La crisis ha dado un buen bocado a los ingresos de los arquitectos asturianos. La falta de obras y el recorte sufrido por los presupuestos públicos han llevado a que, de media, estos profesionales perciban por sus trabajos unos 20.000 euros brutos al año, una cifra que está ligeramente por debajo de la del sector a nivel nacional ( 22.000 euros), según los cálculos que maneja el Colegio de Arquitectos de Asturias. Su decana, Sonia Puente, asegura que en el caso de las mujeres las retribuciones son aún bastante menores. "Hay precariedad laboral, la actividad ha caído un 90%", denuncia.
Los arquitectos han puesto en marcha una campaña para intentar mejorar esas condiciones laborales y han presentado, a nivel nacional, trece enmiendas al proyecto de ley de Contratos del Sector Público que prepara el Gobierno. Es la normativa que arbitra su relación laboral con la Administración. Entre sus reclamaciones figura que se deje de poner trabas a los jóvenes recién graduados para acceder a este tipo de trabajos. También que el precio no sea la razón principal a la hora de realizar una adjudicación y que primen otro tipo de cuestiones, como la calidad o el diseño del proyecto, por ejemplo.
Sonia Puente destaca que entre las enmiendas presentadas figura también que los arquitectos tengan un tratamiento especial en las contrataciones públicas. "Dentro de la ley de contratos se incluye cualquier compra que haga la Administración, desde un paquete de folios hasta un proyecto de un arquitecto, que es algo muy intelectual y específico", explica. Ligado con esto, los arquitectos también reclaman que no sea sólo el precio lo que determine estas adjudicaciones. "La propuesta es que el peso de la oferta económica sobre la decisión final no supere el 20%", señala la decana asturiana.
Entre las medidas para acabar con el paro juvenil que también afecta a esta profesión, Puente asegura que se ha pedido al Ejecutivo que se derogue la norma que establece que los arquitectos que quieran optar a un contrato con la Administración demuestren una experiencia previa de, al menos, tres años en trabajos similares. Una barrera que cierra la puerta a muchos recién graduados.
