La Reserva Federal (Fed), el banco central de EE UU, mantuvo ayer los tipos oficiales de interés entre el 0,75% y el 1% que estableció en marzo. La decisión no sorprendió porque, tras subir tres veces los tipos desde diciembre de 2015 (lo que no ocurría desde 2006) y anunciar otras dos alzas para este año, no se esperaban más aumentos antes de junio.

Sin embargo, la expectativa era alta porque el presidente de EE UU, Donald Trump, que en la campaña electoral acusó a la Fed de mantener demasiado bajos los tipos, recela ahora de un mayor endurecimiento de la política monetaria porque contribuiría a fortalecer más el dólar. "Es muy difícil competir cuando se tiene un dólar fuerte", dijo Trump en abril.

Al tipo de cambio están contribuyendo, junto con otros factores, las promesas de políticas de estímulo del presidente, pero todas ellas están bloqueadas y no han pasado de ser "órdenes ejecutivas" no ejecutadas.

Este marasmo político, de prolongarse, puede ensombrecer el signo optimista de los mercados en EE UU, sobre todo porque muchos activos, y en particular las bolsas, ya están muy revalorizados y empieza a ganar terreno la creencia de que se está más cerca de un ajuste que de un impulso adicional. Y más cuando algunos indicadores (empleo, PIB e inflación) se moderaron. Sin embargo, la Fed mantiene sus planes: ayer dijo que la ralentización de EE UU es "transitoria".