El Eurogrupo (los ministros de economía de los 19 países del euro) aborda hoy la autorización del desembolso de un nuevo tramo de 7.000 millones del tercer rescate de Grecia (pactado en 2015 por 86.000 millones), y que es crucial para que el país pueda hacer frente antes de julio a un vencimiento de deuda por 7.500 millones. La negociación es ardua pero, como siempre, habrá algún tipo de pacto al borde del precipicio. La eurozona no se puede exponer al impago de uno de sus socios.

El Gobierno izquierdista de Alexis Tsipras acaba de asumir su parte del compromiso pactado el 7 de abril en Malta: el jueves aprobó en el parlamento de Atenas un nuevo paquete de medidas de austeridad (otro recorte de las pensiones y más subidas de impuestos) que se aplicarán en 2019 y 2020, una vez finalizado el actual tercer rescate del país, para ahorrar el equivalente a un 2% adicional del PIB nacional.

El Gobierno de Syriza supedita la entrada en vigor de estas medidas a que los acreedores (FMI, CE, BCE y Mede) alivien la deuda del país y a que a su vez cumplan el compromiso de permitir que Grecia pueda revertir en medidas sociales y políticas de estímulo parte de los logros que obtenga con la disciplina fiscal.

La complicación está en el entrecruzamiento de posiciones disímiles y discrepantes entre los acreedores, y entre estos y Atenas. Grecia está en contra de la participación del FMI en el rescate pero coincide con el Fondo en que la deuda pública helena (176% del PIB a fines de 2016) es impagable y precisa ser aligerada. El FMI, de hecho, condiciona su presencia en la negociación a que se le alivien las cargas a Atenas para que pueda afrontar sus débitos. El FMI se niega a arriesgar más recursos de sus países miembro prestándolos a un Estado insolvente. Alemania rechaza condonar deuda con una quita porque lo prohiben los tratados europeos (la que ya se le concedió a Grecia la soportaron los acreedores privados) y porque restaría apoyo electoral a la canciller Angela Merkel y favorecería al extremista AfD en las elecciones federales del 24 de septiembre. Merkel exige, sin embargo, la implicación del FMI (por su experiencia en rescates y por su autoridad negociadora) como condición para autorizar más desembolsos de dinero a Atenas.

El Eurogrupo convino en Malta que Atenas hiciera un gesto asumiendo recortes adicionales para que Alemania accediese al menos a que se le reduzcan más los tipos de interés a Grecia, se le amplíen los plazos de pago y a que su deuda sea adquirible (como pretende Atenas) por el BCE en su programa de compra de bonos. Pendiente de los comicios de septiembre, Alemania rechaza por el momento estas demandas.

Mientras tanto, la austeridad logró que Grecia cerrara 2016 con superávit fiscal (0,7% del PIB) pero ha convertido al país en el único de los 28 de la UE que ha vuelto a entrar en recesión.