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Una gijonesa en el costurero del mundo

La economista Paula López investiga cómo afectan los problemas cotidianos a la productividad de los trabajadores de los talleres textiles de Bangladesh

Paula López. JULIÁN RUS

La economista gijonesa Paula López Peña estudia como los problemas cotidianos afectan a la salud y a la productividad de los trabajadores. Y lo hace, además, en un entorno laboral extremo, el de los talleres textiles de Bangladesh, donde cientos de miles de empleados pasan jornadas de hasta 14 horas cosidos a las máquinas de tejer.

El derrumbe, hace casi dos años, de un edificio que albergaba cinco talleres de confección y en el que murieron sepultadas más de 300 personas dejó a la intemperie, a la vista de todo el mundo, las condiciones de precariedad y hacinamiento en las que trabajan los fabricantes de muchas de las prendas que se visten en Occidente. Algunos de los empleados del edificio Plaza Rana Savar, situado en las afueras de la capital Dacca, cobraban 28 euros al mes cosiendo ropa para marcas como la irlandesa Primark.

La seguridad de la mayoría de estos trabajadores está cogida por alfileres pero, tirando del hilo, también hay que destacar que el sector textil ha sido uno de los motores de desarrollo de Bangladesh. El séptimo país más poblado del mundo, con 167 millones de habitantes, ha duplicado su producto interior bruto (PIB) en los últimos 40 años y su tasa de pobreza, aún muy alta, ha caído en un 20 % desde comienzos de la década de 1990.

La gijonesa Paula López visita con frecuencia los talleres textiles de este país del Sur de Asia y conoce de cerca los problemas laborales, pero también cotidianos, de los trabajadores que hay detrás de las etiquetas "made in Bangladesh". Especializada en Economía del Desarrollo, da las últimas puntadas a su tesis doctoral en la Universidad de Warwick, en Reino Unido. "Me interesa ver como la capacidad de manejar los problemas cotidianos afecta a los resultados económicos en los países en vías desarrollo y los talleres textiles de Bangladesh era el mejor lugar para llevar a cabo la investigación", explica Paula López con un acento en el que ya se han borrado las marcas de su origen.

Nacida en Gijón hace 32 años, se licenció en 2006 en Administración y Dirección de Empresas en la Universidad de Oviedo. Consiguió una beca de la antigua Cajastur para trabajar durante seis meses como interna en el Banco Interamericano de Desarrollo, en Washington (Estados Unidos), y acabó estando cuatro años allí. Luego esa institución la envío a Nicaragua para coordinar la evaluación de un programa de bienestar para niños en extrema pobreza y un año después regresó a Europa para cursar un master de Economía en la prestigiosa London School of Economics and Political Science. Finalizado el posgrado, comenzó a preparar el doctorado en la Universidad de Warwick y a viajar a Bangladesh para escribir su tesis.

"Los economistas tenemos muy claro a día de hoy que las cosas que te pasan todos los días, y no los grandes problemas de la vida, tienen mucho más impacto en tu salud y en tus resultados económicos a largo plazo", afirma Paula López, que por eso pone el foco en lo cotidiano. "En general, la gente de bajos ingresos en los países en vías de desarrollo tienen muchos problemas cotidianos: muchos no tienen acceso a agua potable, algunos tienen dificultades para comprar comida, la mayoría no puede pagarse una buena educación y por lo tanto tienen acceso a empleos de muy baja calidad y trabajan 14 horas al día por muy poco dinero? Dentro de esas condiciones difíciles, cómo tú gestiones las dificultades, el stress cotidiano, afecta a la productividad", destaca la economista gijonesa.

Evaluar ese impacto, para poder tomar medidas, es el objetivo que persigue Paula López. "Medimos la productividad per capita en fábricas textiles en Bangladesh porque es muy fácil contar el número de prendas que se producen cada hora por unidad. Vemos, por ejemplo, si los empleados producen más o menos camisetas y el número de defectos por cada cien de ellas. Y al mismo tiempo medimos salud mental y nivel de ansiedad por medio de biomarcadores como el nivel de cortisol en la saliva, una de las hormonas principales del stress", explica la investigadora, que a partir de esos datos y de los testimonios de los trabajadores puede medir el impacto de los problemas cotidianos en la productividad. "Estas personas de bajos ingresos tienen menos medios para superar el stress cotidiano, no tienen la posibilidad de resolverlo a golpe de talonario como hacemos nosotros", afirma la gijonesa, que ha detectado un mayor impacto en mujeres que en hombres. "En Bangladesh la mujer no tienen mucho poder de negociación en el hogar y muchas son víctimas de violencia doméstica. Las mujeres tienen muchos más problemas de índole personal y tienen una productividad más baja y peor salud física, se ponen enfermas con mayor frecuencia", afirma.

Paula López se siente cómoda investigado desde una universidad del Reino Unido. "En los países anglosajones hay una cultura de investigación y de trabajo diferente a la de España y hay un mayor reconocimiento social al esfuerzo. Lo he apreciado en Reino Unido y también en Estados Unidos", afirma la investigadora, que destaca que para un universitario asturiano "es bueno salir a países donde se piensa diferente, ahora bien, también entiendo que es un problema que la gente no vuelva".

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