La pirámide de población de Asturias ha perdido tanta base y ha envejecido tanto que ya casi una cuarta parte de sus habitantes está por encima de los 65 años. La actualización del padrón a 1 de enero de 2016, divulgada ayer por Sadei, confirma la ruta de la demografía regional hacia un lugar difícilmente sostenible, con un panorama complejo en el que uno de cada cuatro residentes está ya en edad de inactividad. El último censo da 254.575 mayores de 65. Si se juntaran, serían el segundo concejo de Asturias, sólo por detrás de Gijón, y ya han alcanzado en términos absolutos y relativos el techo de la serie histórica: nunca había habido tantos asturianos por encima de los 65 años ni su porcentaje se había situado tan cerca del 25 por ciento del total del censo. Representan el 24,42 de los 1.042.608 residentes registrados, son la segunda proporción de población envejecida más elevada de España, casi igualada con el 24,45 de Castilla y León, y el resultado del significativo ascenso del colectivo en 1.763 personas en un año.

Si el punto de la comparación retrocede hasta el inicio del siglo, en la nómina de los que han alcanzado la edad teórica de la jubilación había en 2016 20.099 personas más que en 2001, mala noticia para el índice de envejecimiento: hay 208 mayores de 65 por cada cien menores de 15. Los que han salido del mercado laboral duplican a las que están en disposición de entrar: 122.112 menores de 15 son a duras penas uno de cada diez, a más de 4 puntos de la media española.