La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Las cajas rurales se aferran al cooperativismo

Las entidades que forman Aunacc, entre ellas la de Asturias y la de Gijón, desoyen el nuevo llamamiento de Cajamar a una gran fusión nacional como en otros países

Las cajas rurales se aferran al cooperativismo

El banco alemán de cooperativas de crédito DZ Bank, socio en España del Banco Cooperativo, controlado por un grupo de cajas rurales del que forman parte las de Asturias y Gijón, acaba de anunciar su próxima fusión con su homólogo germano WGZ Bank, también de naturaleza cooperativa. Esta operación, junto con la integración del sector holandés de las cooperativas de crédito en el Rabobank y los movimientos de reordenación que vive el sector financiero cooperativista en Italia, ha vuelto a poner la atención sobre las cajas rurales españolas.

La líder del sector en España, la almeriense Cajamar, que en 2013 se desvinculó del Banco Cooperativo Español para crear su propia entidad bancaria (el Banco de Crédito Cooperativo) y que en 2014 abandonó la patronal de las cooperativas de crédito (Unacc) para integrarse en la patronal bancaria (AEB), volvió a hacer un llamamiento hace unos días, el 27 de abril, a la convergencia en una gran fusión nacional de todas las cooperativas, que representan en conjunto el 5% del negocio bancario español.

Cajamar lidera el Grupo Cajamar, que integra a 19 cajas rurales. Y en su Banco de Crédito Cooperativo participan como accionistas otras 13 que conservan su independencia. En este colectivo el banco desempeña la dirección.

En el grupo de Unacc, del que forman parte 28 cajas rurales -entre ellas, las dos asturianas-, no hay predisposición alguna a la unificación que se plantea, aun cuando en el colectivo existen distintas sensibilidades, como se constató en los primeros años de la crisis, cuando se barajaron diferentes opciones e intensidades en el grado colaboración hacia el que podría evolucionar el sector del crédito cooperativo. En este colectivo hay también un sentimiento de rechazo a toda reconfiguración que conlleve una "bancarización" como la que se impuso a las cajas de ahorros.

En 2014, el Gobierno del PP llegó a tener muy avanzado un proyecto para que las cajas rurales siguieran el proceso ya vivido por las cajas de ahorros -con el traspaso de sus negocios financieros a un banco- y para la sustitución del principio de "un socio, un voto" (propio de las cooperativas) por el criterio de derechos de decisión proporcionales a la participación en el capital, lo que hubiese forzado a las cajas rurales a transitar hacia sociedades de espíritu capitalista.

El movimiento persuasivo sobre los grupos políticos y el Gobierno por parte de muchas cajas rurales y de sus órganos de representación colectiva lograron parar los proyectos de reforma legal. Las entidades más refractarias a los planes gubernamentales argumentaron la solidez de sus balances y de sus tasas de solvencia, y se hicieron fuertes exhibiendo los ejemplos de los movimientos cooperativos alemán y francés, entre otros, que no son cuestionados en la Eurozona.

La acción dio resultado. A la vuelta del verano de 2014, el Gobierno renunció a la "bancarización" de las cajas rurales, y el proyecto de reforma del sector decayó. Ahora el debate ha reverdecido por los movimientos en Alemania, Holanda e Italia.

El caso alemán diverge de los otros dos supuestos. La unión del DZ Bank (accionista del Banco Cooperativo Español) con el WGZ Bank se formalizará en agosto mediante la integración del segundo en el primero, casi tres veces mayor. La fusión es la primera que se realiza en Alemania desde que en 2010 el Deustsche Bank adquirió el Postbank. El grupo financiero resultante, con un balance de medio billón de euros, será el tercero mayor del país, tras Deutsche Bank y Commerzbank.

En el movimiento cooperativo integrado en Aunacc se aduce que el modelo del DZ Bank seguirá siendo fiel a sus valores esenciales. El banco actúa como una organización central para la prestación de servicios a los bancos cooperativos que son partícipes en su capital, y, como hasta ahora, serán éstos (las organizaciones de base) los que mantendrán el poder de decisión.

El WGZ, que ahora será absorbido, era el equivalente al DZ en la antigua Alemania del Este (RDA). Desde que se produjo la reunificación del país, en 1990, la relación fue de colaboración. DZ se concentró sobre todo en el Norte y, según fuentes del sector, cedió el Sureste de Alemania al WGZ para que éste ganara tamaño.

El origen de las cooperativas financieras alemanas se remonta a mediados del siglo XIX. Tiene, por lo tanto, una tradición muy longeva, de centuria y media larga de vida. Las cajas rurales españolas apenas acaban de cumplir el medio siglo de existencia.

El grupo de cajas españolas del que forman parte las dos asturianas se inspiran en el modelo germano y por esa razón se aliaron en 1990 con el DZ Bank (que entonces se llamaba DG Bank) para constituir el Banco Cooperativo Español, concebido como una entidad prestataria de servicios a las cooperativas y no a los clientes. El grupo alemán tiene el 12%. A diferencia de lo ocurrido con las cajas de ahorros (ahora fundaciones bancarias), en las que son sus bancos los que han asumido la relación con la clientela, las cajas rurales pretenden seguir siendo las prestatarias de los servicios de banca al público.

No es esto lo que va a ocurrir en Holanda, donde las cooperativas de base o de primer grado se van a quedar sin licencia bancaria y el negocio se concentrará en el Rabobank, el banco de cabecera, que hasta ahora era una cooperativa de segundo grado (cooperativa de cooperativas). En el sector se vincula esta radical transformación a las dificultades específicas del negocio bancario del grupo holandés, cuyo país conoció durante esta crisis el rescate de varios de sus mayores bancos privados.

En el caso de Italia -sobre cuyo sector bancario se suscitaron muchas dudas en el comienzo de este año, que aún persisten- el concepto de cooperativas de crédito agrupa a dos tipos de entidades diferentes. El subgrupo de las cooperativas propiamente dichas no disponen de banco central que les preste servicios, como sí ocurre en España, ni tienen otras fórmulas de apoyo recíproco, caso de lo que en España se llamó sistemas institucionales de protección (SIP). Según medios del sector, lo que las autoridades les están planteando es que se coordinen más y que se doten de algún fondo común.

El otro modelo italiano es el de las llamadas bancas populares, que nacieron como cooperativas pero acabaron transformándose en sociedades anónimas y fueron presionadas para que protagonizaran un proceso de integración. A resultas de la concentración que se acometió hasta ahora, las más de treinta entidades iniciales se redujeron a cinco. Y en algunas persisten los problemas. La entidad regional Popolare di Vicenza acaba de fracasar en su intento de salida a Bolsa para reforzar su capital con la pretendida captación de 1.500 millones de euros. Sólo tuvo demanda para el 7,7% de la oferta de emisión y, a la vista del escaso éxito, el regulador le prohibió cotizar. Atlante, un fondo de rescate de bancos que se acaba de crear en el país con capital de las entidades financieras, tuvo que salir el lunes en auxilio de Popolare di Vicenza y hacerse con el 99,3% de la entidad.

En España, y a la espera de lo que ocurra en las próximas elecciones legislativas del 26 de junio, entre las cajas rurales agrupadas en Aunacc prima la confianza en que, gobierne quien gobierne, se preserve durante la próxima legislatura la continuidad del actual modelo cooperativo.

Compartir el artículo

stats