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Atrapar el agua que no cae del cielo

La empresa asturiana Teexmicron diseña unas máquinas que recogen las gotas que están condensadas en el ambiente, las filtra y las convierte en potables

Algunas de las máquinas diseñadas por la empresa asturiana para uso doméstico.

En Arrakis, el desértico planeta de la saga de ciencia ficción "Dune", escrita por Frank Herbert, cada gota de agua es lo más parecido a un tesoro de un valor incalculable. Traído a la realidad, algo similar ocurre en muchas zonas del planeta, todas fuera de Europa. Una empresa asturiana, Teexmicron, trata desde hace unos años de poner remedio a este problema, que afecta a millones de personas, y para ello trabaja en el diseño y fabricación de unos equipos que son capaces de recoger el agua que está en suspensión en el aire para evitar que se pierda sin más. "Llevamos ya muchos años de bagaje y de hacer I+D en este campo sin ayudas de nadie", asegura el presidente de la compañía gijonesa, Víctor Fernández. Una solución que esperan como agua de mayo en las zonas más desérticas del planeta, donde el empresario sostiene que hay situaciones de alerta social por la falta de líquido.

Gota a gota el proyecto ha ido creciendo. La empresa tiene previsto ahora, tras unos años produciendo a pequeña escala sus aparatos en Curitiba (Brasil), construir una planta en Andalucía. Baraja varias ubicaciones posibles, Almería, Málaga o Córdoba. El proyecto tiene un presupuesto de 2,5 millones de euros y estará listo durante el primer semestre del año. La planta tendrá unos 8.000 metros cuadrados, y en una primera fase se prevé que ayude a crear treinta y cinco nuevos puestos de trabajo, que podrían doblarse en el futuro.

La tecnología de la compañía asturiana para captar el agua que pulula por la atmósfera se basa en una técnica antigua que ya utilizaban los habitantes de los kibutz de Israel o los pobladores del desierto de Atacama en Chile. Consistía en instalar unos plásticos para intentar atrapar la humedad de la atmósfera o de los bancos de niebla que lograban almacenar en enormes calderos de agua. Otras tribus lo hacían con otro tipo de materiales, como piel de cabra curtida. "Ésa es la base sobre la que hemos diseñado nuestra tecnología", asegura Fernández. El agua nunca llega a tocar el suelo y se queda atrapada en esta especie de redes.

El empresario defiende las oportunidades que ofrece este agua en campos de lo más diverso, como el doméstico, el militar o en el de la agricultura. Todo un mundo de posibilidades. Se trata de un incipiente sector pero que tiene unas elevadas perspectivas de futuro.

Según Fernández, este agua tiene unas propiedades muy superiores a la mineral, ya que "es mucho más natural". Las máquinas de la compañía gijonesa permiten obtener agua de la condensación, filtrarla y convertirla en potable. De hecho, la compañía apunta a que la industria del agua embotellada está estancada a nivel de innovación y sostiene que es necesario darle un vuelco de manera urgente. Teexmicron tiene diseñadas futuras plantas para envasar agua en un futuro, y ya les está buscando emplazamiento. "Éste es un producto desconocido, aunque comienza a haber demanda", señala el empresario. De hecho, ya hay algunas compañías chinas que están tratando de explorar este incipiente mercado. "Nosotros lo que necesitamos ahora es comenzar a fabricar las máquinas para ponerlas en el mercado", asegura.

Pese a que ahora el proyecto va sobre ruedas han tenido algún que otro mal trago. Hace unos años, en plena crisis económica, encontraron un socio en Oriente Medio para que entrara en su accionariado y les ayudara a dar el salto definitivo a su idea. El objetivo era construir dos centros productivos de estas máquinas, uno de ellos en España y otro en el extranjero. Pero unos quince días antes de que todo se pusiera en marcha, cuenta Víctor Fernández, "nos llamaron y nos dijeron que se querían quedar con el control total de la compañía. Nos echamos para atrás". Todo quedó abortado.

Otra de las líneas de negocio de Teexmicron consiste en instalar este sistema para atrapar el agua en las azoteas de los edificios. El objetivo es que los inmuebles puedan ser más sostenibles y que sus ocupantes puedan autoabastecerse con el líquido que se genera en el tejado. La compañía firmó hacer unas semanas un acuerdo con la cadena hotelera Barceló para comenzar a implantar esta solución en algunos de sus establecimientos.

Pero no es el único sector donde la compañía tiene sus miras puestas. También los militares están explorando una tecnología muy similar para poder abastecer de agua a los campamentos de una forma sencilla y rápida. La empresa asturiana, además, tiene un marcado carácter social y destina un porcentaje de todos sus beneficios a colaborar con diversas causas humanitarias, incluidas las de los territorios donde la sed apremia.

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