La economía española creció en el segundo trimestre el 0,8% respecto al trimestre precedente, una décima más de la estimación inicial. La carencia de un Gobierno con plenos poderes (el actual está en funciones desde hace nueve meses) no ha alterado el ritmo de avance del producto interior bruto (PIB), que mantuvo entre abril y junio, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), la misma intensidad de crecimiento que en el trimestre anterior y que en la segunda mitad de 2015, entonces con un Gobierno con mayoría absoluta.

En tasa interanual hay una desaceleración de dos décimas (el crecimiento baja del 3,4% al 3,2%) por efecto estadístico: en el primer semestre de 2015 se había producido una aceleración del 0,7% al 1% trimestrales.

El crecimiento del 0,8% (el doble que el 0,4% de media en la UE y el 33% superior al 0,6% de promedio en la zona del euro) se mantuvo entre abril y junio pese al acusado recorte de la contribución del gasto público: 2,3 puntos menor que entre enero y marzo. Hay, por tanto, una mayor aportación privada (pese a una desaceleración de 3 décimas en el consumo de familias) por el aumento de la inversión. El crecimiento del segundo trimestre también es más equilibrado desde la perspectiva exterior: la demanda interna, que era la que sustentaba hasta ahora el crecimiento, aportó 3 puntos (8 décimas menos) pero la demanda externa, que estaba restando crecimiento porque las importaciones superaban a las exportaciones, tuvo en el trimestre una contribución neta positiva de 2 décimas pese a la lentificación económica internacional y en la UE.