Cuando un trabajador sueco se aproxima a los 61 años puede decidir si se jubila o continúa trabajando. Que haga uno u otro dependerá de si considera que los derechos económicos acumulados en su "cuenta nocional" (un apunte contable al que van a parar las cotizaciones de toda su vida laboral) le dan para disponer de unos ingresos dignos durante el resto de su vida. Es uno de los rasgos centrales de un modelo de pensiones que es también utilizado en países como Italia y Polonia y que una corriente de economistas aboga por aplicar en España para mejorar la equidad, la transparencia y sujetar el sistema ante sus desafíos demográficos y financieros. Frente a ese grupo, otros expertos esgrimen que las "cuentas nocionales" no resolverían los problemas de las pensiones públicas españolas y que, verdaderamente, a quienes más interesa es a las instituciones financieras que venden fondos privados.

José Ignacio Conde-Ruiz, investigador y subdirector de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), compareció esta semana ante la Comisión Parlamentaria del Pacto de Toledo y allí introdujo el debate sobre las "cuentas nocionales", cuyas singularidades, pros y contras se exponen en los siguientes puntos.

Cuenta virtual. El sistema que aplican Suecia (donde se complementa con los planes de pensiones de empresa, muy extendidos) e Italia desde principios de siglo es, como el español vigente, público y de reparto. Se basa por tanto en que las cotizaciones de los trabajadores actuales financian las pensiones de los jubilados actuales. Ese criterio general de solidaridad entre generaciones se mantiene; lo que varía es la forma de determinar la pensión. En España, la cuantía de la prestación se obtiene combinando el número de años cotizados con las aportaciones abonadas durante un período de la vida laboral (20 años en 2017, que se ampliarán progresivamente hasta los 25 en 2022, según la última reforma). En el modelo nocional, se consideran las cotizaciones de toda la vida laboral. Cuando un individuo empieza a trabajar, se le abre una "cuenta virtual" donde se anotan, mes a mes, las cotizaciones. Esa bolsa se va actualizando mediante una tasa "ficticia" de rentabilidad que fija la Administración y que puede estar referenciada a la evolución de los salarios (Suecia) o al producto interior bruto (Italia).

Cuando el trabajador se jubila, su prestación se calcula repartiendo el capital acumulado en su cuenta nocional entre los años que corresponden a la esperanza de vida de la cohorte de edad a la que pertenece. Este último ajuste es análogo al que comenzará a utilizarse en España a partir de 2019, cuando entre en vigor el denominado "factor de sostenibilidad" que aprobó el PP en 2013.

Toda la vida laboral. La primera diferencia de fondo entre el modelo español (técnicamente clasificado como de "prestación definida") y el nocional (de "contribución definida") es que para fijar la cuantía de la pensión en éste último se tiene en cuenta toda la vida laboral. Supone que al llegar al retiro, el individuo tiene derecho a obtener de las nuevas generaciones un retorno de renta equivalente a las aportaciones que realizó en beneficio de otros mientras trabajó y cotizó. Sobre el papel, ese efecto resuelve lo que para un sector de expertos supone ahora una distorsión: el hecho de que haya personas que, con igual esperanza de vida, reciban con sus pensiones rentas superiores o inferiores a lo que aportaron al sistema (ellos y sus empresas) mientras estuvieron en activo. El lado oscuro es el mismo que ha justificado la resistencia histórica a ampliar el número de años de la vida laboral que se usan en España para calcular la pensión: al considerar toda la vida laboral, salen penalizados, frente al sistema actual, quienes en sus primeros años de trabajo tuvieron empleos precarios, algo frecuente en las carreras profesionales. En sentido contrario, se beneficia a aquellos otros que caen en el paro en los años más cercanos a la edad de jubilación, algo muy habitual en episodios de crisis como el reciente.

Más transparencia. "Un sistema así permite, de una forma más justa y transparente, que si un trabajador quiere cotizar más en su cuenta nocional puede alargar su etapa laboral y así aumentar su pensión", argumenta José Ignacio Conde-Ruiz. Efectivamente, el sistema de cuentas nocionales hace posible que el trabajador conozca en cualquier momento cuánto "capital" tiene acumulado en su cuenta virtual y estimar cómo será su pensión futura. Es algo mucho más difícil de conseguir con el modelo actual. Más después de que el Gobierno renunciara, para evitar costes electorales, a su compromiso de enviar una carta a cada trabajador con una aproximación a su pensión futura. Sobre esta parte del sistema también cabe una lectura crítica, según el hacendista vasco Ignacio Zubiri, otro de los que han comparecido ante la Comisión del Pacto de Toledo: "El sistema, por sus apuntes contables ficticios, permite que en todo momento los trabajadores tengan una estimación de sus pensiones futuras. Quizás por eso gusta tanto a las entidades financieras: como no aporta recursos adicionales, hará que los trabajadores sean conscientes de lo bajas que serán las pensiones que tendrán y con ello puede que se animen a comprar planes privados". Unespa, patronal de las aseguradoras, es una de las organizaciones que con más fervor defienden las cuentas nocionales.

La cuestión financiera. A decir de Conde-Ruiz, la jubilación a la sueca o a la italiana es una "alternativa realista" para tener "unas pensiones sostenibles y suficientes", algo que, asegura, sin un cambio de modelo no estaría garantizado aunque se alcance el pleno empleo, aumenten los salarios y la productividad y se refuerce la financiación mediante impuestos. De acuerdo con esta tesis, un modelo de cuentas nocionales contribuiría a limitar el principal de los impactos dañinos de las reformas que hasta ahora se han acometido: fundamentar la sostenibilidad del sistema (amenazado por el envejecimiento demográfico y por la falta de empleo) casi exclusivamente en recortes de la generosidad de las prestaciones presentes y de las futuras.

Ignacio Zubiri, partidario de una "reforma fiscal integral" para blindar las pensiones, tiene otra visión: "Las cuentas nocionales no aportan más recursos al sistema y, por tanto, no harían que las pensiones fueran más altas. Cambiaría su distribución (se favorecería a quienes hubiera cotizado más años), pero no su nivel. Es un sistema que, por tanto, en lo esencial no resuelve los problemas financieros. Sólo redistribuye los que hay".