Popular se desplomó casi un 18% ayer en Bolsa y cerró en mínimos históricos, lastrado por la incertidumbre sobre su posible venta y las noticias sobre que la entidad no habría superado los umbrales marcados por el FMI en las pruebas del Programa de Evaluación del Sector Financiero. En los últimos doce meses, la entidad ha visto volar dos terceras partes de su valor en Bolsa.

La entidad presidida por Emilio Saracho, el sexto banco nacional, retrocedió un 17,89%, hasta situarse en los 0,50 euros por acción, en una jornada en la que llegó a tocar los 0,49 euros por título después de que la entidad decidiera ampliar hasta finales de este mes el plazo para que los posibles compradores interesados presenten sus ofertas. La Comisión Nacional del Mercado de Valores vigila al Popular, pero de momento no supende su cotización.

Nuria Álvarez, analista de Renta 4, destacó que la de ayer fue una "sesión de fuerte castigo a Popular" y achacó la caída a los rumores de la falta de interés por parte de un comprador así como a un potencial rescate por parte de Europa. En cuanto al futuro del banco, el analista de XTB Rodrigo García apuntó tres posibles escenarios: la venta a otra entidad, una ampliación de capital o su rescate por parte de las autoridades. Respecto a la primera de las opciones, el experto explicó que, aunque se daba por hecho hasta hace unos días, la "tardanza en aparecer una propuesta en firme hace que las posibilidades de venta disminuyan día a día". Entre los candidatos, el analista situó a Santander, BBVA, Caixabank, Sabadell y Bankia. "Este es el escenario preferido por los accionistas de Popular, ya que la compra por parte de otra entidad se haría presumiblemente con una importante prima", señaló García.

Por su parte, el analista de Self Bank Felipe López destacó como punto fuerte del banco de cara a su venta el liderazgo en el segmento de pymes, con una cuota de mercado del 17,7%. Sin embargo, añadió que la dificultad para valorar con exactitud el balance del banco, la posibilidad de que las emisiones de determinados bonos de la entidad (los CoCos) deriven en su conversión en acciones y los posibles gastos futuros por litigios derivados de la ampliación de capital de 2016 son aspectos que pueden "reportar sorpresas negativas al supuesto comprador" de un banco que el pasado año perdió 3.500 millones de euros.

De llevarse a cabo una ampliación de capital, lo analistas calculan que no sea inferior a 4.000 millones de euros. "En este escenario, los más perjudicados serían los accionistas actuales del Popular, puesto que el efecto dilución de la ampliación de capital reduciría el valor de las acciones", apuntó Rodrigo García.