Arcelor-Mittal inició esta semana las pruebas para contratar a más de doscientos trabajadores eventuales que darán el relevo a la plantilla fija durante las próximas vacaciones de verano. Es una cifra muy similar a las incorporaciones que se produjeron el pasado verano, según la versión de los sindicatos. Los candidatos, unos trescientos, están superando desde el lunes los exámenes psicotécnicos, para, posteriormente, someterse a un reconocimiento médico. Si todo va bien, pasarán a formar parte de una especie de bolsa de trabajo, de la que irá tirando la multinacional durante las próximas semanas para cubrir los huecos que deje su plantilla según vayan cogiendo sus descansos.

De los doscientos puestos que están en juego, ochenta están reservados para los trabajadores eventuales que ya estuvieron el año pasado en la compañía. El próximo lunes, los sindicatos y la dirección de la patronal mantendrán una reunión para cerrar el calendario de vacaciones de los próximos meses. La plantilla tiene derecho a cogerse veinte días entre mayo y octubre, y repartir otros diez en otro momento del año, según lo pactado en el acuerdo marco que se firmó hace pocos días en Madrid.

Otros años el reparto de las vacaciones había supuesto un enorme quebradero de cabeza para la empresa, que llegó a desembocar, en alguna ocasión, en protestas y amenazas de huelga por parte de la plantilla, ya que no estaba de acuerdo con la forma de organizar los turnos laborales.

Mientras que en Asturias el gigante del acero se prepara para hacer nuevas contrataciones temporales, en Zumárraga está perfilando un plan social para ver qué hace con los más de trescientos trabajadores de la factoría guipuzcoana que pretende cerrar de forma parcial. Aunque no ha comenzado la negociación, la multinacional tiene previsto ofrecer recolocaciones a los empleados que puedan verse afectados. No serán todos, ya que la empresa quiere mantener una parte de la producción en la factoría vasca, formada por una acería eléctrica y un tren de alambrón. La prioridad, aseguraron desde la compañía, será buscar acomodo al personal en fábricas cercanas, aunque no se descarta que algunos puedan acabar en Asturias.

Los sindicatos asturianos se oponen de mano a este tipo de medidas y aseguran que lucharán para evitar por todos los medios que la planta guipuzcoana acabe echando la persiana por completo, como pretende Arcelor, según las centrales. Hoy participarán en una manifestación por las calles de la localidad vasca contra la clausura de la factoría. En las próximas semanas comenzarán las negociaciones para ver qué pasa con los trabajadores. Antes de ese encuentro, la multinacional citó esta semana a los sindicatos en Madrid para comunicarles las razones que han desembocado en esta drástica decisión. Por un lado está -justificó- la fuerte competencia que está llegando de los mercados internacionales, especialmente desde China, en forma de acero barato, y, por otra, el alto precio de la electricidad, que ha restado competitividad a la factoría.

Son unos planteamientos análogos a los que la multinacional dio para justificar el cierre temporal de la acería compacta de Sestao, la llamada ACB, que lleva paralizada desde finales de enero.