Ana Isabel Fernández (Oviedo, 1959), catedrática de Economía Financiera de la Universidad de Oviedo en excedencia y en la actualidad profesora de Economía Financiera y coordinadora del área de Finanzas del Colegio Universitario de Estudios Financieros (CUNEF), fue distinguida ayer en Oviedo como colegiada de honor del Colegio de Economista de Asturias.

-¿Debilitó la crisis la imagen del economista por no haber sido capaz de adivinar el futuro y de alertar de la recesión?

-Nuestra labor es dar señales de hacia dónde vamos con la información de que disponemos en cada momento y explicar qué mecanismos pueden hacer que la economía sea más estable. Los economistas podemos ver desequilibrios y ponerlos de manifiesto pero no siempre se nos toma en cuenta. Hay muchos más agentes tomando decisiones. Una crisis tan importante atañe también a gobiernos, reguladores, supervisores y a los distintos agentes. La globalización lo hizo más complejo porque cualquier decisión tomada en un entorno determinado se transmite a otros por la mayor interrelación global. Tenemos una parte de responsabilidad pero no percibo que de forma más acusada que otros actores.

-¿Es una mala noticia el ascenso del proteccionismo?

-La crisis afectó de modo importante a la clase media y ahora ésta busca una solución en el proteccionismo. Es un error. Tenemos que esforzarnos en explicar por qué no es buena esa decisión. El abandono de la UE por el Reino Unido ("Brexit") y las elecciones en EE UU son reacciones defensivas de un sector social dañado por la crisis, y la élite le da cabida porque no explica las consecuencias de esa decisión.

-¿Es exagerado ver atisbos de retorno a los años 30?

-Quiero creer que no va a ocurrir. Pero no lo sé. Hay reacciones en esa línea. Me preocupan las consecuencias. Hay mucha incertidumbre sobre cómo se va a desarrollar por ejemplo el "Brexit".

-¿La incertidumbre es aún mayor en EE UU?

-Sí. Hay que esperar a las decisiones que tome Donald Trump a partir de enero. Ya hubo un cambio en su discurso. Pero no me atrevo a aventurar qué ocurrirá. Reino Unido y EE UU son países con marcos institucionales de calidad y, por lo tanto, cabe pensar que las consecuencias serán menores de lo que cabría temer porque disponen de mecanismos de reequilibrio interno.

-¿Es tan relevante la calidad institucional en los países?

-Es una variable clave para que haya desarrollo. No sólo son las normas. Si se preserva la transparencia y la seguridad jurídica habrá incentivos adecuados.

-¿Se puede dar por afianzada la salida de la crisis?

-Es difícil saberlo. Ha sido una crisis importante en los países avanzados y que afectó a los emergentes. Parece que la mayor parte de los países va saliendo tras la limpieza poscrisis pero hay que asimilar las nuevas tasas de crecimiento de los emergentes, que en los avanzados el sistema financiero se restablezca totalmente, que se despejen incertidumbre como el "Brexit" y que la construcción europea se consolide: nos dimos una moneda pero no otros componentes necesarios y es difícil consolidar un área económica en una zona madura y con una crisis por el medio.

-La rentabilidad de la deuda repunta, aunque desde niveles muy bajos. ¿Es el comienzo de una senda al alza de tipos de interés o puede haber altibajos?

-Puede haber altibajos. Depende de los factores de incertidumbre y de cómo se resuelvan. La Reserva Federal de EE UU parece que retomará las subidas, aunque no serán importantes en el corto plazo. Pero esto también dependerá de los cambios que haya en la política económica del país. Y el BCE sigue enchufando dinero en la economía. Esto tiene un final pero no creo que ocurra a muy corto plazo. Espero que para entonces hayamos reducido nuestra deuda. Habrá cambios en las valoraciones de los activos financieros y esto afectará a las carteras de bancos, aseguradoras, fondos de pensiones y otros inversores.

-¿Será vulnerable España al cambio de política monetaria?

-La deuda privada se ha ido reduciendo y en las empresas, dado que han tenido menos actividad, sus necesidades financieras han sido menores y lo han aprovechado para recapitalizarse. El problema de las familias ahora no es tanto el endeudamiento como los bajos ingresos por el desempleo.

-¿Y los bajos salarios y la mala calidad del empleo?

-Debe resolverse con pactos entre trabajadores y empresas, según las circunstancias de cada empresa y cada sector, y en función de las mejoras de productividad y de competitividad.

-El déficit público español sigue resistiéndose.

-Es un problema de ingresos y de gastos. Ese desequilibrio no puede seguir de forma indefinida. Necesitamos recaudar más y es previsible un aumento de impuestos si queremos mantener el nivel de la educación, la sanidad y las prestaciones sociales. El problema de fondo es que la sociedad no está dispuesta a soportar el esfuerzo (cada uno en función de su capacidad) para que los servicios lleguen a todos. La sociedad debe estar convencida. Los políticos al final hacen lo que los ciudadanos quieren. Hay que entender de verdad los problemas y no pretender sólo que nos digan lo que queremos oír.

-Usted fue consejera de la CNMV. ¿Fallaron los reguladores?

-Ha habido mucha utilización. Es cierto que hubo situaciones muy complicadas pero los reguladores, como los economistas, toman decisiones con la información de que disponen en cada momento y no pueden anticipar situaciones futuras ni se les puede reprochar que no hayan visto lo que iba a pasar, y más cuando la realidad es cambiante. Una cosa es tomar malas decisiones a sabiendas y otra, adoptar decisiones que, si se hubiera sabido entonces lo que hoy sabemos, quizá hubiesen sido distintas.