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El liderazgo sindical y patronal busca el Norte, una constante desde la Transición

El catalán Rosell, el asturiano Álvarez y el vasco Sordo repiten hegemonía septentrional en CEOE, UGT y CC OO a los 40 años de su legalización

Unai Sordo.

El vasco Unai Sordo acaba de convertirse en el máximo dirigente de CC OO tras haberlo sido en Euskadi. Cuatro meses antes, el asturiano José María Álvarez se erigió en secretario general de UGT después de 26 años al frente del sindicato en Cataluña. La cúpula empresarial española, CEOE, la preside desde fines de 2010 el catalán Juan Rosell Lastortras. Los tres grandes interlocutores y actores socioeconómicos del país, representantes de los movimientos sindical y patronal nacional, quedan encuadrados así bajo la dirigencia de líderes norteños. Esta coincidencia no es un giro ni una excepción en la tendencia de las grandes organizaciones socioeconómicas españolas sino la enfatización de una constante histórica desde el fin de la dictadura.

Cuando se cumplen 40 años de la legalización de los sindicatos y del nacimiento de las asociaciones empresariales tras la larga etapa franquista -hechos acaecidos en 1977-, sólo el largo mandato ugetista (22 años) del extremeño Cándido Méndez -que llegó a la dirección del sindicato compitiendo con el asturiano Manuel Fernández "Lito"- y el también dilatado periodo (13 años) del alicantino Antonio Gutiérrez al frente de CC OO interrumpieron la crónica preeminencia septentrional al frente de las dos organizaciones sindicales mayoritarias en el país.

En el caso de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), que este año también cumple 40 años, no ha habido ninguna excepción. Durante estas cuatro décadas se sucedieron en su presidencia el catalán Carlos Ferrer Salat, el madrileño muy vinculado a Segovia (Castilla y León) José María Cuevas, el también madrileño y miembro de una familia empresarial gallega Gerardo Díaz Ferrán y el catalán Juan Rosell.

En UGT, la legalización del sindicato centenario sorprendió en la secretaría general al metalúrgico vasco Nicolás Redondo, quien permaneció en el cargo entre 1976 y 1987. Le sucedió Méndez, un dirigente meridional, pero la jefatura máxima de la organización ha vuelto al Norte con Pepe Álvarez, nacido en Belmonte de Miranda (Asturias).

En CC OO, el soriano Marcelino Camacho (Castilla y León) fue uno de sus líderes más carismáticos en la clandestinidad y accedió a la secretaría general en 1976. Permaneció en el cargo hasta 1987. Con la excepción de su sucesor, el oriolano Antonio Gutiérrez, el resto de mandatarios han procedido del norte: lo fueron el leonés José María Fidalgo, el gallego Ignacio Fernández Toxo y ahora el vasco Unai Sordo.

Esta marcada hegemonía de la mitad Norte de España en las organizaciones sindicales y patronales se reproduce también con bastante intensidad en el ámbito de la política. De los seis presidentes de Gobierno durante la democracia, todos, salvo el sevillano Felipe González, han sido norteños: el abulense Adolfo Suárez, el gallego Leopoldo Calvo-Sotelo, el madrileño José María Aznar (descendiente de familias vasca y vallisoletana), el leonés nacido en Valladolid José Luis Rodríguez Zapatero y el gallego Mariano Rajoy. Otro tanto ha ocurrido en la vida orgánica de los principales partidos, incluidos algunos de reciente creación.

Sin perjuicio de factores personales y de componentes de azar, la estructura de representación política y socioeconómica tiende a reproducir los sesgos de predominio geográfico a lo largo de la centuria y media precedente tanto del movimiento obrero como de las principales burguesías regionales, que emergen en ambos casos de los modelos de industrialización y de desarrollo empresarial y financiero del país.

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