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La Asturias que innova

La innovación que viaja en caja

La empresa langreana Encaja ha patentado una nueva forma de embalaje en un sector en el que la I+D prácticamente no existía

Uno de los empleados de la compañía, en Riaño. FERNANDO RODRÍGUEZ

Jesús Álvarez es un innovador en un sector en el que prácticamente nunca se había innovado. Su empresa, Encaja, dedicada a fabricar embalajes, va ya por la tercera generación. Una barrera que muy pocas logran superar. Como la empresa, se ve que el carácter innovador viene de familia ya que fue a su padre, Antonio Álvarez, a quien se le encendió la bombilla y se le ocurrió hacer una caja donde las paredes estuvieran unidas mediante una especie de grapas que son más fáciles de montar y desmontar, son reutilizables, más ligeras y con más resistencia e impermeabilidad que las convencionales. Esa idea se ha convertido en su producto estrella, llamado Ecocaja, que les ha hecho dar un tremendo salto en su producción y llegar a muchos más clientes y abordar mercados internacionales.

Vistas las oportunidades comerciales del producto se apresuraron a patentarlo, y a producirlo en serie. Y, lógicamente, a venderlo. Pero no eligieron los canales tradicionales, sino que siguiendo su carácter innovador optaron por hacerlo a través de las redes sociales. La estrategia, de las llamadas 2.0, funcionó a las mil maravillas y la cartera de clientes ha ido creciendo con fuerza en los últimos años. "Sobre todo gracias al blog", presume Álvarez. Allí cada entrada que hacen se cuenta por miles, y muchos de los que pinchan acaban convirtiéndose en clientes.

Desde el polígono industrial de Riaño (Langreo) esta compañía ha conseguido darle un giro completo al sector de los embalajes, que apenas había avanzado en décadas. No sólo han diseñado la caja, sino también las máquinas para fabricarlas de forma industrial. Ahora trabajan en una nueva que ayude a ahorrar tiempo y dinero.

"En épocas de bonanza mi padre detectó que el problema que tenía la industria era de almacenaje", asegura, para solucionarlo se le ocurrió diseñar una caja desmontable que diera más agilidad a las compañías que tenían sus miras puestas en la exportación. Pero el proceso fue largo. Tardaron varios años en hacer todo el montaje necesario para fabricar el producto, estuvieron, incluso, varios meses para poder formar al personal para manejar la maquinaria. Pero en 2014 arrancaron y pusieron velocidad de crucero. Sólo en el último año han conseguido duplicar su plantilla. Ahora son una veintena de trabajadores. "En nuestras cajas viajan desde complejos motores de combustión a delicadas obras de arte", presume orgulloso Álvarez.

Y no han perdido su esencia innovadora ni su vocación internacional. Tienen varios registros para proteger sus productos de la feroz competencia. Su último diseño ha sido un palé capaz de aguantar un mayor peso. Era una necesidad de un cliente, que ha acabado convirtiéndose en una fructífera nueva línea de negocio. También desarrollan nuevos sistemas de embalaje, como airbags o productos de protección térmica para exportadores.

Álvarez defiende que su empresa sigue una ecuación a rajatabla que el propio empresario ha ideado. Es algo así como "I al cuadrado más M". Desplegada, la fórmula queda así, la "doble I viene de innovación, tanto comercial como en el desarrollo de nuevos productos". La "M" que falta se corresponde, señala Álvarez, con el medio ambiente. "La nuestra es una caja ecológica, reutilizable, que no genera residuos y que cumple a rajatabla la estricta legislación europea sobre residuos", señala.

Ahora tienen centros de producción en Madrid y Cataluña y están próximos a abrir uno nuevo en Navarra. Y quieren replicar su modelo de fabricación en otros países. Caja a caja han ido cimentado su negocio.

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