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La pintura se mezcla con robótica

Ibersa desarrolla en Sariego una máquina para evitar los errores y ahorrar tiempo al añadir los aditivos a sus revestimientos

La máquina para transportar los botes de pintura. J. L. S.

Una red de tuberías baja del techo del almacén central que Ibérica de Revestimientos (Ibersa) tiene en Sariego. Cada conducto lleva un tipo de aditivo diferente cuya milimétrica mezcla es esencial para que los botes de pinturas que salen de la factoría asturiana -doscientas toneladas al día- adquieran unas determinadas propiedades de calidad: que puedan ser ignífugas, impermeables... Un cóctel en el que es esencial no fallar y que la compañía acaba de informatizar gracias a un invento de su departamento de I+D. Aseguran que es único en su competitivo sector y que llevan meses trabajando en él.

En un ordenador conectado a los tubos, explica el responsable del almacén, Germán Fernández, se "programan las cantidades que se quieren incorporar y a partir de ahí es todo automático". En una cuba se hace el combinado paso a paso. Hasta hace poco más de un mes se realizaba de forma totalmente manual. "Hemos conseguido ganar en rapidez y reducir al mínimo los posibles errores humanos", asegura el gerente de la empresa, José María Llames.

Los aditivos apenas suelen representar el 2% de la mezcla final en un bote de pintura, pero su combinación es la que suele marcar las diferencias, explica Llames. "Cuando nos trasladamos a estas nuevas instalaciones, hace ahora cinco años, detectamos que había bastante margen de mejora en el manejo de estas materias primas, que en pequeños formatos se añaden a la mezcla, y decidimos ponernos a estudiar cómo podíamos automatizar el proceso para minimizar errores a la hora de pesar y en el resto de cálculos que hay que hacer", apunta.

La idea de Ibersa, fundada hace 47 años por la familia Zabala, es la de ir hacia una modernización total de su almacén, en la que los robots industriales ganen cada vez más protagonismo. Al mismo tiempo que se instalaba la nueva máquina para poder hacer las mezclas de aditivos y dosificación de pigmentos, a sólo unos metros la compañía acaba de montar un enorme brazo que se encarga de mover y envasar de forma mucho más ágil los numerosos botes de pintura. "Así, lo que hemos conseguido es reducir muchísimo los tiempos, en una partida que antes se tardaba en preparar dos horas ahora la podemos tener lista en sólo quince minutos", apunta Germán Fernández. La diferencia es notable.

Guías ópticas

Pero no quieren dejar aquí la robotización de su almacén. El siguiente paso en el que ya están trabajando es el de instalar lo que se conoce como guías ópticas para que los palés puedan viajar solos desde la zona de fabricación hasta el almacén, a través de unas vías que discurrirán por el enorme pasillo que vertebra la estancia. "Estamos ya en el proyecto de ingeniería y haciendo los cálculos correspondientes para poder ponerlo en marcha", destaca el gerente de la compañía.

La empresa, asentada a la vera de Vega de Sariego, cuenta con 250 trabajadores, factura 30 millones de euros al año y está inmersa también en un ambicioso plan de expansión nacional. Hace sólo unos meses que acaba de abrir sus primeras tiendas en las provincias de Madrid, Andalucía y Extremadura. Suma ya más de un centenar de establecimientos repartidos por el territorio nacional. También tienen prevista la ampliación de su almacén en Oporto (Portugal) y el de La Coruña.

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