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Trabajadores felices

Las políticas y las razones de Suecia y Japón para reducir la jornada laboral

Los suecos y los japoneses se han puesto a pensar en reducir las horas de trabajo. Puede decirse que para mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos, aunque movidos por motivaciones claramente disímiles. En Suecia se está explorando rebajar la jornada laboral diaria de ocho a seis horas como una fórmula que, entre otros efectos benéficos, favorecería el reparto del empleo y una mejor distribución de la renta, una preocupación que está en el ADN de un país que, como otros nórdicos, es ejemplo de Estado del bienestar generoso y eficiente. Piensan los suecos que incluso es viable trabajar menos horas sin rebajar el salario. Las pruebas que ha hecho el "laboratorio de políticas" del país indican que el sentimiento de bienestar de los trabajadores mejora considerablemente y que ello repercute positivamente en los resultados, porque al mismo tiempo mejora la productividad.

Bien es cierto que tales pruebas se han hecho en el sector público (en servicios dependientes de ayuntamientos) y que, ante su posible traslación al privado, no faltan quejas, de empresarios y políticos (liberales y conservadores), acerca del impacto en la "competitividad" del país. Así que la felicidad no debe de ser competitiva.

Japón es más competitivo que Suecia, según un índice que elabora el Foro Mundial de Davos. La economía nipona ocupa el sexto puesto y la sueca es novena en un ranking que sobre el papel es una medida de la prosperidad de los estados. Cabe conjeturar que esa posición está relacionada con la extrema laboriosidad de los japoneses. Las semanas laborales son a menudo de 70 horas, presumiblemente porque lo favorece la cultura local del trabajo (tan peculiar y chocante para Occidente que en España ha propiciado la leyenda urbana de la "huelga a la japonesa"). Las políticas que estimulan las horas extras y la relevancia del concepto también extremo de "fidelidad" a la empresa hacen el resto.

Pero la competitividad no da la felicidad en Japón; a veces mata. El pasado diciembre, el suicidio de una joven de 24 años, víctima del estrés y de las más de cien horas extra que trabajaba al mes, amplificó la alarma por un fenómeno (llamado "karoshi") que cada año provoca miles de muertes en el país. El suceso llevó a la dimisión al presidente de la empresa y movió al Gobierno a intensificar la inspección laboral y, también, a legislar para que los japoneses salgan antes del trabajo los viernes.

España podría tomar nota tanto de los japoneses (para evitar los excesos de jornada) como de los suecos (para redistribuir la riqueza). Y particularmente para conocer cómo se hace para tener tasas de paro inferiores al 7%, como en Suecia, o que no llegan al 4%, como en Japón. La fórmula de generar y repartir empleo destruyendo primero un puesto de trabajo fijo y alumbrando después uno y medio a tiempo parcial, como con frecuencia ha ocurrido en estos años de crisis y recuperación en España, no crea trabajadores felices, sino trabajadores pobres.

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