La situación fiscal española complicará al PP, de formar Gobierno, el cumplimiento de su promesa electoral de rebaja de impuestos en 2017, aun cuando diese tiempo -que no lo parece, como acaba de decir el ministro de Economía, Luis de Guindos- para elaborar un presupuesto y eludir la prórroga.

Con el déficit desbocado este año (y que está complicando el recorte exigido en 5.000 millones) y la exigencia europea de que el año próximo se reduzca en otros 15.000 millones, la promesa de la reciente campaña electoral de una nueva rebaja tributaria parece inverosímil, por más que Rajoy la reiteró en intervenciones y en una entrevista en "Financial Times" el 18 de mayo, cuando España ya tenía abierto por la UE el expediente sancionador por déficit excesivo. En el debate de su fracasada investidura como presidente el 30 de agosto, Rajoy ya no aseguró la bajada de impuestos: se limitó a prometerla "a medida que reduzcamos el déficit". Se distanció así de la curva de Laffer: ya no sería la bajada de impuestos la que permitiría recaudar más y reducir el déficit, sino que es el recorte del descubierto el que, en su caso, permitirá bajar impuestos.

La tesis de Laffer forma parte de lo que desde los años 70 se denomina la economía de oferta. Los economistas neokeynesianos, como Paul Krugman, desacreditaron estas tesis y aseguran que los datos empíricos no permiten confirmar que el impulso de la actividad inducido por las rebajas fiscales sea tan relevante como aseguran los economistas de la oferta.

En las tendencias más cercanas al liberalismo también abundan las discrepancias. El político conservador George Bush padre lo definió como "economía vudú" en reproche a su correligionario Ronald Reagan, cuyo mandato presidencial en EE UU concluyó con un gran déficit tras haber acometido grandes rebajas fiscales. Y el economista Milton Friedman sostuvo que la inversión y gasto públicos que no se financian con impuestos se acaba pagando entre todos los ciudadanos con más inflación.

En España, economistas de tendencia liberal también se distancian de la tesis. Así, Lorenzo Bernaldo de Quirós escribió el 5 de junio: "No existe ningún ejemplo histórico de rebajas impositivas que, partiendo de un abultado endeudamiento de las administraciones, haya tenido resultados positivos". Rafael Pampillón y Julio Pomés afirmaron seis días después: "Si se rebaja el IRPF, habría que subir el IVA, ya que, si no se respeta este principio, el gasto público se termina pagando con aumentos de la deuda". Francisco Cabrillo sostuvo dos días más tarde: "No se puede confiar en solucionar el problema del déficit (al menos, a corto plazo) sólo con un mayor nivel de actividad inducido por unos impuestos más bajos". Y Juan Ramón Rallo repitió en los últimos meses que hay que reducir impuestos, pero sólo después de suprimir gastos. Si no, crece el déficit.