La aún corta vida de Gesinne empezó por una necesidad que acabó convirtiéndose en negocio. Algunos de los emprendedores ahora vinculados a esta compañía gijonesa buscaban una máquina muy específica que les permitiera mantener una tensión estable en las instalaciones eléctricas de sus empresas, lo que a corto plazo permite ciertos ahorros en la factura de la luz y que con el tiempo evita, además, el desgaste de muchas máquinas por los vaivenes que producen las subidas y bajadas de la tensión en la red. La búsqueda era casi siempre infructuosa. Había productos en el mercado, pero la mayoría de ellos fallaban como las escopetas de feria.

Ni cortos ni perezosos, se lanzaron a la aventura y dedicaron casi un año a investigar cómo lograr lo que no encontraban. Al final, lo que hicieron fue dotar de inteligencia a las máquinas similares que había en el mercado. "Equipos de ahorro activo había cientos, pero no así; nunca conseguías que te explicaran cómo funcionaban", asegura Jesús Alonso Vallaure, consejero delegado de Gesinne. Conscientes de que podían haber descubierto algo importante, lo llevaron a la Universidad de Oviedo, con la que tienen una muy buena relación, para que les evaluara si su equipo podría funcionar. De aquella experiencia salieron hinchados de razones para lanzarse a la aventura empresarial. "Nos dijeron que teníamos un Ferrari; lo que nos faltaba era echarlo a andar por las calles", asegura Vallaure. Y lo hicieron. En noviembre empezaron a comercializar sus máquinas, una especie de armario desde el que se controla el sistema eléctrico de sus clientes, y ya miran incluso hacia los mercados internacionales o a adaptar su invento a los hogares.

Tan convencidos están de las posibilidades de su técnica, que la han patentado para evitar que la competencia les copie. En concreto, lo que presentaron ante la oficina de patentes es el sistema electrónico que controla la instalación eléctrica, bautizado como el "bypass", un mecanismo para poder desconectar el equipo de la red sin que se produzca un corte en el suministro. Otro factor que les diferencia de sus competidores.

Antes de poner todo en marcha hicieron sus pruebas en dos edificios públicos: el de la Consejería de Industria, en la plaza de España de Oviedo, y la sede de la Autoridad Portuaria de El Musel, en Gijón. En ambos casos lograron unos importantes ahorros, aseguran. Su ingenio les ha llevado a ser finalistas del Premio del Centro Europeo de Empresas e Innovación (CEEI) al mejor proyecto innovador.

El responsable del departamento de Ingeniería de Gesinne, José Manuel Piedra, explica que el modo de distribución eléctrica español presenta varios problemas. Uno de ellos es que la misma red tiene que alimentar a lo largo de su trayectoria a industrias o empresas de lo más diverso. "Puede pasar que estés colocado el primero, muy cerca de la subestación, y tengas unos topes de tensión muy altos, pero si estás al final, sueles estar fastidiado porque, por lo general, suelen producirse muchas pérdidas por el medio", asegura Piedra. Y explica: "Todos los que están por el camino van a ir entrando y saliendo, y si se ponen muchos a la vez a trabajar, puede haber fluctuaciones muy grandes".

Gráficamente, Vallaure resume: "Lo que hacemos es ponernos en el medio, entre la distribuidora y la empresa, para controlar esas variaciones". Según señala, "si recibieras la tensión que necesitas nominalmente por el suministrador, no habría ningún problema, pero, por cuestiones económicas, estas compañías no pueden tener una oferta comercial para cada uno de sus clientes".

Una de las dificultades que se encontraron fue cómo entrarle al sistema trifásico que suelen utilizar la mayoría de las instalaciones eléctricas. "Hay veces que pueden estar desequilibradas", explica José Manuel Piedra. Su sistema logra estabilizarlas. "En España hay desfases, pero hemos visto que en otros países es incluso muchísimo peor", destaca Piedra, "y un desequilibrio de la tensión puede hacer bajar el rendimiento de un motor de hasta un 75%, y eso acarrea averías y, consecuentemente, gasto elevado en mantenimiento".

Un buen nicho de mercado en estos primeros meses de actividad comercial lo han encontrado en el sector de las máquinas recreativas o bingos de la costa levantina. Por aquellas tierras, expone Vallaure, "que un aire acondicionado se estropee por una alteración de la tensión puede provocar que los clientes no entren en el local". Al final, asegura, cuenta más lo que se puede ahorrar gracias a evitar tener que llamar al técnico que en la factura de la luz. "Con este equipo tienen garantizado que por elementos externos no se les va a caer el sistema", señala Alonso Vallaure. Su cartera de clientes es de lo más diversa y en ella hay desde fábricas de pienso hasta empresas que se dedican a la distribución de componentes eléctricos.

Ahora, visto que su producto funciona, quieren poner un pie al otro lado del Atlántico y ya han estado explorando las posibilidades comerciales de países como la República Dominicana. Y están investigando para adaptar el sistema al sector doméstico.

La compañía cuenta con siete empleados y prevé aumentar plantilla. Su centro de producción y su departamento de investigación y desarrollo (I+D), que dirige el doctor en ingeniería industrial Rafael Collantes, está en Madrid, aunque la firma aspira a traer el primero de ellos a Asturias en breve. En el Principado tienen su sede, en pleno corazón del Parque Tecnológico de Gijón. Allí, en su diáfana oficina, lo primero que se encuentra un visitante nada más abrir la puerta es uno de sus armarios eléctricos de color verde que controlan las variaciones de tensión del local. "Es de los más pequeños; los hay gigantescos", subrayan sus creadores.