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La maldición del petróleo barato

Las bolsas se hunden con el crudo, en vez de festejar la energía asequible, por el temor a los efectos secundarios negativos

El petróleo muy barato está creando perturbaciones en los mercados, hundimiento de las bolsas, inestabilidad financiera e inquietud. El boletín mensual del Banco de España identificó en enero la depreciación del crudo como una de las causas de la volatilidad e incertidumbre. Aunque están operando más factores distorsionadores (las dudas sobre China, la ralentización global, la divergencia de las políticas monetarias de los principales bancos centrales y otros), el comportamiento de las bolsas evidencia el temor a los efectos dañinos de la rauda e intensa bajada del precio de los hidrocarburos.

Aunque la lógica dice que las bolsas de los países importadores deben subir cuando el petróleo baja (la depreciación del crudo abarata los costes energéticos de las empresas, aumenta la capacidad adquisitiva de los ciudadanos y transfiere renta de los países productores a los consumidores, mejorando el saldo exterior de las economías energéticamente dependientes), lo que está ocurriendo ahora es una inversión de esa correlación, de modo que, en contra de lo que sería esperable, las bolsas de todos los países (exporten o importen crudo) se hunden con el precio del barril y sólo remontan cuando lo hace el petróleo.

Este acompasamiento de los índices bursátiles y de la cotización del "oro negro" está reflejando el nerviosismo por el virulento derrumbe de las cotizaciones petroleras y por el temor a posibles causas ocultas y a efectos de segunda ronda. Hoy el crudo está en precios mínimos que no se veían desde 2003. Pero más significativo que esto es la intensidad y rapidez del desplome (de los 115 dólares el barril de petróleo Brent de junio de 2014 a los 34,74 del viernes, un desmoronamiento súbito como no se veía desde 1871, salvo cuando estalló la crisis en 2008) y la duración de la fase bajista: desde 1990 los abaratamientos del petróleo nunca rebasaron los 12 meses y ahora llevamos 18 y no se ve el final.

Anticipa crisis. El miedo que se ha instalado en el mundo al petróleo barato no es injustificado. Como advirtió el economista Juan Ignacio Crespo, desde 1950 todas las caídas intensas o elevaciones bruscas de las materias primas han coincidido con el comienzo de recesiones o se han adelantado a ellas. En general, cualquier tipo de comportamiento extremista de un indicador anticipa perturbaciones con efectos secundarios indeseables. Incluso las tendencias benignas y favorables se vuelven perniciosas cuando transgreden un umbral razonable. Como en cualquier otro ámbito, lo que es óptimo dentro de un determinado baremo se vuelve pernicioso cuando se rebasa ese rango por exceso o por defecto.

PIB y deuda. La primera evidencia inquietante es que el abaratamiento de la principal fuente energética del planeta (el petróleo aporta un tercio de la energía primaria que consume el mundo) no está siendo suficiente para impulsar la economía global con la intensidad que cabría esperar porque otros factores están actuando en sentido contrario. Según Oxford Economics, por cada 20 dólares que se abarata el barril, el PIB global crece el 0,4%. Desde junio de 2014, el barril bajó de precio 80,26 dólares, lo que debería haber aportado 1,6 puntos al crecimiento mundial. Pero el FMI y el Banco Mundial acaban de corregir no al alza, sino a la baja, sus previsiones económicas para 2016 y 2017, y hablan de desaceleración y de crecimiento "decepcionante". Y ello pese a los tipos de interés en mínimos y a la expansión monetaria de los principales bancos centrales, incluido el de EE UU, con tipos aún muy bajos pese al aumento de diciembre y sin perspectiva próxima de que la Reserva Federal vaya a reducir su balance.

La insuficiencia del crecimiento mundial del PIB es aún más llamativo en la medida en que en el cálculo del producto interior bruto se contabilizan los "stocks", y en tanto que los almacenamientos de petróleo (por el exceso de oferta y por el precio atractivo) están a rebosar: según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), los inventarios de crudo aumentaron en 1.000 millones de barriles entre mediados de 2014 y diciembre de 2015, y sólo en América, Asia y Europa suman 4.400 millones frente a los 3.800 millones de media en los cinco últimos años.

Un PIB poco dinámico y una inflación muy baja (e incluso negativa) a causa del crudo barato dificultan a su vez la solución de uno de los más graves problemas que atenazan a la economía mundial: la excesiva deuda privada y también pública, dos factores -sobre todo, el primero- que estuvieron en el origen de la Gran Recesión y que siguen hoy dificultando la superación de la crisis.

EE UU y China. En el atemorizado comportamiento de las bolsas por la caída del petróleo subyace además el miedo a que el crudo esté reflejando -entre otros factores- una desaceleración de China (segundo consumidor mundial) superior a la que acaba de reconocer Pekín: un aumento del 6,9% del PIB en 2015, el menor crecimiento en 25 años.

EE UU (mayor consumidor y mayor productor de crudo en 2014) es otra fuente de preocupación porque buena parte de su crecimiento y de la creación del empleo en los últimos años se atribuye a la importante inversión acometida en el desarrollo de su industria de "fracking" o explotación de petróleo ligero y gas de esquisto mediante las técnicas de fractura hidráulica y perforación horizontal. El sector petrolero dio trabajo a 650.000 personas en 2014 en EE UU. La guerra de precios a la baja amenaza a numerosos campos de explotación con costes de producción y umbrales de rentabilidad no conciliables con precios inferiores a los actuales. Este factor y el posible agotamiento de la recuperación estadounidense (la actual fase expansiva de EE UU es la cuarta más prolongada de su historia) están restando a la mayor potencia mundial parte de su capacidad de arrastre sobre la economía global. El retraimiento del 62% de la perforación de petróleo y gas ha eliminado el 10% de la producción extractiva y minera total del país. La OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) dijo en su informe de enero que espera que los países ajenos a este cártel reduzcan su producción este año en 660.000 barriles diarios, de los que 380.000 confía en que los recorte EE UU.

La Bolsa de EE UU, que estaba en máximos, se ha dejado el 20%: en parte, por la subida de tipos en diciembre y por la retirada previa de estímulos monetarios, con el consiguiente alza del dólar, y en parte por el empeoramiento de la perspectiva industrial y el anómalo precio del petróleo.

Unas y otras causas, junto con la suspensión de inversiones petroleras a la espera de que suba la cotización, motivó el fuerte correctivo sufrido por el PIB de EE UU, que avanzó el 0,7% en el cuarto trimestre de 2015 frente al 2% de aumento en el anterior.

Emergentes. Un enfriamiento de la economía de EE UU dejaría al mundo sin una locomotora clara, una vez que los países emergentes, que ejercieron de cabezas tractoras durante buena parte de la crisis (llegaron a aportar el 50% del crecimiento mundial), están ahora sufriendo en muchos casos el debilitamiento de sus economías por el alza del dólar y el aumento en consecuencia de sus deudas en esa moneda, la salida de capitales y los menores ingresos petroleros. Brasil, Venezuela y Ecuador ya están en recesión y el FMI prevé que el conjunto de Latinoamérica incurra en 2016 en decrecimiento (-0,3%) por segundo año consecutivo, lo que no ocurría desde 1980. Esto es motivo de particular cautela para países como España, con una elevada exposición al área. La Bolsa española es por ello muy sensible a esos países.

Guerra de divisas. El petróleo excesivamente barato deprecia las monedas de los países productores en distintas regiones del mundo. El rublo, castigado por el crudo (Rusia es el tercer mayor productor) y por las sanciones internacionales a Moscú, cayó en enero a su menor cotización histórica frente al dólar. El PIB del país retrocedió el 3,7% en 2015, su mayor caída en seis años y amenaza las finanzas públicas: el país diseñó su presupuesto para 2016 sobre la base del crudo (su principal fuente de ingresos) cotizando a 50 dólares. El viernes cerró en 34,7 dólares. El déficit de los países petroleros puede abrir la espita de las devaluaciones competitivas, y más cuando no se sabe cuánto tiempo más está dispuesto el Banco Popular de China a seguir gastando sus cuantiosas reservas para defender el yuan, y más si otros países deprecian sus monedas. Si se precipita la dinámica, costará frenarla.

Caída de la demanda. Incluso los países con más reservas petroleras y menores costes de producción, como Arabia Saudí, han entrado en déficit fiscal por la baja cotización del crudo, su principal fuente de ingresos. Riad ha admitido un descubierto presupuestario del 15% del PIB en 2015. El cese de las inversiones petroleras públicas y privadas (en 2015 se cancelaron proyectos por un importe de 350.000 millones por ausencia de expectativa de rentabilidad) aminora la demanda global cuando la economía mundial está precisamente falta de más inversión y de más consumo para romper el maleficio de la crisis e impulsar el PIB y el empleo en el planeta. Los recortes presupuestarios (que dañan a muchas empresas proveedoras del mundo desarrollado) no se limitan al ámbito petrolero. Otras muchas inversiones en países petroleros, como el AVE del desierto, se ha ralentizado. Y esto también hace caer las bolsas.

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