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La rauda globalización de la ingeniería astur

Las compañías de proyectos "llave en mano" suman pedidos por valor de 4.500 millones y más de 5.000 empleos tras acelerar su internacionalización en la crisis

España es el segundo operador más relevante, tras Corea, en el mercado mundial de las ingenierías especializadas en la gestión de proyectos "llave en mano" China, que supera en volumen a ambos países, aún tienen poca presencia en el exterior), y Asturias, País Vasco y Madrid lideran ese gran protagonismo internacional de los españoles en el negocio.

La consecución esta semana de un voluminoso contrato de 1.000 millones de euros en Bolivia por la gijonesa TSK al 50% con la alemana Siemens (un contrato récord en la historia de la compañía asturiana) es un hito, pero no aislado. Se encadena en una trayectoria de proyección muy relevante de Asturias en el sector. Según algunas estimaciones, España controla entre el 20% y el 30% del mercado mundial de las ingenierías especializadas en proyectos "llave en mano" o EPC (siglas en inglés de ingeniería, suministros y construcción) y Asturias representa entre el 15% y el 30% del negocio español.

En los rankings sectoriales, Asturias aparece en puestos punteros, con la relevante presencia de Duro Felguera y TSK, seguidas por Imasa e Isastur (todas ellas, con sede y capital asturianos), además de la hispano-estadounidense Sacyr-Fluor, con sedes en Asturias y Madrid.

Se trata de compañías capaces del desarrollo de la ingeniería, gestión de proyecto, suministro, montaje, puesta en marcha, operación y mantenimiento de plantas industriales, energéticas y logísticas de todo tipo. Operan en mercados abiertos y muy competitivos, se desenvuelven en actividades con alto valor añadido, canalizan el desarrollo profesional de recursos humanos con alta formación y, en la medida en que generan el grueso de su actividad en el extranjero, son grupos netamente exportadores y que contribuyen al reequilibrio del saldo exterior del país captando carga de trabajo fuera y generando empleo y reparto de dividendos dentro.

Las EPC son una de las muchas vías que está transitando la economía española en la exigencia vital de propiciar un cambio progresivo de su estructura productiva y de su patrón de crecimiento. Como país avanzado que es, España precisa mover sus recursos hacia actividades cada vez más complejas y sofisticadas donde pueda encontrar espacios de especialización frente a la creciente competencia de las economías emergentes y los llamados países-frontera.

Muchas de las ingenierías asturianas habían vivido focalizadas en sus inicios en el mercado nacional, pero su propio desarrollo y la creciente experiencia les llevó a una incipiente proyección exterior que no ha hecho más que intensificarse desde entonces. Con la crisis económica y el consiguiente hundimiento de la demanda interna a partir de 2008, la mundialización de estas compañías ha sido trepidante.

Hoy sus negocios los generan de forma muy mayoritaria en el mercado global: entre el 50% y el 80% de su facturación y entre el 80% y el 97% de sus carteras de pedidos proceden del exterior. Con estos niveles de contratación procedente del extranjero, el peso de las ventas en esos mercados tenderá a situarse en los próximos ejercicios -a medida que los proyectos se ejecuten y facturen- en las elevadas ratios en las que ya están sus carteras de contratos.

Todas tienen -en proporción a sus respectivos tamaños- filiales u oficinas estables en el exterior, algunas operan en más de 30 mercados nacionales distintos, su personal se mueve por cuatroo cinco continentes, y grandes plantas de generación eléctrica termoclásica o mediante ciclos combinados, parques eólicos, complejos termosolares, estructuras de almacenamiento de gas y petróleo, subestaciones eléctricas, instalaciones para la industria del automóvil, fábricas cementeras, terminales portuarias, instalaciones logísticas y de manejo de minerales, plantas regasificadoras y otros equipamientos que se han ido levantando en Europa, África, Asia, América (sobre todo, en el área latinoamericana), Oriente Próximo y en algunos casos en Australia llevan el sello asturiano.

La tradición industrial de la región, la presencia de grandes factorías y multinacionales, la elevada implantación del sector energético regional para abastecer y suministrar a las grandes industrias y el desarrollo de licenciaturas y de estudios universitarios de ingeniería con gran predicamento crearon las condiciones y el entorno que permitió el nacimiento de las actuales ingenierías, algunas de las cuales surgieron con esa concepción y otras derivaron hacia esta actividad bien como evolución desde una antigua producción minero-siderúrgica y posterior fabricación de bienes de equipo o como transformación evolutiva a partir de una experiencia prolongada en los ámbitos del mantenimiento y de los montajes, de forma que acabaron integrándose y desarrollándose en las cadenas de valor para el cliente a medida que iban adquiriendo el conocimiento.

Estas ingenierías, que conviven con otras varias también de capital y sede asturianos y con distintas especializaciones (caso de Idesa, Impulso y otras), conforman un sector que, incluso con contratiempos importantes en algún caso, han sorteado hasta ahora la larga crisis que comenzó en 2008 y consiguieron crecer, crear empleo, abrir nuevas sucursales y filiales en el mundo y acrecentar volúmenes. Hoy, Duro, TSK, Isastur e Imasa suman (al cierre de 2015) una cifra de negocio de 1.896 millones, una cartera de trabajo de más de 4.500 millones y un empleo propio de 5.185 trabajadores.

El arraigo en Asturias de estas sociedades constituye, a juicio de algunos de sus directivos, una ventaja comparativa por la cultura industrial y el entorno universitario en el que surgen, y porque, pese al nivel salarial relativamente alto que se da en Asturias, sigue siendo inferior al de otras grandes áreas urbanas de España y al de otros país competidores.

Duro Felguera. En sus 159 años de historia, Duro Felguera se reinventó y transformó sucesivas veces para sobrevivir. Su especialización actual como gran ingeniería "llave en mano" nació de la crisis que padeció el grupo en los primeros años 90. Entonces era fabricante de bienes de equipo (tras haber abandonado la minería, la siderurgia y otras actividades) y no podía competir en costes como productor de equipos para terceros. También había fracasado un intento de diversificación multisectorial.

La apuesta por la ingeniería y la ejecución "lllave en mano" de los grandes proyectos de plantas energéticas, logísticas, industriales y otras le dio un perfil inédito. Ya no era un fabricante de producciones básicas e intermedias, sino un gestor integral de proyectos. La transformación de su estructura de negocio, el perfil de sus empleos predominantes (se pasó de los "cuellos azules" a los "cuellos blancos"), la apuesta por el valor añadido y la radical internacionalización cambiaron la compañía.

Duro salió por vez primera al mercado exterior en 1960, 103 años después de su fundación en La Felguera. Hoy tiene filiales u oficinas estables de representación en 17 países: México, Venezuela, Perú, Brasil, Argentina, Colombia, India, China, Indonesia, Argelia,Australia, Japón, EE UU, Arabia Saudí, Bahrein, Emiratos Árabes Unidos y Canadá; al cierre del año pasado, el 88% de sus ingresos (el grupo facturó 771,07 millones) y el 98% de su cartera de contratos en ejecución (2.176 millones) procedieron de fuera de España; y en ese momento tenía ofertas presentadas en 33 países de Europa, América del Norte, Latinoamérica, África, Asia y Oceanía.

La enorme proyección exterior del grupo le permitió casi duplicar su volumen de empleo durante los siete últimos años, coincidentes con la mayor crisis económica internacional en tres cuartos de siglo: en 2008 daba empleo directo a 1.052 personas y terminó 2015 con 2.034 trabajadores.

El negocio EPC no está exento de riesgo. Sobrecostes a causa de la inflación en Argentina, discrepancias en un proyecto en Reino Unido y la ejecución de avales por el contratista en Australia causaron a Duro el año pasado una pérdidas muy elevadas: 103,9 millones brutos (68,8 millones netos).

El grupo está renegociando los contratos y poniendo en marcha arbitrajes para la reclamación de 250 millones, y está introduciendo cambios de gestión para priorizar el margen sobre el volumen y garantizar la seguridad de los contratos. En el primer trimestre de este año volvió a beneficios: 2,1 millones de resultado neto.

TSK. La compañía gijonesa TSK emprendió en los años 90 el camino de la internacionalización. Una década después, en 2005, sólo el 12% de su actividad procedía de los mercados internacionales. Hoy representa el 97% de su facturación.

La salida al exterior fue una forma de contrarrestar el incremento de la competencia nacional en los negocios tradicionales de la empresa (ingeniería y montajes eléctricos), aumentar la presencia de TSK en los sectores que definió como estratégicos (industria, energía y medio ambiente) y diversificar mercados para aminorar riesgos.

Nacida en 1986 como filial de otra ingeniería gijonesa ya desaparecida, y controlada por sus actuales accionistas desde 1990, TSK amplió mercados (Latinoamérica, Norteamérica, África, Oriente Medio y Asia), se diversificó a nuevos sectores de la ingeniería (como el campo solar fotovoltaico y la energía termosolar), adquirió las compañías alemanas PHB Weserhütte y Flagsol y las españolas Ingemas e Irelsa, y se dotó de filiales en Marruecos, Venezuela, Brasil, Chile y Nicaragua.

En los últimos cuatro años su facturación creció el 130% (pasó de 348 millones a casi 800 millones), su empleo aumentó el 53% (de 735 a 1.128 trabajadores), su cartera de trabajo suma 2.000 millones y en 2016 prevé superar "con creces" las ventas de 2015. El año pasado ganó 80 millones brutos.

Desde 2015 logró algunos de los proyectos solares más importantes del planeta, casos de una planta fotovoltaica en Dubái de 260 megavatios, un complejo solar en Kuwait compuesto por una planta termosolar de 50 megavatios y una planta fotovoltaica de 10 y la mayor planta solar de Jordania (120 megavatios), así como un central geotérmica en México de 25 megavatios, entre otros contratos.

Imasa. Fundada en 1979, la empresa asturiana Imasa, con sede en Oviedo, oficinas en Avilés, La Coruña y Madrid, y un taller en Tabaza, tiene presencia estable en 14 países de Europa, África, América Latina y Oriente Próximo. El grupo desarrolla tres líneas de negocio: proyectos "llave en mano" (plantas de cemento, manejo de graneles u parques de almacenamiento de minerales, baterías de coque y maquinaria asociada, generación de energía, instalaciones de almacenamiento de hidrocarburos y plantas de cal), prestación de servicios especializados (montaje, operación y mantenimiento) y fabricación de bienes de equipo para los sectores cementero, siderúrgico, energético gas y petróleo, minería y manejo de graneles.

Imasa comenzó a salir a Europa en los años 80 y saltó por vez primera a otros continentes (empezó por África del Norte y Latinoamérica) en los 90. Desde la crisis de 2008 aún acentuó más su proyección exterior. Hoy más del 60% de su cifra negocio (el año pasado facturó 125,6 millones) y el 84% de su contratación (a cierre del último ejercicio sumaba 253 millones) proceden de su actividad internacional, con presencia, entre otros países, en Colombia, Brasil, México, Chile, Uruguay, Perú, Bolivia, Ecuador, Marruecos, Sudáfrica, Portugal e Israel. Con 923 empleados, su objetivo para los próximos años es consolidar sus posiciones en el exterior y ampliar su presencia a otros mercados.

Isastur. Isastur nació en 1978 con 15 empleados y como ingeniería eléctrica de alta tensión, suministros de materiales eléctricos y montaje eléctrico industrial. En 1990 llegó a los 120 empleados. Hoy emplea a 1.100 personas, factura casi 200 millones y en 2015 obtuvo en el extranjero el 70% de sus contratos. Un repunte de la demanda nacional en el último ejercicio convirtió a España en su principal mercado por vez primera en cuatro años. En 2013 y 2014 los contratos extranjeros habían supuesto el 80% de los proyectos logrados.

Isastur tiene presencia permanente con oficinas o filiales en 18 países (Alemania, Francia, Argentina, Chile, Perú, Reino Unido, Argentina, Bolivia, Chile, México, Jordania, Marruecos, Argelia, Uruguay, Venezuela, Brasil, El Salvador y acaba de instalarse en Cuba) y el año pasado concentró su principal actividad en España (50 millones), Chile (24), Polonia (23), Venezuela (20), Argentina (11,5), Argelia (19), Marruecos (10), Francia (6), Uruguay, Bélgica, Alemania, Arabia Saudí, EE UU y Jordania por este orden. En 2016 tiene presentadas ofertas o proyectos en 32 países.

Con sede en el polígono empresarial de Silvota (Llanera), instalaciones en Viesques (Gijón) y una filial en Barcelona que está focalizada en diseños para las factorías de automoción, Isastur se plantea como objetivos prioritarios para crecer en los próximos años los negocios de subestaciones eléctricas, energías renovables (fotovoltaica y eólica), construcción de calderas a través de su filial Babcock Montajes y el suministro de equipamientos para fábricas del sector automovilístico.

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