Cuando el sector del ladrillo se desmoronó en España, la compañía de construcción morciniega Timber on Live decidió reconstruirse con la madera como base. En 2008, como para otras muchas constructoras, la actividad cayó por la falta de demanda. "Afortunadamente aquello no nos cogió con el paso cambiado, estábamos más o menos bien", asegura Ramón Fontela, uno de los responsables del proyecto. Bien, pero sin negocio a la vista. Ante el derrumbe del sector decidieron cambiar por completo su filosofía de trabajo y dedicaron tres años a formarse en el extranjero. Fueron a buscar inspiración a Finlandia y Alemania, pero también la encontraron justo al lado de casa. Ahora siguen fabricando casas (generalmente viviendas unifamiliares), pero con unos aislantes similares a los usados en otros países europeos, que siguen unos estrictos estándares internacionales (llamados "passivhaus"), a los que han dado su toque personal y que combinan con los sistemas de colondas (unas tablas verticales de madera) que se utilizan en la construcción de los hórreos asturianos.

"Lo que queríamos era cambiar la filosofía de la construcción tradicional", apunta Joel Fontela, arquitecto técnico de formación y uno de los responsables de la compañía. En los tres años que dedicaron a formarse acudieron a varios cursos por el extranjero para indagar en cómo podían cambiar su forma de trabajar y dejar de ser una empresa más del sector para ofrecer algo diferencial en un mercado que está muy limitado por cuatro paredes, ladrillo y vigas. Lo que fraguó fue un nuevo sistema en el que, como explica Ramón Fontela, "unimos los conocimientos de la carpintería de armar con los de la construcción tradicional".

El resultado son unas viviendas en las que el gasto en calefacción es mínimo a lo largo del año, y donde, gracias a los sistemas de cierres, prácticamente no es necesario ni abrir las ventanas para ventilar el interior. "Los sistemas de aporticados de los pilares y las vigas están inspirados en la forma en que se hace en algunos lugares de Europa, muy poco usados en España, mientras que basándonos en los hórreos asturianos lo que hicimos fue meter unas colondas dentro de los pórticos hasta completar el aislamiento completo del edificio", explica Ramón Fontela.

Todo esto se traduce, ejemplifica Joel Fontela, en que en una de las primeras casas que levantaron, una vivienda unifamiliar en Muros de Nalón, de 190 metros cuadrados, la factura en calefacción alcanza, como mucho, los doscientos euros al cabo del año. "Antes en la construcción valía todo, ahora hay que dar una garantía de la ejecución", asegura. En eso se basa el sistema que ellos utilizan para levantar sus proyectos, el "passivhaus", con el que se busca que las construcciones tengan un gran aislamiento térmico, un riguroso control de las filtraciones, una fuerte calidad del aire interior y el aprovechamiento de la energía solar para la climatización, con lo que se consigue una enorme reducción del consumo energético. Pero para llegar a esto se pueden tomar muchos caminos, sin ataduras.

Para conseguir estos aislamientos Timber utiliza, sobre todo, madera. "Es el mejor elemento constructivo para estos objetivos", apunta Ramón Fontela. Su hijo, Joel, señala que "ya de por sí es un aislante natural".

La demanda de este tipo de viviendas está al alza, sostienen ambos. Tienen proyectos en Madrid y otros en Segovia (para la sede de un laboratorio cosmético que ganó un premio de construcción sostenible), Soria y Barcelona. "Al principio, sólo había demanda de quienes sabían cómo funcionaba el sistema, pero ahora su popularidad está creciendo con fuerza", dicen los Fontela.