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Los movimientos empresariales en una industria básica

La UE recela de la fusión de Du Pont y Dow y dice que su autorización sigue en el aire

Bruselas muestra su inquietud por los efectos para la competencia del proceso de concentración que registra el sector químico a escala global

La UE recela de la fusión de Du Pont y Dow y dice que su autorización sigue en el aire

La Unión Europea (UE) mantiene su recelo y cautela sobre la fusión de los gigantes químicos estadounidenses Du Pont (con un complejo fabril y de servicios en Tamón) y Dow Chemical por la gigantesca concentración que se está produciendo en el mercado mundial, fundamentalmente en el ámbito agroquímico, con la proyectada unión de ambos colosos, la compra de la suiza Syngenta por la asiática Chem China y la adquisición de la estadounidense Monsanto por la alemana Bayer, dueña de una fábrica farmacéutica en Lada.

La fusión de Du Pont y Dow, que estaba previsto que se hubiese materializado al cierre de 2016, se pospuso al primer trimestre de 2017 por la demanda de más documentación e información por las autoridades europeas de la Competencia. En los últimos días se celebró una vista, a puerta cerrada, en la que las dos multinacionales defendieron sus posiciones. Al encuentro asistieron representantes de la industria (caso de su competidor alemán Basf) y de los sectores biotecnológico y de la comercialización de semillas y fungicidas para la actividad agrícola. La comisaria europea de la Competencia, Margrethe Vestager, declaró a Bloomberg Televisión que el proceso de autorización de la fusión en Europa sigue "aún muy abierto", y por lo tanto incierto.

Los recelos proceden de la gran concentración mundial, en la que, de siete grandes grupos multinacionales productores de tratamientos fitosanitarios y semillas modificadas genéticamente para hacer los cultivos más resistentes a las plagas, quedarán tres. La Comisión Europea ya está analizando también la compra de Syngenta por Chem China pero aún no la de Monsanto por Bayer. En todos los casos se trata de determinar si tales uniones violan o no las normas anti-trust y si pueden abocar a posiciones de dominio en el mercado que restrinjan la competencia en perjuicio de los consumidores

Otro motivo de suspicacia para las autoridades europeas es el temor a que tales megaconcentraciones reduzcan las inversiones en innovación e investigación por la existencia de una menor presión competitiva.

Este argumento es antitético al que esgrimen las compañías. Son precisamente los elevadísimos costes de la innovación e investigación en nuevos proyectos (y cuyos resultados no siempre conducen al éxito, por lo que buena parte de ellos se saldan con fracasos ruinosos) los que fuerzan, en su opinión, a una creciente concentración, y más en un entorno, como el que se vio en los dos últimos años, caracterizado por la caída de la demanda y sobre todo por el derrumbe de los precios en los mercados de materias primas, incluidas las agrícolas, y que ahora empiezan a recuperarse.

Du Pont y Dow podrán presentar alegaciones a las objeciones europeas. Y los recelos comunitarios podrían solventarse con concesiones adicionales por las dos compañías. El proyecto de fusión ya incluye, de hecho, desde su concepción inicial la fractura posterior del grupo resultante en tres compañías totalmente desvinculadas entre sí.

Esta semana, y anticipándose a los recelos europeos sobre los posibles efectos sobre la competencia y la innovación, el consejero delegado de Du Pont, Ed Breen, anunció una inversión de 200 millones de dólares (188,1 millones de euros) para potenciar el centro de investigación e innovación que la multinacional posee en Wilmington (Delaware, EE UU). Este centro, con 114 años de historia y origen de grandes innovaciones mundiales (lycra, nylon, kevlar, nomex y otras muchas), sufrió un controvertido ajuste de personal el año pasado en el contexto de la reducción de empleo que acometió la compañía como paso previo a la fusión. El recorte en el corazón estratégico de una multinacional caracterizada desde su fundación hace 215 años por la apuesta por la innovación fue criticado, entre otros, por su expresidente Edgard S. Woolard, el dirigente que trajo Du Pont a Asturias.

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