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La Asturias que innova

Los mineros del carbón 2.0

Xerolutions, que produce carbono para dar energía a supercondensadores, las baterías del futuro, busca ubicación para ampliar producción y plantilla

Una de las máquinas del laboratorio para hacer el carbono.

En Xerolutions el tamaño tiene una importancia vital. La labor de esta compañía asturiana es la de fabricar un material carbonoso muy poroso que tiene un gigantesco poder para almacenar energía. Son un complemento perfecto de los llamados supercondensadores, las baterías del futuro, que se usan, por ejemplo, para el frenado de los coches de Fórmula 1, los "Kers". Pero trabajan a un nivel muchísimo más pequeño que el que puede apreciar el ojo humano más avispado, a escala de nanómetro. Los materiales que fabrican son un millón de veces más pequeños que un milímetro. La precisión ahí es esencial, son los mineros del carbón 2.0.

La idea, que ahora va tomando forma de empresa, surgió en los laboratorios del Instituto del Carbón (Incar-CSIC) de Oviedo. En el barrio de La Corredoria dos de sus investigadores, J. Ángel Menéndez y Ana Arenillas, descubrieron cómo fabricar este tipo de materiales porosos (xerogeles de carbono) en sólo cuatro horas. Fue un hito. Antes, la media era de cuatro días. Sabedores de que su hallazgo podía tener recorrido empresarial se apresuraron a patentarlo. Así, que ahora sólo ellos saben cómo se hace. "Sólo podemos decir que usamos un calentamiento con microondas para acelerar el proceso", apunta J. Ángel Menéndez.

La empresa nació allá por 2011 gracias al apoyo de la sociedad gestora y de inversión B-Able Capital. Ahora tienen una planta piloto a las afueras de Gijón donde producen tres millones de toneladas al año, pero ya piensan en mudarse. Acaban de ser seleccionados, hace apenas un par de meses, por la Unión Europea para el proyecto "Horizonte 2020" como una de las compañías con un mayor potencial de crecimiento. El programa, dotado con dos millones, les obliga a buscarse un nuevo hogar industrial, mucho más grande, donde puedan llegar a producir 100 toneladas al año. "Es un hito que nos eligieran, hay pocas empresas que pasen el filtro y menos a la primera", señala Menéndez. Aunque el objetivo no es quedarse en esa cifra, sino ir produciendo más a medida que el mercado vaya creciendo e ir construyendo un laboratorio a escala industrial para el que van a necesitar contratar, al menos, a una veintena de personas más.

El futuro es prometedor, y su desarrollo va a estar muy ligado a la capacidad que tengan los supercondensadores de avanzar tecnológicamente, que, según los expertos, van a ser las baterías del futuro. "Son capaces de almacenar energía, se cargan y descargan muy rápido y ofrecen mucha potencia", asegura el responsable del departamento comercial y de marketing, Pedro Nuño. Gracias a esa versatilidad están siendo usados desde hace unos años en el gran circo de la Fórmula 1, donde las escuderías buscan cada año que sus coches sean más potentes y veloces.

Tras ver el potencial que tenían bajo la lente del microscopio y darle alguna vuelta decidieron que todos sus esfuerzos comerciales deberían ir enfocados al mercado energético. "Nuestro futuro está orientado hacia ahí", señala Alejandro Concheso, responsable de investigación y desarrollo (I+D) de la compañía. Sin dispersarse de ese camino, pero con la mente también abierta para comprobar si hay oportunidades en otros nichos.

China es uno de los países que están intentando explotar las posibilidades los supercondensadores. En el país oriental ya hay un tranvía que es capaz de avanzar y moverse gracias a esta tecnología, aseguran. "El tren se carga en la marquesina, acumula la energía y avanza hasta la siguiente estación, donde se vuelve a cargar", resalta Pedro Nuño. Su carbono tiene un papel capital en todo ese proceso.

Los supercondensadores son, además, capaces de cargarse mucho más rápido que una batería normal, y tienen una vida mucho más longeva. "Y aunque se descarguen del todo es posible volver a utilizarlos, algo que puede que con una batería convencional no pase", apunta David Fernández, responsable de Producción de la compañía.

Ahora están en la fase de buscar clientes, y están focalizando su búsqueda en Europa y Asia, donde ven unas enormes posibilidades para crecer y expandirse. "El crecimiento va a ser exponencial y brutal. El mercado demandará este año 4.000 toneladas de este tipo de carbono a nivel mundial, 6.800 en 2018 y más de 8.000 en 2020. Son aumentos de un 30 por ciento", asegura Pedro Nuño. La progresión es brutal. "Hay una oportunidad con el producto y queremos aprovecharla", mantiene.

Su competencia más directa, empresas que hacen productos parecidos a los de Xerolutions pero no iguales, están a miles de kilómetros de distancia, en las antípodas. Uno en Corea del Sur y otro en Japón.

"Esto es una evolución del carbón, es como el carbón 2.0", concluye Ana Arenillas.

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