Arcelor-Mittal busca drones que puedan moverse y hacer trabajos en el interior de sus instalaciones fabriles y que lo hagan de la forma lo más autónoma posible. Casi sin que medie la mano de los operarios. Así lo explicó ayer el responsable del departamento de mecatrónica y visión artificial de la multinacional en Asturias, Rubén Pérez Chust, durante un acto en el que multinacionales y otras grandes empresas asentadas en la región presentaron algunos de sus retos tecnológicos a pequeñas compañías, para intentar hacer negocio de forma conjunta. El encuentro estuvo organizado por el Instituto de Desarrollo Económico del Principado (Idepa) y el Centro Europeo de Empresas e Innovación (CEEI) que con este programa trata de poner en contacto a compañías de gran tamaño (llamadas tractoras) con otras mucho más pequeñas, pero que puedan ayudar a las primeras a dar un salto hacia la industria 4.0, aquella en la que los procesos de fabricación serán más automáticos.

Lo que no explicó Pérez Chust es el trabajo que tendrían esos drones, aunque, por ejemplo, la multinacional ya los usa en Brasil para realizar inspecciones de mantenimiento en sus instalaciones. El directivo sí precisó que se trata de conseguir ordenar al dron que vaya a algún punto de la fábrica, haga la tarea para la que ha sido programado y vuelva sin tropezarse con ninguna máquina ni ningún obrero. "Debería ser capaz de sortear los obstáculos", apuntó. Es decir, actuando como uno más, y de una forma inteligente. El departamento de innovación también busca ayuda para integrar la tecnología de la impresión en tres dimensiones en el diseño de nuevos productos, según resaltó Pérez en su presentación.

Sin salir de Arcelor, el responsable de la multinacional para el suroeste de Europa, el asturiano José Manuel Arias, mantuvo esta semana una reunión con los sindicatos para hacer balance sobre el estado de las instalaciones regionales. Arias aseguró que cualquier decisión sobre las inversiones que están pendientes para la región (entre ellas una segunda ampliación de la acería de Avilés) tendrán que esperar hasta el tercer trimestre. Y confió en que la reconstrucción de las baterías de coque de Gijón siga su curso y superar las trabas medioambientales con las que se están encontrando. De hecho aseguró que sin ellas no hay futuro.

El directivo también les insistió a los sindicatos sobre la necesidad de que mejore la productividad, que se fabrique más a menor coste, ya que los ratios de las factorías asturianas están por debajo de las de otras del grupo. Arias aseguró que las medidas proteccionistas impulsadas por la Unión Europea (UE) habían conseguido frenar la llegada de acero barato desde China, aunque ahora el problema está más cerca. Son las fábricas de Turquía las que están tirando los precios por los suelos, explicó a las centrales.

Haciendo un balance instalación por instalación, Arias destacó la buena marcha de la línea de hojalata y de las de galvanizado, gracias al buen comportamiento del mercado automovilístico. En la otra cara de la moneda, resaltó que hay problemas en muchos talleres de productos largos, que es donde más bajaron los precios. De lo que no quiso hacer ningún comentario, aseguraron los sindicatos, es acerca de la oferta de la empresa para comprar la planta de Tarento, el mayor complejo siderúrgico de Europa.