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La Asturias que innova

"Entre los científicos se va perdiendo el miedo, cada vez son más emprendedores"

"Todo el mundo coincide en que hay que fomentar la innovación, pero no se acaba de poner el dinero, la ciencia no da votos"

Pablo Román García, en uno de los sillones de la primera planta del edificio del Centro Europeo de Empresas e Innovación, en Llanera. Miki López

Pablo Román García (Oviedo, 1980) es un firme defensor de que la ciencia necesita más difusión para que llegue a la sociedad. El ovetense es el responsable de industria e internacionalización de Elixir, una organización intergubernamental de la que son miembros 21 estados europeos y que tiene como objeto que los descubrimientos ligados con la bioinformática o la genómica puedan estar abiertos y sean compartidos entre empresas, instituciones, universidades, laboratorios y centros tecnológicos. Para facilitar el progreso de la sociedad y el trabajo de muchas pequeñas y medianas compañías. Román García estudió Bioquímica en la Universidad de Oviedo e hizo una tesis sobre el metabolismo óseo en los laboratorios del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). Tras un breve paso por Holanda, y una vuelta a Asturias, ahora tiene su oficina establecida en Cambridge (Reino Unido). Recientemente participó en un encuentro con empresas biotecnológicas organizado por el Centro Europeo de Empresas e Innovación (CEEI) de Llanera.

-¿Qué objetivos persigue Elixir?

-Es una organización intergubernamental y una infraestructura europea para potenciar la bioinformática. No somos una institución de la Unión Europea, tenemos nuestros propios estados miembros (21) que todos tienen unas comunidades de bioinformática y de genómica muy establecidas. Cada uno tiene sus especialidades. En Noruega, por ejemplo, somos expertos en la genómica del salmón. Somos unos 160 institutos y hay miles de personas de alguna forma u otra involucradas en el proyecto. Estamos divididos en cinco plataformas (herramientas, datos, computación, estándar y formación), y cada una está liderada por un experto. Divulgamos información gratuitamente y ponemos en contacto a quien lo necesite.

-¿En Asturias en qué estamos especializados?

-En descubrimiento de medicamentos y en la genómica del ámbito clínico para desarrollar programas que ayuden a los médicos a tomar decisiones. Todo esto parte de un mundo muy académico que poco a poco se está utilizando más en la empresa. La asturiana Dreamgenics es un buen ejemplo de esto.

-Tenéis sede en Inglaterra, ¿os puede afectar el "Brexit"?

-No sabemos cómo nos puede afectar. En Elixir somos una organización intergubernamental de ámbito europeo y tenemos un estatus diplomático. En principio el "Brexit" no nos afectaría de forma particular. Sí en reclutar a gente, sobre todo a los senior, que te dicen "Vale, yo me voy a trabajar allí, pero dentro de cinco años, ¿qué pasará?".

-¿En España hay buena cantera de ideas?

-Sí, y cada vez hay más espíritu emprendedor en el ámbito académico. Cada vez gente con mucho talento de la Universidad tiene menos miedo a saltar y a emprender una aventura por su cuenta. Hasta ahora no había infraestructuras como la nuestra y el movimiento de tener todos los datos abiertos es una ola cada vez más creciente.

-Os encontráis con reticencias de los investigadores para compartir sus investigaciones.

-Depende de la comunidad científica. En la de bioinformáticos es todo abierto, y está más establecido. Pero hay otras en las que se tiene miedo a que se copien los resultados. Pero, poco a poco, cada vez son más los que comparten.

-¿Hay mucha diferencia entre la investigación que se hace en España y en otras partes de Europa?

-Para nosotros España es una pata muy importante porque el sector está muy bien organizado y tiene mucha tradición en bioinformática y genómica. Son siempre la misma comunidad, siempre los mismos nombres, pero es que son muy buenos. A través de ellos se forma un grupo muy importante. Barcelona, por ejemplo, es un nodo de bioinformática muy amplio, con varios institutos de investigación muy cercanos, muy bien organizados. Es una masa crítica que no encuentras en otras partes de Europa.

-¿Los recortes en investigación han afectado?

-Sí que han pasado factura. Los países pequeños lo han sufrido mucho, como la República Checa. Pero luego hay regiones, como Munich, que no saben qué hacer con el dinero. Allí tienen un parque tecnológico enorme y espectacular, el mayor de Europa, y les va muy bien. Hay recortes, pero yo soy optimista.

-Muchos investigadores os habéis ido a trabajar fuera...

-Hay un montón de españoles en mi oficina, y en los institutos de bioinformática. Sobre todo que provienen de las regiones periféricas de España, menos del País Vasco y Cataluña.

-¿Hay posibilidades de regresar?

-Las hay, pero para volver a Madrid y a Barcelona. Aunque en Asturias ahora las cosas van algo mejor.

-Siempre se habla de que hay que avanzar hacia la economía del conocimiento. Pero, ¿realmente se están dando pasos en ese sentido?

-No acaba de haber el paso definitivo. Todo el mundo coincide en que hay que fomentar el I+D+i, a los emprendedores, y hacer un tejido empresarial en este sentido, pero no se acaba de poner el dinero encima de la mesa, porque la ciencia no da votos. También ésa es una tarea que debemos de hacer más los científicos, que es salir más y darnos a conocer y que la gente conozca realmente el valor de lo que hacemos.

-¿Hay una mala percepción social del trabajo de los científicos?

-Tenemos que mejorarla mucho, yo soy muy crítico con nosotros mismos. En Inglaterra hay mucha más cultura científica en la población general, hay, incluso, un científico jefe en el Gobierno, y la ciencia está como más metida en la sociedad. En Estados Unidos también. El antiguo vicepresidente Joe Biden tuvo una hija con cáncer y estaba muy concienciado sobre el tema. Eso nos hace falta en España, necesitamos más Punsets.

-¿Cambiará la situación con la llegada al poder de Donald Trump?

-Mucho. A nosotros nos afecta directamente en Elixir porque tenemos colaboraciones con Estados Unidos y, de momento, están muy congeladas. La gente de allí no sabe qué va a pasar y no hacen planes a largo plazo y se prevén turbulencias. Estados Unidos además financia proyectos en Europa, y está habiendo muchas turbulencias internas, muchos cambios... Siempre que hay un cambio de presidente pasa esto, pero ahora con Trump, que no es "prociencia", más.

-¿Qué le falta al sector para dar el salto definitivo?

-Nos falta centralizar todas las ideas, nos falta inversión pública y privada. En Asturias y España echo de menos un impulso al mecenazgo y gente que se arriesgue. Hay proyectos que funcionan con becas a cinco años, y así es difícil. Es como si las autopistas funcionaran con becas a cinco años y un día vas a León por el Huerna y te dicen que ya no puedes pasar porque no le han dado la beca.

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