En FADE hemos recibido con enorme tristeza la noticia de la muerte de Amalio García, nuestro socio más veterano, muy querido y respetado en esta casa, que en 2014 le rindió un homenaje más que merecido.

Con esa tristeza despedimos a un trabajador infatigable, cuyo empuje se demostró ya cuando casi un niño empezó a trabajar de botones en Duro Felguera, mientras estudiaba en la academia de José Calvo, en Sotrondio.

Desde entonces, pasando por sus etapas de Erim y Emcor, hasta el actual grupo Carbomec, Amalio García ha sabido adaptarse a cada circunstancia, corregir el rumbo cuando fue necesario, sortear las corrientes y llegar a buen puerto, rodeándose de los mejores.

Y siempre innovando e internacionalizándose, compitiendo muy pronto en un mercado global cuando ni siquiera habíamos acuñado estos términos. Prueba de ello es el moderno sistema de sostenimiento de galerías, que se exporta desde su fábrica de Gijón a medio mundo.

Detrás de toda esta gran obra estaba un hombre bueno. Decía el poeta francés Thoreau que la bondad es la única inversión que nunca quiebra. Amalio era la prueba. Tantos años invirtiendo en bondad le habían rentado tanta gente que le quería.

Amalio García se ha ido, pero nos deja una marcada estela de afecto y de cariño, de esas que solo las personas de bien dejan a su paso.