La reestructuración de la siderurgia integral europea siempre ha venido acompañada de importantes mejoras tecnológicas y de producción, un fuerte impacto territorial por el cierre de instalaciones, drásticas reducciones de plantillas y concentración de recursos humanos.

El plan de competitividad de la siderurgia española del año 1992 se saldó con un durísimo recorte de más de 10.000 puestos de trabajo a través de bajas incentivadas y jubilaciones anticipadas y con una gran inversión del Estado, de más de 1,2 billones de las antiguas pesetas, lo que configuró una gran empresa saneada y competitiva.

El camino no fue fácil. La negociación de este acuerdo se vio acompañada de grandes movilizaciones laborales y sociales. El resultado fue que la empresa resultante, Aceralia, comenzó a dar beneficios en 1995, un año antes de lo previsto en el plan, 9.146 millones de pesetas, cuando el año anterior las pérdidas habían ascendido a 33.381 millones.

Los antecedentes de reestructuraciones habían tenido un fuerte impacto a nivel territorial, con la desaparición de Fábrica Mieres y Duro Felguera, en Mieres y Langreo, y la factoría de Moreda, en Gijón. El plan de actuación de 1974-80, tras la fusión de Ensidesa y Uninsa, pretendía resolver todos los problemas de la siderurgia asturiana, pero no fue así. Pronto se plantearon por el INI (Instituto Nacional de Industria) fuertes recortes de producción y plantilla. Ello conllevó un fuerte rechazo sindical y social y multitud de movilizaciones de los trabajadores. Cabe destacar la huelga del 29 y 30 de mayo de 1984.

A este paro masivo se unió la solidaridad de toda la región en la manifestación celebrada el 30 de mayo en Avilés, a la que asistieron unas 100.000 personas, bajo el lema "Salvar Ensidesa es salvar Asturias", y que fue la manifestación laboral más numerosa celebrada en el Principado.

Esta breve reseña me da pie para recordar que hoy hace 24 años, a las once de la mañana, desde el paseo de los Álamos de Oviedo y arropados por multitud de personas, partieron hacia Madrid 245 trabajadores y sindicalistas de UGT, CC OO y USO para exigir al Ministerio de Industria un cambio radical del plan propuesto para la competitividad de la siderurgia integral, plan que, a juicio de las organizaciones sindicales, ponía en serio peligro la continuidad y el futuro de la siderurgia asturiana y vasca.

Era un día otoñal desapacible, con fuerte lluvia y viento, pero todo estaba previsto para iniciar tan importante andadura. Después de las movilizaciones y paros, no quedaba otra opción que elevar la protesta y llevarla ante las puertas del mismo Ministerio de Industria.

De forma sostenida durante dieciocho jornadas, los marchantes recorrimos 500 kilómetros a través de pueblos y ciudades, con el apoyo, el ánimo y la solidaridad de sus habitantes. La "marcha de hierro" estaba en camino desde Asturias y desde Bilbao, nutrida por trabajadores de Ensidesa y Altos Hornos de Vizcaya.

Hoy es un buen día para recordar la movilización y a las personas que participaron en la marcha, a las que de una u otra manera se solidarizaron con ella y a los compañeros que continuaron en sus puestos de trabajo con los dientes apretados y la rabia contenida pero manteniendo la producción en las instalaciones. El esfuerzo colectivo y personal de cada uno de ellos tiene un gran valor. No defendían sólo su puesto de trabajo, sino la consolidación de un sector estratégico de suma importancia para el futuro de Asturias. A todos ellos les doy las gracias y les dedico hoy este sentido recuerdo.

No fue una movilización al uso ni una reivindicación ordinaria, era la necesidad urgente de supervivencia, de continuidad de un sector clave que arrastra tras de sí la economía asturiana, los servicios y una potente industria auxiliar, y a dos territorios tan importantes como Avilés y Gijón. Era necesario alcanzar un acuerdo sindical, con el compromiso político y financiero para acometer las inversiones necesarias que hicieran competitivas las empresas y al mismo tiempo ajustar las plantillas con el mínimo coste social.

Puede decirse que la "marcha de hierro" fue la máxima expresión de unidad sindical y social y que los resultados alcanzados merecieron la pena. Los sindicatos convocantes pudimos comprobar que el apoyo y la solidaridad fueron inmensos, que habíamos conseguido sensibilizar y comprometer a toda la sociedad, cuya participación activa era imprescindible en la solución del problema, como lo fue el trabajo impecable y cercano de los profesionales de los medios de comunicación que cubrieron la marcha.

Pero la vida sigue y hoy podemos comprobar que el esfuerzo realizado y los acuerdos alcanzados en estos últimos veinticuatro años han permitido que Arcelor-Mittal sea hoy una empresa competitiva y referente dentro del grupo y a nivel mundial. La inversión recientemente anunciada de más de 300 millones de euros para mejorar el sistema productivo y el medio ambiente es el mejor aval de futuro.

No puedo finalizar sin destacar el trabajo sindical responsable, comprometido y solidario de los sindicatos mayoritarios en esta gran empresa, que ha sido y es un referente de buen hacer, contribuyendo a la modernización y mejora productiva que ha hecho posible la incorporación de cientos de jóvenes bien formados y la consolidación de una industria auxiliar competitiva.