La impresión 3D va tomando forma de negocio. La demanda de este servicio va creciendo al mismo ritmo que aumentan las posibilidades de imprimir con diferentes materiales, cada vez más resistentes y con unos acabados mucho más profesionales. En este creciente mercado, muchos jóvenes emprendedores asturianos están encontrando un nutrido nicho de clientes donde crecer en tiempos de crisis. En estos primeros pasos de este incipiente sector han localizado un importante aliado, paradójicamente, en la industria más tradicional, que busca dar un salto a su forma de producir para ahorrar costes.

La gijonesa Triditive es, con cinco años de vida, una de las compañías veteranas del sector, y su fundadora, Mariel Díaz, es, además, una de las promotoras del máster de Impresión Aditiva (en 3D) que se imparte desde hace dos años en la Escuela Politécnica de Ingeniería de Gijón. De hecho, su compañía nació como una "spin off" de la propia Universidad de Oviedo, y se han especializado en la fabricación bajo demanda para pequeñas y medianas empresas (pymes). Han trabajado ya para sectores tan diversos como el de la ortopedia, fabricando prótesis, o haciendo algunas piezas para coches de rally. "Somos capaces de usar unos materiales muy resistentes y que aguantan altas temperaturas", asegura Díaz.

Pero las posibilidades son gigantescas, y también se pueden moldear y crear piezas más delicadas. La compañía gijonesa ha participado en un proyecto para crear mandíbulas para que los cirujanos maxilofaciales puedan practicar antes de realizar una operación. A pesar de la juventud del sector, las empresas ya están comenzando a innovar y experimentar. "Se está experimentando con las formas geométricas de los productos y con su peso, algo que valoran mucho las empresas industriales", señala. Son especialistas también en hacer retratos en tres dimensiones. De hecho, se han puesto el objetivo de imprimir cientos en un solo día durante uno de los actos previos a los Premios "Princesa de Asturias".

Aunque Mariel Díaz señala que es de vital importancia dar formación sobre las posibilidades y usos de estas nuevas técnicas de impresión. "Es una industria aún desconocida, y lo que tratamos a través del máster es fomentar el emprendimiento y que los estudiantes no se queden sólo en conocer las técnicas, sino que puedan poner en marcha ideas empresariales", asegura.

En la misma línea de fomentar la formación incide Álex Muro, de 3D Rommade. Aunque su empresa lo está haciendo desde la base, en los colegios y entre los estudiantes. Asentados en Oviedo su concepto de negocio es similar al de una copistería en tres dimensiones. En una de las salas de su negocio conviven varias de estas impresoras, varias de ellas no paran de funcionar imprimiendo varios moldes. "Van a ser unos estuches para guardar cartas de un juego de rol", apunta uno de los empleados. La tecnología avanza a una velocidad rapidísima. Álex Muro, uno de los promotores de la compañía, junto con Héctor Fernández, asegura que ya es posible mezclar varios materiales. Lo que hace posible abarcar nuevos mercados y hacer nuevas piezas.

Para los menos avezados en esta técnica ofrecen cursos de formación para enseñar las principales cuestiones básicas de cómo imprimir piezas en 3D. "Cuando la gente se adentra en esta tecnología, se queda sorprendida de lo sencilla que es", destaca Muro. No hace falta ser un diseñador para moldear estas piezas. Lo más habitual, o lo que más se imprime, son pequeños trofeos, algunas recreaciones de figuras de películas, en especial de "La guerra de las galaxias", y alguna que otra maqueta. Aunque también hay ideas muy novedosas. "Hemos estado trabajando con una peluquera para fabricarle un soporte para poner las extensiones mientras trabaja, ella misma nos trajo el boceto dibujado en un papel", explica Muro.

En su afán por dar a conocer las inmensas posibilidades de esta tecnología ya han dado alguna charla en los colegios ovetenses y alguna asignatura extraescolar. "Ellos son la base y es importante transmitirles que esto es el futuro", asegura.

De un curso de formación, del máster de Impresión en 3D de la Escuela Politécnica de Gijón, nació precisamente la compañía Dsert. Tienen su punto de vista comercial puesto sobre un solo producto, las quillas de las tablas de surf. Una pieza clave, asegura el fundador de la compañía, Diego Téllez, para conseguir dominar las olas. Ahora los tres ingenieros que forman la empresa, Téllez, Inés Álvarez y Marc Navarrete, están explorando cuál es el mejor material con el que imprimirlas, con la condición de que sean biodegradables, antes de comenzar a venderlas. "Imprimiéndolas conseguimos individualizarlas y fabricarlas a la medida de lo que más le convenga al surfista, no como las convencionales que vienen en serie", asegura.