fórmula tampoco convence a los sindicatos, que creen que así también seguirían perdiendo dinero cada trimestre, cuando se lleva a cabo la revisión. "Ése es un sistema que está quemado, que debería dejar de aplicarse", sostuvo ayer un sindicalista al término de la reunión.

Las centrales estiman que mediante ese método de calcular las nóminas sus sueldos se han recortado en un 6% de media en los últimos tres años. Ni en los meses en los que las instalaciones asturianas lograron los mejores resultados económicos y estaban produciendo a su máxima capacidad consiguieron recuperar ese 8,5% por completo.

La otra traba importante para el acuerdo es la jornada irregular. La empresa defiende que se trata de un sistema que ha funcionado, mientras que los sindicatos acepta que se reduzca a la mitad -dejarla en 40 horas- y fijar una serie de requisitos a la hora de aplicar esas horas de libre disposición. La próxima y decisiva reunión tendrá lugar el miércoles.