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ÁLVARO CUERVO | Catedrático emérito de Economía de la Empresa

"Quisiera ver otra actitud en la región, un deseo de cambiar y de liderar algo"

"Que haya tres cámaras de comercio o dos puertos refleja que a la sociedad le cuesta mucho desarrollar un proyecto de Asturias"

Álvaro Cuervo. IRMA COLLIN

Álvaro Cuervo (Carreño, 1942), catedrático emérito de Economía de la Empresa y director del Colegio Universitario de Estudios Financieros (Cunef), reflexiona sobre la economía asturiana, la empresa y el efecto económico de las infraestructuras. Reclama para Asturias una actitud más proactiva de la sociedad regional, el impulso de un proyecto ilusionante de región, la superación de los localismos, las ganancias de tamaño de las empresas y su internacionalización, una mayor predisposición al cambio y un criterio más selectivo y menos disperso de los empeños regionales.

-¿Cuáles son los mayores desafíos de la economía asturiana?

-El hecho objetivo es que somos algo más de un millón de habitantes, con una población envejecida y en descenso, y con baja tasa de actividad. Pero es más preocupante la actitud. Parece como si estuviéramos condenados a aceptar la situación de decadencia y sus consecuencias.

-¿La tasa de actividad es el punto más vulnerable de Asturias?

-En efecto, lo más preocupante no es la tasa de paro, sino la tasa de actividad, que incluye la gente que trabaja y la que desea trabajar.

-Estamos ante la pescadilla que se muerde la cola: el bajo crecimiento tiende a reducir la tasa de actividad y viceversa.

-Si no hay tasa de actividad, no hay creación de riqueza. Se necesitan más trabajadores y generar mayor valor añadido.

-¿Cuánto de importante es la actitud?

-La economía asturiana se va a recuperar arrastrada por la economía española. Pero me gustaría ver una actitud más proactiva y que manifestásemos un deseo de cambiar y de liderar algo, como ocurrió, por ejemplo, en los años 60, cuando se impulsó el Hospital General de Asturias con un sistema de incentivos adecuado.

-Pero el Hospital General fue una iniciativa pública, y ahora hay demonización del papel del sector público en la economía

-¿Y qué importa que sea público o privado? Lo importante no es que sea público o privado, lo importante es que la sociedad se movilice y acepte el cambio

-¿Y ahora no se percibe ese cambio?

-En este momento estamos centrando la discusión en lo viejo, como, por ejemplo, limitando el problema de la competitividad de la industria al coste de la energía. Esto es demasiado simple. No nos atrevemos -ni en Asturias ni en España- a optar por tres o cuatro actividades y apostar por ellas. Hay que seleccionar proyectos. No podemos dispersarnos con tantos "clusters" y centros tecnológicos. Tenemos que centrarnos en uno o dos. El problema es que la sociedad está más predispuesta al efecto regadera, al café para todos, en vez de ser selectivos.

-¿Qué propone?

-Apostemos, discriminemos positivamente a favor de las empresas internacionalizadas, las que tengan más del 50% de su negocio fuera España, e incentivemos a las que tienen entre el 25 y el 50%. Con la economía ocurre como con la docencia: si queremos cambiar las sociedades es preferible centrar los esfuerzos en los alumnos más aventajados y no en los rezagados, porque son los aventajados los únicos que pueden garantizar el efecto arrastre que beneficie a toda la sociedad.

-Usted relativiza dónde esté la sede de la empresa, aunque sí da importancia al llamado efecto sede de cada empresa en el territorio.

-Se dice que hay pocas empresas de Asturias. Pero a mí no me importa tanto el número de empresas con sede en Asturias como las que, teniéndola aquí o no, producen efecto sede en Asturias. Hay empresas asturianas que no lo hacen y otras que, siendo foráneas, sí lo ejercitan. Tenemos que centrar la atención en éstas últimas. Otro rasgo característico de Asturias es que los asturianos somos capaces de crear empresas pero, cuando éstas llegan a un tamaño determinado, es frecuente que el empresario deje de serlo, venda la empresa y se convierta en inversor financiero; o sea, que hemos perdido un empresario y ganado un rentista. Tenemos que hacer cosas grandes y no ser grandones.

-¿Pero no faltan más empresarios y emprendedores en Asturias?

-¡Hombre, sí! Pero la pregunta es por qué en una sociedad surgen o no los empresarios. Si se gana más dinero con una concesión que haciendo un proyecto empresarial, si con una recalificación se puede obtener más beneficio.., habrá menos empresarios.

-Usted apela a la responsabilidad de la sociedad. Y esto es novedoso, porque lo habitual es que la sociedad responsabilice a sus representantes de lo que la propia sociedad demanda y exige.

-Los cambios se pueden impulsar con un liderazgo fuerte. Pero lo más significativo es lo que la propia sociedad refleja. Que en Asturias haya tres cámaras de comercio, dos puertos (en vez de uno con dos bocanas) y otros hechos análogos reflejan que a la sociedad asturiana le cuesta mucho desarrollar proyectos verdaderamente regionales y un proyecto de Asturias. Es un problema de la sociedad. En Asturias somos localistas. Fuera hablamos de Asturias pero dentro somos localistas. Es un comportamiento de aldea.

-Asturias ha vivido muy concentrada en los últimos decenios en la demanda de infraestructuras, a las que ha confiado su gran apuesta estratégica. Con independencia de que las vías de comunicación pueden traer pero también llevar riqueza, usted plantea el coste de oportunidad: qué otras cosas se pueden hacer con esos recursos.

-Tendríamos que haber hecho más esfuerzos en la conexión e integración de los modos de transporte. Nos hemos centrado demasiado en el efecto del AVE como símbolo de modernidad y apertura. En España hemos olvidado opciones más prioritarias. Es muy difícil de justificar que España sea, después de China, el país del mundo con más kilómetros de ferrocarril de alta velocidad. Si el resto de los países avanzados no han hecho esa apuesta inversora, alguna razón habrá. Nunca reflexionamos sobre las opciones y las consecuencias. Creemos que los proyectos públicos no tienen coste. Nunca pensamos que el dinero que se destina a una inversión se está quitando de otra. No analizamos las alternativas a determinadas inversiones, ni priorizamos los proyectos ni evaluamos el despilfarro que suponen determinadas decisiones. No se entiende que en una sola generación hayamos visto la sustitución de cinco estaciones de ferrocarril en Gijón.

-Los votantes lo quieren todo y no renuncian a nada (infraestructuras, subvenciones a líneas aéreas, servicios públicos...), a la vez exigen impuestos bajos y además no se responsabilizan de los déficits que se generan por ese doble juego de más gasto y menos ingresos, y que atribuyen a los "gobiernos manirrotos". ¿Falta mayor responsabilidad?

-Por supuesto. ¡Hasta ahí podríamos llegar! Cuando la sociedad demanda un servicio o un bien no reflexiona para qué y para quién. Se demanda por el mero hecho de que se oferta. Pero no creo en absoluto que la sociedad sea exigente con los déficits públicos. Se apoyan las energías renovables pero no se asume el coste, y se genera una deuda tarifaria de 30.000 millones para que la paguen los nietos. Por eso se piden más y más cosas: la deuda la pagará la generación futura.

-La necesidad de cambio y de apertura a la innovación que usted preconiza para las empresas ¿no precisaría asimismo un cambio de actitud y de las estructuras de decisión de las compañías, evolucionando a esquemas de poder menos verticales y más horizontales, con menos dirigismos personalistas?

-Las empresas que se pueden permitir estructuras personalistas y comportamientos ineficientes de directivos es porque no operan en mercados competitivos. En un mercado cautivo te puedes permitir estructuras presidencialistas ineficientes y que no faciliten la innovación interna. En un mercado abierto, o eres competitivo o desapareces. La capacidad de innovación y el capital humano son cruciales. Hay que visualizar proyectos, nuevas ideas, comunicarlas y favorecer el cambio. La empresa debe aprovechar el capital humano y que todo el personal que tenga ideas e iniciativas reciba incentivos.

-¿Es relevante la innovación interna?

-Los grandes cambios suelen proceder de fuera. Y no surgen tanto de los grandes operadores como de los pequeños. El cambio suelen imponerlo desde fuera. La empresa tiene que tener ojeadores que vean lo que ella no ve. En un mercado abierto, todo el mundo está cambiando. Tienes que tener capacidad de respuesta para adaptarte, liderar los cambios e integrarlos. Las empresas tienen que tener actitud para buscar fuera aquello que no tienen y, a la vez, promover el talento interno.

-La excesiva atomización empresarial en España y en Asturias ¿es un grave inconveniente?

-En el sector servicios el tamaño es menos importante que en la industria, donde la productividad depende del tamaño. Tampoco favorece que la sociedad permita la supervivencia de la ineficiencia. Si la sociedad rechaza la movilidad y el cambio, sobreviven muchas empresas con subvenciones. Se precisan empresarios que sueñen con construir imperios.

-Pero muchos empresarios renuncian al crecimiento de los negocios para no perder su control.

-Este comportamiento es habitual en las empresas familiares. Es uno de los aspectos más negativos porque frenar el crecimiento puede afectar a la empresa y limitar la capacidad de generación de riqueza.

-¿Sigue ganando peso la empresa en el exterior?

-Estamos ganando cuota de mercado.

-Pero esto viene ocurriendo en la crisis desde 2009. No es reciente.

-Sí, eso quiere decir que algo estaremos haciendo bien.

-¿No es sólo por la ganancia de competitividad derivada de la reducción de salarial desde la reforma laboral de 2012?

-La rebaja salarial no es tan importante. Fenómenos empresariales españoles en el mundo como Inditex (Zara) no se explican por los bajos salarios, y tampoco la competitividad internacional de algunos astilleros avanzados como Gondán, por poner un ejemplo nuestro. La rebaja salarial es temporal. La creación de empleo, el crecimiento de la economía y la necesidad de más capital humano impulsarán los salarios al alza.

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