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La Asturias que innova

La reinvención de la máquina expendedora

Empresas asturianas de "vending" amplían el negocio con productos frescos, equipos industriales y hasta material quirúrgico

Belén Fernández, en Mieres, en una de sus tiendas de veinticuatro horas. FERNANDO GEIJO

En las máquinas expendedoras cabe de todo. La crisis obligó a este sector, con una alta presencia en Asturias, a reinventarse. A no sólo vender chocolatinas o cafés y dar un salto a nuevos servicios. Comienza a ser común ver expendedoras de pescado fresco, cachopos, perfumes o hasta juguetes sexuales. La variedad es cada vez más amplia. Pero las empresas asturianas del sector no se quedan solo en la venta directa, también están adaptando sus equipos para dar servicio a las industrias. Por ejemplo, suministrando el material preciso a cada obrero, lo que evita fugas en las cuentas de gastos de muchas grandes corporaciones.

Tras todos estos avances y pruebas al sector se le comienza a quedar pequeño el mercado nacional y buscan abrirse a los mercados internacionales. Portugal y Francia son los principales objetivos, pero también lugares más lejanos, como Venezuela o Cuba.

Román Suárez, fundador y gerente de la asturiana Olevending, es de los que tuvo que reinventarse con la llegada de la crisis. Lo hizo gracias a la llamada de uno de sus socios en el País Vasco. Una clienta de su interlocutor, pescadera de profesión, quería una máquina para poder vender pescado fresco las 24 horas del día. La petición le pilló por sorpresa. "Pensé que era una broma", reconoce. Pero no lo era y, por contra, fue el comienzo de una nueva época para la compañía. "Tuvimos que fabricar, con el asesoramiento de un veterinario, un sistema para que el producto se conservara y que no saliera de forma brusca y se estropeara", explica. El proyecto llegó a buen puerto. La máquina de pescados se instaló en 2009 y fue un éxito. Aún a día de hoy continúa funcionando.

Fue el inicio del desarrollo de muchas más máquinas en sectores comerciales similares. Ahora acaban de instalar una máquina para expender productos típicamente asturianos (embutidos, fabada, quesos o mermeladas) en Oviedo y Gijón, después de haber llegado a un acuerdo con la firma noreñense Cárnicas La Nave. "Con la bonanza económica acabamos siendo una empresa de vending tradicional, instalando máquinas de cafés o snacks, era un modelo de negocio muy cómodo y muy facilón, y olvidamos un poco nuestros orígenes que eran los de innovar, pero en 2008 muchos franquiciados tuvieron que cerrar y hubo que hacer un cambio", señaló Suárez.

La crisis ayudó al sector, coinciden los empresarios, a explorar caminos insospechados. Es el caso de la compañía mierense Eureka Vending, que tiene sus máquinas muy asentadas en el sector industrial. Ya tienen instaladas sus llamadas taquillas inteligentes en varias plantas de multinacionales o en hospitales como el de Cabueñes (Gijón) donde se controla el material que utilizan los médicos antes de entrar en el quirófano.

Uno de sus últimos desarrollos es una máquina que han instalado en la mina de oro de Boinás que se encarga de distribuir entre los mineros los llamados autorrescatadores, unos pequeños aparatos que llevan adheridos al cinturón y en los que tienen un respirador por si hay problemas en el yacimiento. El sistema ideado por Eureka es capaz de identificar si el equipo está dañado o si tiene demasiados usos y, por tanto, debe de ser reemplazado. El gerente de Eureka Vending, Ramón Menéndez, está estos días por Portugal tratando de vender en tierras lusas sus inventos. Fuera del sector del "vending" la empresa está creando una plataforma para que los profesores puedan gestionar los deberes de los estudiantes.

Otra empresa que está explorando los mercados internacionales es la llanerense Eravending, que tratan de introducir sus máquinas en Francia y Portugal. Son de los que han tenido también que diversificar para intentar capear la crisis, y en sus sistemas cabe ya casi de todo. Por ejemplo, cebos vivos, productos de parafarmacia, de carnicería o, incluso, juguetes eróticos. Estas últimas máquinas, explica el gerente de la compañía, José Ramón Fernández, solo se activan verificando, mediante el DNI, que el comprador es mayor de edad. Ahora están desarrollando tiendas portátiles, una especie de containers con máquinas expendedoras que si no funcionan donde están instaladas porque tienen pocas ventas pueden mudarse hacia otro lugar donde puedan tener una mayor clientela.

Los avances en el sector son constantes. "Ahora estamos probando los nuevos sistemas de pago que se pueden acoplar a este tipo de máquinas, tanto con tarjeta de crédito como a través del móvil", adelanta José Ramón Fernández.

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